La avenida Bolívar de la ciudad de las Siete Colinas, a la altura del corazón comercial donde cada día los verduleros ocupan mayor espacio, ofrece a la vista un considerado número de niños trabajadores, quienes -cual si fueran adultos- se ganan la vida a punta de esfuerzo y sudor durante todo el día, en lugar de ir a la escuela y vivir la etapa de la infancia. Otro significativo número ejerce similar labor pidiendo limosnas.