Valera, una comarca sencillamente única, no hay pueblo que se parezca a ella; humana, sencilla, histórica, corazón generoso, acogedora…60 años atrás, cuando comenzaron a levantarse las primeras viviendas detrás del cementerio, me escapaba de casa para ir a observar cómo se escenificaban los hechos; la gente comenzaba a tomar los terrenos municipales para construir su pequeño rancho que después se convertiría en un digno hogar.
Recuerdo que en esos terrenos se iba a construir, tipo terrazas, el gran cementerio municipal. Los trabajadores del camposanto recibieron la orden de enterrar a los difuntos en la parte que empezaba a ser invadida, con la idea de que los invasores renunciaran a sus objetivos, lo que no se esperaban las autoridades municipales de ese momento, es que, en horas de la noche, las familias, trabajando en equipo, se daban a la tarea de desenterrar las urnas y llevarlas al actual camposanto.
En la actualidad, en este lugar, hay hermosos barrios, como son: Independencia, Santa Eduviges y más abajito, Las Mercedes… Siento inmenso regocijo, en una lucha que libramos hace 48 años, aporté mi modesta ayuda para llevarle agua a tan populares sectores valeranos. En el sector Santa Eduviges, desarrollamos una inolvidable labor cultural y social con niños, adolescentes y adultos que siempre estará en mi corazón. Allí me inicié en el maravilloso mundo de la cultura popular.
Un parque de recuerdos…
Donde hoy está la U.E. Padre Blanco, calle 12 con Av. 14, existió un llamativo parque infantil que se convirtió en el lugar de encuentro de niños y jóvenes de aquella Valera de hace 60 años… Había animales exóticos de todo tipo, los pavos reales eran los más visitados, les gustaba lucirse ante el público. El canto de las aves era un verdadero concierto parecido a la mejor coral de la santa naturaleza. Quien visitaba el parque, no deseaba salir de ese espacio mágico, de ensoñación, de paz y armonía.
Ese patio de recreación, fue visitado en su infancia por niños que después harían historia en la ciudad: el artista Franco Acosta, el capitán Gerardo Márquez, actual gobernador del estado Trujillo, el sacerdote Pedro Artigas, Ángel Sánchez, diseñador de modas a nivel mundial.
Los coscorrones de Monseñor Cardozo
Monseñor Cardozo era algo robusto, pocas veces lo vi sonriendo, tenía un carácter sumamente fuerte. Un domingo estaba la iglesia San José repleta de feligreses, yo, estaba jugando con otro niño en plena misa, se me acercó Monseñor Cardozo, me agarró por una oreja, me paró a su lado y siguió dando la santa ceremonia… Jamás en mi vida había sentido tanto y tanto miedo como en esa oportunidad. Los amiguitos me observaban y se reían ante el castigo que estaba recibiendo. El terror más grande era, solo pensar, ¿Qué dirá mi mamá y mi papá que son de la Legión de María, si se llegan a enterar de esta situación?, gracias a Dios, nadie les contó lo sucedido; fue tanta la pensadera, que esa noche no pude dormir…
En otra ocasión, cuando se construía la iglesia San José, las campanas estaban muy bajas en la entrada del templo, un lunes al mediodía pasaba por el lugar, me acerqué a lanzarle pequeñas piedras al campanario para escuchar el sabroso tilín, tilán, tilín, tilán, cuando de pronto siento un gran jalón de orejas y la voz autoritaria de Monseñor Cardozo, diciéndome: “Niño, todavía no es hora para llamar a misa y deje quieto lo que está quieto”.
Toño Lobo y su guarapo de panela
Hace unos 30 años, le hice un hermoso reportaje por la página Crónica Cultural del Diario de Los Andes, al gran bodeguero: Don Toño Lobo. Le pregunté: ¿Toñito, cuál es el secreto para que el guarapo de panela le quede tan, pero tan sabroso? El bodeguero, con una tranquilidad asombrosa, me dijo: “Alfredo, yo creo que el secreto está en el palo con el que muevo el guarapo, es el mismo palo con el que mato ratas y ratones en horas de la madrugada”.
Ley de Vagos y Maleantes
En el año 1973, en la ciudad de Valera se escenificaron grandes jornadas de lucha estudiantil, las marchas liceístas se presentaban muy seguidas, la mayoría culminaban en la plaza Bolívar, donde los líderes competían para ver quién se “tiraba el mejor discurso” … En una de estas marchas, subiendo por la Av. 9 (hoy Av. Bolívar) fue abatido el estudiante Álvaro Viloria. La ciudad de Valera se convirtió en un polvorín, el día del entierro todo se transformó. Ha sido uno de los momentos de mayor violencia social que ha vivido nuestra comarca en toda su historia.
El gobernador para ese momento, Dr. Alejandro Sánchez Cortés, que de Cortés no tenía mucho, anunció por los medios de comunicación que todos aquellos que estuvieron involucrados en los sucesos que conmocionaron a Valera el día del entierro del estudiante Álvaro Viloria, serían detenidos y se les aplicaría la Ley de Vagos y Maleantes… Mi hermano Pedro y yo, abandonamos nuestro tranquilo hogar, y en horas de la madrugada nos marchamos a buscar una casa donde “enconcharnos” y evitar nuestra detención por parte de los cuerpos policiales.
Nos fuimos para donde mi tío Juan Ignacio, en la parte alta de La Cabaña, vía Escuque, pero los zancudos en la noche no nos dejaban en paz… Aterrizamos en Mendoza del Valle del Momboy, le pedimos ayuda al profesor Vidal y a la educadora Zoraida de Hernández (Q.E.P.D.), y nos brindaron las mejores atenciones. Allí el frío de la madrugada nos llegaba hasta los huesos y regresamos de nuevo a Valera, durmiendo de casa en casa, de amigos y familiares… Con esta experiencia aprendí a valorar mi santo hogar, a valorar a los excelentes padres que tenía, a valorar la familia que me daba techo y alimentación. Y a querer para siempre eso que llaman: “la bonita libertad”.