“Las apariencias engañan la mayoría de las veces; no siempre hay que juzgar por lo que se ve.”
Moliere (1622-1673)
Finalizando la década de los años 1970, Estados Unidos y China Popular establecen relaciones diplomáticas. El mundo conoce el “Walkman”, toda una innovación de la empresa japonesa Sony. El Sha de Irán es derrocado. La Madre Teresa de Calcuta recibe “el Premio Nobel de la Paz”. “El Disco Music” se encuentra en pleno apogeo. El séptimo arte estrena “Rocky II” con Silvester Stallone e igualmente sucede con “Alíen” el Octavo Pasajero con Sigourney Weaver. Maritza Sayalero gana el “Miss Universo”, siendo esta la primera vez que una venezolana conquista ese preciado título de belleza. Luis Herrera Campins asume como “Presidente electo de Venezuela”. Recuerdo que en esos años éramos unos románticos y soñadores adolescentes.
Vacaciones en el Alto de Escuque
Rememoro cuando estudiaba Cuarto Año en uno de los mejores centros de educación media que en ese entonces existían en suelo trujillano, el “Liceo Estanislao Carrillo de Carvajal”, asimismo que la época de vacaciones o cuando estaba libre, eran momentos especiales para el disfrute de ir a pasar unos días en casa de mi tío José Juárez Bolívar, ubicada en ese paraíso que sigue siendo hoy día aquel bucólico territorio identificado con el nombre de “La Bomba”, situado en las afueras del pueblo del “Alto de Escuque”, más o menos a un kilómetro de distancia en la salida hacia “El Boquerón”, en sus alrededores todo era ocupado por árboles centenarios que se elevaban como mirando al cielo, matas de guama, naranja criolla, sembradíos de café y cambures con la majestuosidad del cerro “El Polvorín” como escenografía de fondo, sitio encantado cargado de buenas vibras y energía positiva, al que eventualmente subíamos en grupo para lograr un encuentro más directo con la madre naturaleza, ejercitar cuerpo y mente, además de deleitar el alma con el canto de los pájaros, aguzar los sentidos con sus preciosas vistas y un helado frío que rondaba los 12°, algo único, sin igual. Es importante destacar que el pueblo del Alto de Escuque y todo su perímetro limítrofe con caseríos y aldeas, además de la calidad, educación, gentileza de su gente, posee un agradable clima y hermosos paisajes que a cualquiera enamoran.
Vacaciones en familia
La casa materna de la familia Juárez Rivera situada en “La Bomba”, era habitada por mi tío José Juárez Bolívar, su señora esposa, mi tía política Consuelo Rivera de Juárez y los primos: Alexis, José Carmelo, Ingrid y Yolanda Juárez Rivera, de quienes recibía afecto y atención maternal como uno más de ellos. Viene a mi memoria uno de esos maravillosos fines de semana, cuando subíamos hasta la plaza Bolívar plantada al centro del poblado, experiencia que vivíamos el día sábado o durante las fiestas patronales y de navidad, donde con la excusa y justificativo entre nosotros, dizque para combatir el frío, comenzamos a probar a escondidas, “La Canelita” y “El Anís”, por nuestra inexperiencia en este social compartir, en esa ocasión cuando la liga de estas espirituosas bebidas empezó a surtir efecto en nuestros cuerpos, todos concluimos con el estómago revuelto, devolviendo todo lo que antes habíamos bebido sin control, con dolor de cabeza y resaca, sin tener tiempo a veces de levantarnos de la cama a votar lo consumido.
Plaza Bolívar
Durante nuestras nocturnas visitas al pueblo, era costumbre sentarnos en las bancas o en su defecto alrededor de la plaza Bolívar a compartir con las muchachas, muy bellas todas, por cierto, algunos intentábamos conquistar sus corazones, otros simplemente compartíamos bonita amistad, durante las fiestas patronales la atracción era el templete donde aprovechábamos de echar un pie, otras veces cancelábamos el valor de un bolívar para poder tener acceso a la proyección de una película en la casa cural. Al momento del retorno, el recorrido hasta la vivienda de mi tío era por la vía de ingreso, zona totalmente oscura, la misma carecía de postes para el tendido y prestación de servicio eléctrico público. Era ya en el caserío La Bomba donde empezaban a asomar uno que otro poste con tendido de cables y hasta alumbrado, al momento que esto sucedía, por lo general uno que otro de quienes conformábamos el grupo ya daba muestras de andar todo sorocho dando traspiés, así era como nos alegrábamos y disfrutábamos…
Entre lo real y la imaginación
Todo pueblo, sobre todo acá en los Andes venezolanos, hay mucho mito y mucha leyenda sobre espantos y aparecidos, por sus características algunos se hacen reales, y este mágico y encantador tramo vial no escapa a ello.
Muchas eran las historias que entre los más viejos pobladores del lugar, se escuchaban acerca de apariciones de estos en el paso entre “El Alto” y “La Bomba” quienes señalaban que, en las noches oscuras, las que no tienen luna, en el sitio conocido como “El Barranco”, lugar que para nosotros poder regresar, era de paso obligado cada noche, en medio de la oscuridad reinante, recuerdo que sentíamos escalofríos de solo imaginarnos alguna aparición espectral, por lo que acelerábamos el paso para atravesar el oscuro y solitario tramo lo más rápido posible.
Aún permanece grabada en mi memoria aquel fin de semana cuando en una de mis acostumbradas visitas a la casa de mi tío, ese sábado salimos a pie como de costumbre, íbamos animados hacia la “Plaza Bolívar del Alto de Escuque”, además de mis primos, había invitado a otro mozo de mi terruño, Oswaldo Bastidas, hoy ingeniero, debo decir que con Oswaldo nos unen grandes lazos de amistad entre las dos familias desde hace muchos años. Después de disfrutar agradables momentos alrededor de la plaza, conversando y vaciando las “cuarteritas” de “Canelita” o de “Aniceto”, decidimos regresar a casa a eso de las once, una hora antes de medianoche, el ambiente estaba completamente oscuro, hacia frío, el cielo anunciaba lluvia, cuando nos dispusimos atravesar “El Barranco”, todo era un lúgubre silencio, cuando de repente a lo lejos escuchamos murmullos, alguien se acercaba en dirección contraria a la nuestra, vía al pueblo del Alto, levantamos la cara, enfocamos la vista tratando de divisar lo que se acercaba en medio de la oscuridad, cuando por fin pudimos ver, ya era muy tarde, el terror nos invadió, nos quedamos mudos, nos paralizó el miedo, delante de nuestros ojos se divisaba una figura que caminaba a nuestro encuentro vestido con una bata blanca, nuestra fantasía voló, es la llorona, nos imaginamos y no viene sola, la siguen las ánimas del purgatorio en pena, quisimos correr y huir del espectro, regresarnos hacia El Alto, lugar de donde veníamos, estábamos inmovilizados de pavor, el choque era inminente, inevitable; todos con los pelos de punta rezábamos el Padre Nuestro, invocando a María Santísima, cerramos los ojos y dejamos de respirar, esperando los golpes y arañazos de los tenebrosos aparecidos. Pero oh, sorpresa, en vez de gruñidos y gritos espeluznantes, escuchamos una agradable y apacible voz que nos saludó: “Buenas noches muchachos, el Señor los acompañe”. En ese momento abrimos los ojos para encontrarnos casi de frente con el cura párroco del pueblo, luciendo sotana blanca en compañía de un pequeño grupo de damas que lo acompañaban (feligreses), de inmediato nos volvió el alma al cuerpo. “Bueeenas noches”, respondimos casi tartamudeando, “Échenos la Bendición Padre” le solicitamos. “Dios los Bendiga hijitos” nos respondió el Padre, haciendo con su mano derecha la señal de la cruz.
Más adelante, ya más calmados del tremendo susto que habíamos pasado, nos enteramos que el cura venía de hacer presencia en la última noche de un vecino que había fallecido en el sector “La Quinta”.
Entre carcajadas y echadera de bromas terminamos de regresar a la casa y nos dimos cuenta que a veces “La Canelita” y “Aniceto Rondón” nos jugaban malas pasadas y hacían ver cosas raras, en fin, cosas de muchachos; por eso les digo: “No todo lo que brilla es oro”.
* Orgulloso hijo de Carvajal
Compilador Luis Huz Ojeda.