Myriam Sambrano, mujer de gran intelecto y credo ético

 

 

Hoy en Historias de Vida al conmemorarse 20 años de su partida, la recordamos como una de las mujeres insignes de la trujillanidad. Y es que, Myrian Sambrano transmitió esa sensibilidad por las artes plásticas a propios y a extraños. Tenía una filosofía de atención a la gente, a la cultura. Esa vocación de servirles a los demás la marcó, se convirtió en su ADN, en su sello de presentación

Para todos se llamaba Myriam, pero en lo más íntimo de su núcleo familiar, sabían que esta mujer gentil y de mucho temple, había sido bautizada como Myriam Isabela Sambrano Urdaneta. Desde su adolescencia, su nombre tuvo una nueva y definitiva variación. Desde entonces, y con el pasar del tiempo y en pleno crecimiento personal, intelectual y familiar, se habló de Myriam Sambrano de Urosa, respetada dama de la cultura en el municipio Boconó, fundadora del ateneo y defensora de la cultura boconesa.

Se cumplen 20 años de haber recibido el llamado de Dios, 20 años de haberse elevado como los ángeles al reino celestial, por lo tanto Historias de Vida recuerda a quien por más de cuatro décadas presidió el ateneo de Boconó, al que consideraba epicentro de la educación y la cultura. Ahí se destacó como gerente en esta área y promotora de las artes plásticas. Siempre hablaba de cómo en esta institución se reunían grandes representantes de todas las artes. Eso sí, decía: Estaré en el ateneo hasta que venga otra persona y le dé continuidad a este trabajo.

Fue una de las mujeres insignes de la trujillanidad. Y es que, Myrian Sambrano transmitió esa sensibilidad por las artes plásticas a propios y a extraños.

Desde niña cultivó un inmenso fervor por la cultura por hacer de su tierra un gran epicentro de las artes. Y, como una decisión divina, su vida se enfiló en eso, hasta en los momentos más difíciles de su existencia, ya que hasta sus últimos días de vida se mantuvo firme en sus quehaceres, días que no pueden quedar en un pasado, olvidados, su recuerdo, legado y obra debe perpetuarse.

En plena adolescencia en 1947.

Vocación de servicio

Sus padres, Sabás Sambrano, hombre de ascendencia hispano-libanés, había nacido en Santa Bárbara del Zulia, un día se trasladó a las montañas de Boconó en mula y un cargamento de películas del cine mudo para ser exhibidas. En el Jardín de Venezuela conoce a María Apolonia Urdaneta Velasco y fue tanto su amor por ella, que decide quedarse en esta tierra. En el año 1923 se casan, unos siete años más tarde nacería su hija, ya había tenido un varón, Oscar de Jesús. A esa niña que vio luz un 14 de septiembre de 1930, la llamarían Myriam Isabela.

A Myriam Isabela, sus progenitores le cultivaron la vocación de servicio. Tenían una filosofía de atención a la gente, a la cultura. Esa vocación de servirles a los demás la marcó, se convirtió en su ADN, en su sello de presentación.

Myriam Sambrano fue figura clave en la conformación de una civilidad moderna del Boconó pueblerino que despuntaba su crecimiento, extendiendo su acción hasta el día que tuvo que cambiar de paisaje, un 17 de febrero de 1998. Fue una mujer con un credo ético muy personal, que la hizo asumir cada trabajo como una pasión, que se traducía en ella en convencimiento y compromiso formal con la excelencia, desde la presidencia del ateneo, hasta su compromiso con el mecenazgo no sólo de las artes sino de todo artista que acudiera a ella, todo dentro de parámetros de calidad, sólido criterio y equilibrado sentido crítico para lograr obras de alta factura. Boconó y todo el estado Trujillo deberán reconocer a lo largo de su historia la importancia que Myriam Isabela Sambrano Urdaneta tuvo en ella.

Su extraordinaria labor fue condecorada por Rómulo Betancourt.

Espíritu luchador y tenaz para servir

Destacar la labor que durante estos años realizó esta noble mujer trujillana, no es un simple elogio a un ser talentoso y audaz, ¡No!, es reconocer la labor responsable, dedicada, que dejó como legado, nada fácil de una mujer que renunció a muchas cosas en el ámbito personal para dedicarse en cuerpo y alma a la institución ateneísta, sabiendo mantener con pulso firme, equilibrio, un gran amor a su ciudad, a la institución que presidía y a sus compañeros de grupo; la transición que se estaba efectuando en el ateneo como institución que era y tenía que seguir siendo; el resultado de la iniciativa de un grupo cada vez mayor de entusiastas hombres y mujeres, habitantes del hermoso Jardín de Venezuela, para los cuales debía ser cada vez más, un lugar adecuado para el ejercicio de la libertad de pensamiento a través del encuentro y el intercambio creativo de ideas y experiencias.

Así fue esta mujer. Su espíritu luchador y tenaz debe servir de ejemplo para todos. Hoy nos sentimos orgullosos de poder recordar su legado y contribuir a mantenerlo vivo.

 

No son simples elogios

Destacar la labor que durante años realizó esta noble mujer trujillana, no es un simple elogio a un ser talentoso y audaz, ¡No!, es reconocer la labor responsable y dedicada que dejó como legado.

 


1998

 Un 17 de febrero luego de batallar cedió ante la enfermedad que le aquejaba. Ese día todo Trujillo y en especial Boconó, se inundó de lágrimas. El pueblo derramó el amor profundo que sentía por ella.

 

Colocó la primera piedra para fundar el ateneo de Bonocó, el cual dirigió por más de 40 años.

 

 

 

 

 

 

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