Nota Fría

«¡La economía, estúpidos!» (*)

Eladio Muchacho Unda

En China nació la sabiduría, pero también los chinos se han equivocado. El 1 de octubre de 1949 Mao Zedong proclamó la República Popular China y aplicó un  modelo económico que arruinó a China. Entre 1948 y 1978 China retrocedió y vivió una época de oscuridad y decadencia. Hoy China es una potencia y le disputa la hegemonía mundial a los Estados Unidos de América. ¿Cómo hicieron? Tuvieron un gran líder, Deng Xiaoping, compañero de Mao, fue un hombre sabio, reservado, callado, no era un hablador diario de pistoladas y sandeces, ajeno al culto, a la personalidad, considerado el retrato en negativo de Mao, se liberó y liberó a su partido y a su pueblo del secuestro ideológico de Mao y de la tristemente célebre «banda de los cuatro». Deng Xiaoping abrió los candados ideológicos que limitaban la capacidad de los chinos para producir riqueza. Es célebre su frase «no importa si el gato es blanco o negro, lo importante es que cace ratones». Con esa frase destruyó las cadenas ideológicas que no permitían la florescencia productiva del pueblo chino y le abrió las puertas al modelo chino de economía de mercado. Algo parecido está haciendo Vietnam, después de vivir el fracaso del modelo económico comunal-comunista. Hoy Vietnam es uno de los países que más progresa en el mundo. Todo lo contrario ha hecho Cuba y Venezuela. Cuba es un país mantenido, suena feo, pero es la realidad. Antes lo mantenía la Unión Soviética, y cuando colapsó la URSS por el fracaso del comunismo, los cubanos pasaron hambre hereje, hasta que llegó Chávez y nos tocó a los venezolanos mantener a Cuba porque así lo decidió Chávez, sin consultar a su pueblo. En Venezuela asombra la terquedad suicida del gobierno: mientras un sector del chavismo y su «banda de los cuatro» se empeñen en mantenernos encadenados a un modelo económico que no funciona, mejor dicho, que funciona al revés, que en vez de abundancia y riqueza produce escasez y pobreza, seguiremos cuesta abajo. La guerra económica es un cuento para esconder la incapacidad, la ignorancia y la corrupción que  arruinaron a Venezuela y convirtieron nuestro bolívar en una moneda payasa. ¡Andá a comprar un bolívar de queso y observá cómo se carcajea el bodeguero! Eso es una moneda payasa: su capacidad de compra da risa. Con un bolívar no se compra nada, nadita de nada. ¿Revolución pa’esto?

(*) Frase de James Carville que utilizó Bill Clinton en la campaña electoral contra George Bush.

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