Cómo murió Óscar Pérez y sus aliados es una respuesta que sigue en las penumbras. A dos semanas de su presunta ejecución en El Junquito, durante una operación militar y policial, todavía se desconoce si los protocolos de autopsia fueron entregados a las siete familias que se enlutaron el 15 de enero.
En las actas de defunción dadas a los parientes se explica que la causa de muerte –traumatismo cranoencefálico severo, hemorragia subdural y herida en la cervical– fue producida por un proyectil de un arma de fuego, para cada una de las víctimas: Daniel Soto Torres, Abraham Lugo Ramos, Jairo Lugo Ramos, Lisbeth Andreína Ramírez Mantilla, José Alejandro Díaz Pimentel, Abraham Agostini Agostini y Óscar Pérez. Esto, para algunos expertos, se trata de una ejecución, de un tiro de gracia.
Mientras que para los funcionarios de seguridad el término “tiro de gracia” significa que a la víctima se le disparó para asegurar su muerte, con alevosía; para el profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV) en la cátedra de crimen organizado y especialista en seguridad ciudadana, Marcos Tarre Briceño, este concepto se refiere al disparo que se le da a un moribundo, para acelerar la muerte.
“Este concepto aplica para los países en los que hay pena de muerte o conflictos armados; pero en Venezuela es un eufemismo. Eso es un asesinato. Funcionarios le dispararon a unos hombres mal heridos. Eso es una ejecución”, afirmó Tarre Briceño.
Sin embargo, el especialista explicó que esto no puede ser determinado sin conocer los protocolos de autopsia y la planimetría que se realizó en el sitio del suceso, antes de levantar los cadáveres.
“Hay que ver si ese orificio (el que se observa en la foto) es de entrada o salida. Hay que saber si tiene tatuaje de pólvora alrededor, lo cual nos indica que fue un disparo a corta distancia. También se debe saber la posición del cuerpo al ser impactado por la bala y cuál fue el desplazamiento intraorgánico del proyectil”, indicó.
En la fotografía que se filtró, al igual que tres videos en los que se veía a los funcionarios atacar el chalet donde se refugiaba el exfuncionario del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc) que se declaró contra el Gobierno de Nicolás Maduro, se vio parte del procedimiento, por lo que diferentes activistas de derechos humanos y criminalistas han señalado que se trató de una operación para destruir y no para detener.
Uno de los materiales audiovisuales más polémicos es el que se ve a uniformados disparar un arma antitanque tipo RPG-7 y destruir parte de la vivienda. En la foto donde se aprecia el cuerpo de Pérez con una herida de bala en la frente, éste no parece afectado por el estallido.
Al respecto, Tarre Briceño apuntó: “No es un tipo de arma incendiaria o como la granada que lanza esquirlas por doquier. Es un arma diseñada para derrumbar, para penetrar un blindaje. Al impactar contra una superficie, el proyectil explota y se forma un cono que penetra para vencer la resistencia del material. Además, Pérez tenía chaleco antibalas, con un nivel de protección 2 o 3, eso le cubriría la espalda y pecho”.
¿Qué tipo de arma produjo la herida?
Para Tarre Briceño, la herida de la frente de Pérez podría haber sido causada por una bala de un fusil disparado a máximo 30 centímetros de distancia. Asegura que este proyectil causa una explosión de la válvula craneana y la herida de salida es mucho mayor.
Sin embargo, un funcionario de un cuerpo de seguridad con 30 años de experiencia en el campo, aseguró a Efecto Cocuyo que el impacto fue producido por un arma 9 mm, también accionada a corta distancia.
Para este agente del Estado, las causas de muerte dicen mucho más. Afirma que al repetirse los resultados en el acta de defunción podría develar que los disparos en la cabeza fueron perpetrados por una misma persona.
Señaló que es poco probable que un francotirador haya ocasionado tal herida, pues de tratarse de una bala de alto calibre -como las de los fusiles de precisión de un francotirador- la lesión hubiese sido mayor.
El efectivo policial agregó que la posición de la casa solo permitía una visión parcial desde la parte sur de la estructura, por tratarse de una zona empinada. De esta manera el francotirador podía apuntar al pecho o las extremidades inferiores para neutralizarlos. “Un tiro en la cabeza tiene una alta posibilidad de fallar y no lograrías inmovilizar al atacante”, puntualizó.
Para este experto, el material gráfico y las actas de defunción conocidas deja constancia del tipo de procedimiento que fue la “Operación Gedeón”. “Se evidencia la ejecución de esas personas porque no llevaron a los heridos a un hospital. Las normas nos dicen que debemos trasladarlos a un centro asistencial y procurar que la persona viva”, manifestó.