Desde hace un par de años, Niquitao, parroquia Monseñor Jáuregui del municipio Boconó, altamente turístico, atractivo por sus calles de piedras y casas antiguas, pasó a ser un pueblo totalmente olvidado. Ni las autoridades municipales, ni regionales se han abocado a atender este lugar que fue honor en la historia de Venezuela.
Sus moradores manifiestan que los pesares más grandes son: falta de gas, alumbrado público, muchas veces el agua y el transporte público que es inexistente.
En estos días de campaña política, los habitantes de Niquitao manifestaron estar decepcionados y desilusionados por las promesas sin cumplir que hacen los gobernantes o los que aspiran un cargo en la administración pública.
La desidia es total. En un recorrido por el pueblo se constató que la mayoría de las posadas turísticas han cerrado, otras sobreviven en precarias condiciones y sin servicios óptimos. Los comerciantes se han tenido que reinventar y en un local ofrecen ropa, comida, hortalizas, productos de higiene y limpieza y otros.
La mayoría de las familias cocinan con leña y consumen remedios caseros ante cualquier quebranto. Las telefonía móvil no funciona y los teléfonos Cantv se la pasan sin tono. El Internet es un privilegio de pocos.
Como prioridad exigen soluciones al problema del acueducto rural y la vialidad que conduce a la ciudad, así como la reactivación eficiente del transporte público. «Que alguien se acuerde y apiade de los niquitaenses», dijo una de sus residentes.
TESTIMONIOS
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