Nobel Andrea Ghez: Los agujeros negros no son aspiradoras cósmicas

Nobel de Física

Madrid, 8 dic (EFE).- Andrea Ghez es una de las tres ganadoras este año del Nobel de Física por descubrir que en el centro de la Vía Láctea existe un agujero negro supermasivo. Unos misteriosos objetos que, en contra de la creencia popular, no son una especie de aspiradoras cósmicas que se tragan todo lo que está a su alcance.

Las investigaciones de Ghez, en paralelo con las de Reinhard Genzel, otro de los ganadores, han seguido el movimiento de las estrellas en el centro de nuestra galaxia para determinar que hay un objeto compacto supermasivo que, según los conocimientos actuales, solo puede ser un agujero negro, donde la gravedad es tan fuerte que ni la luz puede escapar.

Profesora de Física y Astronomía en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), a Ghez (1965) le encantan los rompecabezas, crucigramas y sodukus, y piensa en sus investigaciones como en un enigma por resolver, lo que es «tremendamente divertido», señala a Efe en una entrevista telemática.

Pregunta: Felicidades por el Nobel de Física. Este año, debido a la pandemia no estará usted en Estocolmo para recoger el premio. ¿Es una pequeña desilusión?

Respuesta: No hay forma de sentirse desilusionado por haber ganado un Premio Nobel. Es un momento interesante y (el Comité Nobel) está haciendo un trabajo estupendo para ver cómo celebrarlo de forma remota y segura.

 

P: Usted lleva años estudiando el centro de la Vía Láctea, ¿cómo es?
R: Es un lugar realmente interesante. Es más extremo que cualquier otra zona de nuestra galaxia y está mucho más poblado de estrellas.

La analogía que me gusta hacer es que es como un centro urbano muy concurrido, comparado con donde estamos, que es más o menos en la periferia, aquí las cosas son más tranquilas y están más dispersas.

 

P: Descubrir un agujero negro no debe ser una tarea simple.
R: No, desde luego no lo ha sido. Han sido 25 años de observaciones y desarrollo de nuevas tecnologías, han hecho falta muchos desarrollos de hardware y software para poder hacer las mediciones. Trabajamos con grandes telescopios en Hawai y, en particular, la clave ha sido desarrollar formas de eliminar los efectos de la borrosidad de la atmósfera terrestre.

 

P: ¿Cuándo supieron que había realmente un agujero negro, hubo un momento «eureka» o se trató más de interpretar datos y hacer muchas observaciones?
R: Hay muchos momentos emocionantes, en particular porque al principio mucha gente no creía que las técnicas de imagen funcionasen, ni que fuéramos capaces de ver las estrellas o medir su movimiento, así que ha sido excitante ver, no solo que era posible, sino que las mediciones eran mucho mejores de lo que habíamos imaginado.

Diría que ha habido una serie de momentos increíbles en los que te das cuenta de que ¡oh, esto funciona!, y luego te das cuenta de que ¡oh, esto funciona incluso mejor de lo que pensabas!. Además hemos descubierto cosas que ni siquiera esperábamos, como que en torno al agujero negro todo era significativamente diferente a lo que habíamos anticipado.

 

P: ¿Qué queda por descubrir de los agujeros negros?
Creo que todavía mucho, porque en sí mismos nos dicen que aún no tenemos una comprensión fundamental de cómo hacer que la física gravitacional funcione junto con la mecánica cuántica. Creo que hay mucho más que hacer para entender la gravedad cerca de estos objetos, donde nuestros modelos actuales se rompen.

También es muy interesante comprender el papel astrofísico de estos agujeros negros en la formación y evolución de las galaxias. Cuando empezamos a publicar nuestro trabajo la gente preguntaba: ¿qué fue primero, la galaxia o el agujero negro? Es un poco como el problema de la gallina o el huevo, pero hoy en día entendemos que no es la forma correcta de expresarlo, porque lo que sea que haya tenido que formar la una formó al otro.

 

P: La gente suele imaginar un agujero negro como algo peligroso que se traga todo lo que pasa cerca. ¿El de nuestra galaxia es así?
Creo que ese es uno de los conceptos erróneos, que se les puede representar como una especie de aspiradora cósmica que engulle todo lo que esté cerca. La verdad es que las cosas orbitan felizmente alrededor del agujero negro y, en su mayor parte, no caen en él. Esperamos que solo una estrella, cada diez mil años, caiga en él.

 

P: ¿Esa idea viene, en buena parte, del cine. Le gustan ese tipo de películas?
En realidad, no soy gran fan de la ciencia ficción, prefiero los misterios y, en ese sentido, pienso en la investigación como en un gran misterio, un problema por resolver. Ha habido algunas películas maravillosas y las que más me gustan son las que profundizan específicamente en la ciencia. En «Interstelar» hicieron un gran trabajo al describir conceptos físicos.

 

P: Albert Einstein teorizó con ecuaciones la existencia de estos objetos hace un siglo, sin embargo, no creía que existieran, ¿extraño, no?
R: Einstein era increíblemente brillante en su comprensión de las cosas y creo que, a menudo, le preocupaba que algunas de sus ideas fueran incorrectas, pero, de hecho, ha estado más acertado de cuanto pensaba.

 

P: ¿Le interesaba el espacio cuando era niña?
R: Creo que el primer aterrizaje en la Luna, en 1969, me inspiró para pensar en el universo, pero no era una de esas niñas que saben exactamente lo que quieren hacer. A la vez que pensaba en el universo también estaba fascinada con ser bailarina de ballet.

En el instituto, me interesaban la matemáticas y la ciencia, en particular los conceptos que tenían que ver con el infinito, en los que tienes que preocuparte por el principio y el fin del tiempo, y los agujeros negros incluyen muchos de esos interesantes enigmas, creo que fue así como me interesé en ellos.

 

P: Es la cuarta mujer en lograr un Nobel de Física ¿Cree que puede ser un modelo para muchas niñas. Qué significa para usted?
R: Estoy encantada de ser parte de ello, abrir puertas para la próxima generación de jóvenes científicas. Siempre me ha interesado pensar en cómo podemos animar a las jóvenes para que se dediquen a la ciencia.

En la UCLA imparto los cursos introductorios porque creo que es realmente importante tener un modelo a seguir, tanto para las mujeres jóvenes como para los hombres jóvenes, para cambiar realmente la forma en que pensamos sobre la ciencia. Por ello, siempre he estado dispuesta e interesada en compartir con diferentes audiencias la emoción de la investigación que estamos haciendo. Así que, estoy encantada de recibir este premio, porque creo que fomenta la visibilidad de las mujeres en la ciencia.
Carmen Rodríguez

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