Sin sorpresa. No hay que tener una bola de cristal para saber lo que va ocurrir el 22 de abril del 2018 en Venezuela, sin duda veremos una elección presidencial similar a la de Nicaragua celebrada en el 2016, cuando fue “reelecto” por tercera vez Daniel Ortega, luego de que se le arrebatara la representación legal al Partido Liberal Independiente (PLI), considerado una fuerza importante de la oposición, y se creara otras organizaciones políticas para respaldar a Ortega y por supuesto se financiara a candidatos de apariencia opositora para que “compitieran” en la contienda electoral y darle la legalidad de rigor al proceso.
Resultados del 6 de noviembre del 2016, Ortega, según el CNE nicaragüense, se alzó con la victoria obteniendo un 68.2% de los votos con una abstención de 31.8%, que representaba más de dos millones y medio de votantes, pero la verdad verdadera es que la abstención llegó al 70% y sólo participó un 30% de la población electoral; así tenemos que quien realmente ganó la elección presidencial en Nicaragua fue la abstención que no sirvió como motivo de lucha en la calle y de denuncia ante el mundo sobre el fraude descarado cometido en el país centroamericano.
Valga acotar que esos dudosos resultados fueron avalados también por la misión técnica de la Organización de Estados Americanos (OEA) representada Wilfredo Penco. En el 2017 se realizaron las elecciones municipales y el frente sandinista volvió a barrer en las urnas electorales y obtuvieron la mayoría de las alcaldías; cualquier parecido con la realidad venezolana “es pura coincidencia” con la salvedad de que en la patria de Bolívar, se celebraron primero las municipales y regionales para ponerle fecha después a las presidenciales: 22 de abril de 2018.
En los próximos días veremos candidatos de apariencia opositora lanzándose al ruedo para medirse con Nicolás. Hasta el momento tenemos en cola a Claudio Fermín, fue el primero en saltar a la arena, no lo pensó dos veces, y creo que tampoco lo consultó mucho.
El otro es Henry Falcón, como a estas alturas no sé si realmente lo hará o no, puedo decir que si decide hacerlo pese a la decisión de la MUD, el señor Falcón se estaría jugando su carrera política y el trabajo que con esfuerzo logró consolidar al frente de la gobernación del estado Lara y la alcaldía de Barquisimeto.
Particularmente creo que la lucha no sería contra Maduro ni sus ex compañeros, su verdadera batalla sería contra la Unidad y terminará pulverizado, haciéndole un flaco favor al régimen.
El tercero en la fila es el pastor evangélico, Javier Bertucci, quien este fin de semana se perfiló como “potencial” contrincante para Maduro, durante todo el día domingo, cuando hizo pública sus aspiraciones, fue Trending Topic en las redes sociales, no por poner su nombre a la orden para ser candidato presidencial; sino por aparecer en la investigación de los Panamá Papers. Fue detenido en el 2010 por estar involucrado en el contrabando de cinco mil toneladas de combustible diésel, y cuenta con el apoyo irrestricto de Diosa Canales.
Ahora bien, que quede claro que el 22 de abril no habrá ninguna sorpresa, lo que sí habrá en Venezuela ese día no serán unas elecciones limpias y transparentes, como tampoco veremos unos candidatos “opositores” limpios y transparentes. Mis estimados lectores no se dejen engañar, ya lo saben.
La abstención no se juramenta, ni tampoco tumba gobiernos, por eso lo más lógico, coherente y congruente es que los líderes políticos venezolanos de oposición que decidieron dedicarse a este oficio, se pongan al frente de esta lucha acuerden de una vez por todas la ruta para salir de esta crisis, y se la comuniquen al país para que todos vayamos por el mismo camino.
Seis años más con Nicolás, sería imperdonable.