Las navidades son fechas de festejos, hallacas, gaitas y luces, pero sobretodo la unión familiar, es algo que identifica a la llamada nochebuena en nuestra tierra venezolana, Trujillo tiene sus tradicionales hallacas de caraotas y sus reuniones para hacerlas en un ambiente de dicha, por lo que al platicar con los migrantes, la nostalgia y la tristeza son difíciles de ocultar.
“Hace tanta falta el dinero para comer, para cosas materiales, pero en estos momentos nos damos cuenta que estar lejos de nuestras familias, de nuestra tierra no tiene precio”.
Juventud
Muchos jóvenes trujillanos decidieron salir del país para cumplir sus metas o para brindarles una mejor calidad de vida a sus familias, ante la hiperinflación y la falta de servicios básicos en la región, por lo que ahora sus navidades son distintas, tienen otro sabor, a nostalgia, a pérdida, a anhelo.
“Lo más difícil para mí, es que nunca, pero nunca pase un diciembre sin ellos. Si decidimos irnos a otro lado, siempre íbamos todos. Siempre recibimos el año nuevo juntos… Y ahora ya son 2 diciembres sin ellos. Cuánto los extraño”.
Adecuarse a nuevas tradiciones sin perder la esencia trujillana no es el único reto, además de la soledad, también los fuertes horarios de trabajo impiden a muchos cumplir con las celebraciones, estos días son laborales y deben trabajar bajo presión ante su condición de extranjeros.
Trabajo duro
“Lo más difícil de las navidades acá es el tiempo, porque como migrantes la mayoría trabajamos sin descanso y entonces ya no estás pensando en navidad sino en trabajar y sobrevivir, ya”.
El recuerdo de esa Venezuela rica, basta en recursos y humanidad sigue en la mente de quienes la extrañan a la distancia, la última navidad que pasaron en tierra trujillana es una memoria atesorada como el primer regalo que les trajo el Niño Jesús en su infancia.
“Extrañando mi país, mi casa ese ambiente navideño desde el 15 de noviembre hasta el 2 de febrero día de La Candelaria, compartir en familia haciendo tus hallacas esperando la llegada del niño Dios, donde todos nos reuníamos para ver los regalos y como olvidar ese cañonazo, esperando las 12 campanadas”.
Los trujillanos pasarán otra navidad tratando de no perder la ilusión, de no olvidar sus raíces “con el cuerpo lejos de casa, pero con el corazón justo donde nací”, sin duda para muchos, en esa carta de navidad, el principal deseo será, poder regresar.