Ciudad de Panamá, 24 abr (EFE).- El presidente de Panamá, José Raúl Mulino, declaró este jueves como zanjada la crisis migratoria en la selva del Darién, la frontera natural con Colombia, al asegurar que «para todos los efectos prácticos» ese paso está «cerrado» por la caída drástica en el flujo de migrantes: «Misión cumplida».
Mulino explicó durante su rueda de prensa semanal que en lo que va de abril han atravesado el Darién 73 migrantes en su camino hacia Norteamérica, frente a los 194 que lo habían hecho en marzo, o los 29.259 que lo hicieron en abril del año pasado, lo que supone una caída respecto a 2024 del 99,7 %.
«Este año, abril, 73 nada más, lo cual es una misión cumplida en nuestra política migratoria que se ha hecho con mucho esfuerzo y para todos los efectos prácticos para nosotros, Darién está cerrado», sentenció el mandatario.
En lo que va de año, según datos oficiales a los que tuvo acceso EFE esta semana, han atravesado el Darién 2.904 migrantes, frente a los más de 126.000 del mismo periodo del año pasado.
Además, en lo que respecta a la llegada inversa de migrantes de norte a sur, empujados por la dificultad de entrar a Estados Unidos o por las deportaciones tras el endurecimiento de las políticas migratorias en el país tras la llegada de Donald Trump al poder a finales de enero, el número no es «considerable».
Mulino detalló que el flujo inverso asciende en lo que va de año a 7.757 personas: 2.319 en lo que va de abril, frente a 2.804 en marzo. Del total de llegadas, alrededor del 95 % según datos proporcionados a EFE, son venezolanos, mientras que el resto de nacionalidades predominantes son colombianos (3 %), peruanos y ecuatorianos.
«No tenemos flujo migratorio entrando de manera considerable. Siempre va a haber, es importante que se sepa, siempre va a haber y siempre ha habido, pero no en las dimensiones de decenas y miles que vivimos en los años anteriores», subrayó.
El presidente de Panamá detalló que ese flujo inverso está siendo manejado «de una forma muy coherente» por las autoridades migratorias panameñas en coordinación con sus homólogos de los países vecinos, tanto de Colombia, el primer destino, como desde Costa Rica, como país previo de tránsito.
«Sinceramente es manejable la situación, usted no está viendo ningún desborde migratorio producto del flujo inverso que le llaman. Así que bueno, seguimos en eso trabajando para ayudarlos a pasar y que cojan su rumbo hacia Colombia», afirmó.
El Gobierno panameño vincula la caída del tránsito migratorio hacia el norte a medidas como el cierre de caminos en la selva para habilitar un único «corredor humanitario», la aplicación de multas por entrar de forma irregular al país, y el programa de vuelos de deportación financiado por EE.UU.
Ese acuerdo, suscrito por Panamá y Estados Unidos el 1 de julio pasado, el mismo día de la toma de posesión de Mulino, contempla la repatriación vía aérea y con base a las leyes panameñas de migrantes irregulares que hayan llegado al país centroamericano, con Estados Unidos financiando los vuelos.
Sin embargo, fue la llegada al poder en Estados Unidos de Donald Trump y sus nuevas restricciones migratorias lo que hizo descender de manera drástica el paso de migrantes hacia el norte y provocó un aumento en el «flujo inverso», aunque de manera más limitada que los pronósticos iniciales.
Las restricciones en Panamá están vigentes desde el año pasado, que cerró con 300.549 migrantes que llegaron al país centroamericano tras cruzar el Darién, un 41 % menos que la cifra récord de 511.103 de 2023, de acuerdo con las estadísticas oficiales citadas el pasado enero por Mulino en una rendición de cuentas ante el Parlamento.
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