Desde hace tiempo preocupa a los educadores la presencia en las aulas de alumnos que a pesar de tener una inteligencia normal y rendimiento satisfactorio en las demás asignaturas escolares, muestran un verdadero bloqueo o incapacidad para el aprendizaje de las nociones elementales del cálculo aritmético (discalculia).
Estos alumnos con frecuencia son promovidos de un grado a otro por maestros condescendientes hasta que llega un momento en que su situación es insostenible. Se trata de un problema neuropsicológico, hereditario, que afecta por igual a ambos sexos y que es considerado entre los trastornos específicos del aprendizaje, pudiendo presentar rasgos similares a la dislexia, pero en sus aspectos fundamentales es muy diferente, ya que las dificultades conciernen a los procesos de abstracción, generalización, el razonamiento y la deducción.
Para la adquisición de las nociones de cálculo entran en juego dos tipos de habilidades. Un primer grupo se refiere a habilidades para captar, identificar, comprender y reproducir los símbolos numéricos. El segundo grupo está relacionado con la asimilación de la noción de número y de la abstracción del símbolo numérico.
Las perturbaciones de una de estas habilidades o de ambas ocasionan un cuadro de discalculia, el cual puede presentarse con diferentes matices según el caso. Algunas perturbaciones relacionadas con el primer grupo son similares a las producidas por la dislexia y por tanto susceptibles de ser tratadas con métodos similares a los utilizados para corregir problemas de lecto-escritura. Pero no es el caso de los trastornos originados por perturbación del segundo grupo ya que implican la dificultad de captación de las relaciones lógico-aritméticas.
Para su tratamiento psicopedagógico se hace indispensable construir en la mente del niño todas las nociones que conllevan al desarrollo del concepto de número, tales como las nociones de correspondencia biunívoca, conservación de la cantidad, seriaciones reversibles, clasificaciones, etc. El plan de tratamiento debe basarse en las particularidades de las dificultades que presenta cada individuo. Es fundamental procurar que el niño adquiera conciencia de su trastorno y que mantenga una motivación positiva durante el curso del tratamiento.
Debe tenerse en cuenta que el discalcúlico por motivo de años de experiencias de frustración presentará conductas reactivas emocionales relacionadas con su fracaso escolar, por un lado, y, por otro, debidas a su falta de seguridad en sí mismo y de sus dificultades de relación social. Considérese que en su tratamiento la atención a sus dificultades emocionales es primordial.
La discalculia se reconoce por dificultades como:
- No logran la noción de valor de los números y de la relación que existe entre un grupo numérico y otro. Por ejemplo, ignoran qué cifra es mayor, si es el 5 ó el 8, si el 6 ó el 7, no reconocen el número que está antes o después de otro.
- No reconocen el significado de los signos de las operaciones.
- No alcanzan la posibilidad de abstracción de un concepto global numérico. Ejemplo: no pueden representarse mentalmente un grupo de cinco cosas, ocho, etc., y menos aún de sumarlas o restarlas, es por eso que frecuentemente utilizan los dedos para ejecutar una operación.
- Ignoran si los resultados son correctos o no.
- Invierten números 69 por 96, 75 por 57.
- Hacen transposiciones 1230 por 1320.
- Tienen confusiones de números, por ejemplo: 113 por 103, 465 por 475.
- Hacen agregados: 9800 por 980.
- En las operaciones aditivas pueden sumar las unidades con las decenas.
- Pueden presentar dificultades en las restas cuando se debe pasar de una decena a otra. Ejemplo: 13-7, 44-18.
- En las multiplicaciones pueden llegar a memorizar las tablas de multiplicar pero no logran establecer las relaciones lógicas de esta operación.