Los trujillanos ya no se alarman ante el robo de cableado, tapas del servicio del agua potable y cualquier elemento que se pueda vender y obtener en áreas públicas, pero bajo el tapete está el hurto de los panteones, una pérdida económica y espiritual que debe ser combatida por la ley
La familia García tiene uno de los panteones más antiguos del estado, uno de los primeros del cementerio, no de los más lujosos, pero está rodeado de esculturas hermosas de mármol y granito, una virgen María abrazando a su hijo y el último hogar de un bebé, donde un ángel finamente tallado miraba a su panteón.
Es imposible predecir cuándo algún familiar pasará a otro plano, pero los García siempre estaban preparados, iban de forma recurrente a llevar flores al cementerio, a limpiar y a podar cualquier maleza, uno de sus lemas es que todos terminarían allí en algún punto, por lo que el respeto y las oraciones llenas de fe no faltaban en su panteón, pensaron que de esa forma estarían a salvo, pero el hampa no perdona ni a las almas del más allá.
¿Cómo descansar en paz?
El dolor impactó a la familia, el hijo menor, Rafael falleció en un trágico accidente vehicular, la despedida fue larga y tormentosa; mientras su féretro bajaba a la fosa familiar el descanso eterno era pronunciado por los labios del sacerdote de la parroquia, lágrimas y pétalos quedaron sobre el panteón cerrado de forma hermética.
Pero en horas de la noche llegaron los amigos de lo ajeno, durante las acciones fúnebres notaron que el panteón tenía piezas de su interés, bajo el manto de la oscuridad por la carencia absoluta de alumbrado en el cementerio robaron el Cristo de la familia, las agarraderas, que pusieron resistencia, por lo que rompieron la tapa del panteón, ni los jarrones con las flores se salvaron, incluso rompieron la lápida para sacar letras de metal, y para culminar destrozaron las esculturas antiguas en un acto vandálico.
Doble dolor
Los padres de Rafael aún de luto seguían extrañando a su hijo, su recuerdo permanecía tibio en su hogar, cuando una llamada telefónica rompió el silencioso duelo, familiares les informaron sobre el atentado contra su panteón en el cementerio local.
La sorpresa y la ira se apoderaron del padre y el dolor de la madre se profundizó, para ambos fue una falta de respeto al legado de sus familiares que con mucho trabajo habían logrado aquel panteón, una deshonra espiritual para los difuntos y en el contexto económico les era imposible reparar todos los daños, solo en el entierro y la urna se había ido parte de los ahorros de la familia.
Recuento de daños
Los familiares más estables emocionalmente acudieron al lugar, limpiaron los escombros y analizaron todos los daños, acudieron a los trabajadores del cementerio por respuestas y éstos en harapos de trabajo indicaron que no era la primera vez, que los robos ocurren cuando no hay nadie presente y aunque han puesto la denuncia ninguna pieza hurtada ha sido regresada a sus propietarios, ellos mismos temen por su seguridad y por lo extenso del cementerio es imposible cubrir todas las entradas y llegar a todos los panteones.
La frustración llegó a los ojos de muchos y bajo en forma de llanto, no había justicia ante este crimen, la denuncia fue colocada ante las autoridades, pero en el transcurso de los días perdieron la fe de alguna solución, solo los miembros de la familia con más coraje acudían a visitar a sus familiares, la tristeza de la fachada del panteón incrementaba la sensación de ausencia y desamparo, la ley de los hombres no hizo nada, en sus creencias esperan que la ley divina pueda.
Datos alarmantes
Según reclamos de la comunidad no solo la materia prima de los panteones es saqueada por los ladrones, sino que amparados en el abandono de los cementerios han abierto las lápidas llegando a robar ropa y hasta partes del cuerpo de cadáveres, empleando huesos para rituales de hechicería, la familia ha optado por no colocar ninguna pieza de valor o joya con los cuerpos porque también son robados.
Acá el problema no es solo el hampa organizada que atraca con herramientas y vehículos a los cementerios, sino el mercado negro que compra estas piezas robadas sin importar de dónde provienen, los trujillanos de cada municipio siguen haciendo un llamado a los entes gubernamentales para el resguardo de los cementerios y a las autoridades para que resuelvan los casos y hagan pagar a los delincuentes que no le temen ni a los muertos.
Sin ley
Ya que cualquier persona puede ingresar a los cementerios públicos los robos ocurren hasta en horas del día, familiares de difuntos son atracados y hasta en municipios como Boconó se han denunciado casos de violación en el recinto santo.