MUJER TRUJILLANA Fuente altiva y cautivadora de prosas

La mujer trujillana ha jugado papel significativo, trascendental en los diversos órdenes de la historia, la cultura, el profesionalismo, la política, deportes a través de las diferentes épocas, lo que ha generado la más profunda admiración

PROTAGONISTAS DE EXCEPCIÓN. Ha sido gracias al don de la mujer que se han gestado grandes movimientos. En esta composición gráfica de 30 imágenes seguramente faltan muchas, pero con : Barbarita de la Torres, Mercedes Díaz, Ana Tejera Hernández, Carmen Sánchez de Jelambi, Eloísa Fonseca, Ángela Álvarez de Lugo, Aura Salas Pisani, Miryam Sambrano, Mireya Mendoza, Lourdes Dobuc de Isea, Ana Enriqueta Terán, Panchita Duarte, Josefa Sulbarán, Eloísa Torres, Rafaela Baroni, Aura Briceño Monreal, Elsa Cabrita, María Rosario Abreu, Marlene Briceño, Pilar Romero, María de Arroyo, Gladys Mota, Ana Marchandi, Amparo Briceño Perozo, Albertina Quevedo de Coll, Ivetta Hidalgo, Eyilda de Brandi, la Nena Médicci, Dora Maldonado y Mery Hernández, queda representada dignamente la grandeza de todas las mujeres trujillanas.

 

 

En el estado Trujillo no se ha realizado ningún hecho de importancia en donde no haya influido, directa o indirectamente la mujer.

No cabe ni la menor duda que el sentido de la responsabilidad que tiene la mujer trujillana ha sido y es muy grande: sabe respetar, cumplir y actuar como lo requiere el momento y las circunstancias, siempre insistirá en proteger y cobijar a su hijo y se esmerará por abrirle un camino de progreso y decencia con la inmensidad de su amor.

El trabajo abnegado de la mujer de esta tierra se ha visto reflejado en el trascurrir de la historia. Gracias a la dedicación, a su don de servicio, atención y solidaridad de un grupo de femeninas que se dedicó por completo se han logrado echar adelante grandes proyectos fundamentales en el crecimiento y desarrollo regional, en materia cultural, educativa, deportiva, profesional y social.

Ha sido gracias al don de la mujer que se gestó la consolidación de un exitosos movimiento cultural-ateneísta en la entidad, al cual se dedicaron y esmeraron por años, elevando a un gran nivel dichos centros de cultura.  Igualmente a la mujer se le debe muchas luchas por reunificaciones en favor de la comunidad.

 

En los anales de la historia

La tradición heroica de nuestras mujeres puede haber arrancado desde aquellas épocas de princesas de skukes que para no ser violadas por los conquistadores, preferían optar por el suicidio, antes que cargar con el deshonor en la raza pura, propiciados por los bárbaros invasores.

Y esta línea de coraje y valentía tiene su valoración primordial en la heroica amazona Barbarita de la Torre, quien se colgó su flecha, como lo hacían las fabulosas mujeres de Capadocia, cargaba su pesada arma de fuego y su espada para combatir a las huestes españolas junto a su padre.

En la independencia las madres trujillanas se convirtieron en auténticas espartanas, al obligar a sus hijos a abrazarse a la causa de la libertad. Flores, vítores y fiestas, fueron los más generosos y exquisitos regalos para nuestras damas en las visitas que hiciera Bolívar a los diferentes pueblos de la región. Por eso El Libertador, salpicado de tanto encanto y belleza, diría en Boconó: “Este es el Jardín de Venezuela, y en una aldea escuqueña, esta es La Mata de las Flores”.

Cumplida su cuota en la gesta independentista, la mujer se adhirió a las tareas hogareñas, participando al mismo tiempo en labores educativas, culturales, duras faenas del campo, y cuando revienta el polvorín del caudillismo, volvió a transformarse en aquellos símbolos amazónicos, con temple varonil, montada a caballo y compartiendo el destino de sus parejas.

En la entidad también hubo mujeres que contribuyeron con establecimientos de poblados. Es así como en la historia aparecen nombres como, Doña  Mercedes Díaz dueña de los terrenos donde se construyera una capilla a beneficio de una comuna, dando a luz posteriormente a Valera en 1820 como Parroquia Eclesiástica. Pero también en 1.844 la señora Isabel de Peña donó el terreno para la refundación de Pampán, devastado por las fiebres.

 

Educación como valor primario

Si bien en la época de guerra, la  mujer trujillana esgrimió la bandera de la más digna solidaridad, en el tiempo de la paz, tomó el estandarte, más sublime, el de fundar escuelas, institutos, para regar la luz, sacando del infierno de la oscuridad a miles de analfabetas, en esa siembra de la conciencia y la cultura.

En Valera, Escuque, Trujillo, Betijoque, Carache, Urdaneta y Boconó, surgieron muchos colegios amasados con las manos y las voces femeninas. Y a lo largo de los años, lustros, década y siglos aquellos nombres se han hecho permanentes, vigorosos, recios en el tributo inolvidable. Así hoy se sigue hablando de Ana Tejera de Hernández, Carmen Sánchez de Jelambi, Eloísa Fonseca y tantas otras que contribuyeron con la primera enseñanza como: Amparo Briceño Perozo, primera maestra graduada en Trujillo en 1939.  También están los nombres de: María Chiquinquirá Dupuy de Enríquez, María de Dolores de Araujo, María de Lourdes Paredes, Pepita Espinoza del Gallego, María Angélica Álvarez de Lugo, Corina de Pieters, Margoth Briceño de Vetencuort, Aura Salas Pisani. Hay muchas otras de grandes méritos por sus enseñanzas.

 

Las artes

En el mundo de la creación artística nuestras mujeres han destacado, principalmente en los últimos 60 años como estrellas rutilantes en los campos de la poesía, la narrativa, la pintura, y el arte en general.

Para satisfacción y orgullo, hemos llegado a contar con la más extraordinaria poetisa, considerada por los críticos más agudos y profundos conocedores como uno de los más grandes valores que haya dado Venezuela, Ana Enriqueta Terán.

En la narrativa los trujillanos se enorgullecen de, Antonieta Madrid, figura de primera línea en el manejo de una agradable y cautivadora prosa.

Lourdes Dubuc de Isea, ha sido otra de las magníficas escritoras que haya dado esta tierra.

Sus libros de investigación en el orden folklórico, sus ensayos, sus crónicas, constituyen la formidable fuente creativa.

En el campo de la cerámica el estado Trujillo, ha producido uno de los valores en esta actividad artística, Eloísa Torres, su arte la catapulto y sobrepasó límites nacionales e internacionales.

En el universo de la plástica ningún manantial ha sido tan rico para que las cascadas femeninas estamparan en tela sus quehaceres creativos.

Ahí hemos tenido a Josefa Sulbarán, con su candor y pureza, que se asentó en el firmamento venezolano, tal como lo expresara el crítico y poeta Juan Calzadilla, quien la calificó como una de las ingenuas más auténticas en el arte pictórico.  La lista es larga y todas merecen el reconocimiento debido, entre ella, Rafaela Baroni, una artista integral, talladora, pintora, músico, bailarina y cantante, mujer de dotes extraordinarios.

 

La mujer trujillana, es verso, es poesía, es retrato vivo de una guerrera que ha luchado por sus ideales.

 

La cultura

Hubo un lapso en que Trujillo floreció como  Estado Ateneo, y jamás la cultura estuvo en mejores manos como en ese periodo de dulzura, de trabajo, dedicación y de incesante movimiento.

Aura Salas Pisani encabezó todo con su dedicación y planificación excepcional manejaba el timón del Ateneo de Valera, Mireya Mendoza lo hacía en la ciudad de los cedros y el Castán y Miriam Sambrano, conducía con gran atino y un amor especial el Ateneo de Boconó. Marlene Briceño heredó de Salas Pisani el legado y lo supo mantener en alto nivel.

 

Guerreras en la política

La mujer siempre ha estado atada al carro de la política, en abierta solidaridad con los movimientos por la lucha hacia un mundo mejor.

Es digno resaltar la actividad que durante el decenio de terror pérez-jimenista tuvieron las esposas y familiares de los máximos dirigentes adecos y comunistas en el estado Trujillo.

Laura Pérez de Prada y Blanca Dalia Barreto, se constituyeron  en símbolos de esa ardua lucha.

La pionera de la rama en el periodismo valerano, Mery Hernández y Albertina Quevedo de Coll fueron otras que se involucraron en aquella lucha en favor de la democracia y libertad.

En los últimos 40 años la política trujillana se ha visto impregnada de la belleza de la mujer, de sus talento, capacidad y destreza.

Hubo un lapso que se puede catalogar de inolvidable, hablamos de la década de los años 80 cuando la Dra. Dora Maldonado se convierte en Gobernadora de Trujillo, comenzaba a relucir el dominio de la mujer en la forma de hacer política, y eso tuvo un gran efecto. La  mujer se convirtió en líder del gobierno regional.

 

Momento único

En ningún momento histórico como en el de aquella época han mandado en las diversas esferas la mujer como fue en Trujillo.

Detrás de la Dra. Maldonado estaban, como  Secretaria General de Gobierno Hilda de  Godoy; en Educación figuró Enma de Ruiz, la Directora de Bienestar Social, Minerva de  Villegas, la Coordinadora de Cultura, Marlene  Briceño. En el Poder Judicial,  figuraban en los cargos de jueces, Clara Inés de Valecillos, Dora Elena de Abreu, Carmen de Mazzei. Como defensora del Poder Público, Violeta Altuve. Al frente de Emdutruca (Empresa de Desarrollo Urbano, Isabel Febres de Bolla. En Planificación Municipal encontrábamos a Dianora de Alvarado. Quienes autorizaban la entrega de los recursos para las actividades culturales de la municipalidad valerana les correspondió a,  Aura Salas Pisani y Dilia Rojas. Y en ese mismo Ayuntamiento había otras de mucho aplomo como, Ivetta de Hidalgo, Laura de Prada, o María Paz Linares.

Como se ve el poder matriarcal del ejecutivo trujillano tuvo su época esplendorosa, ellas formaron una legión compacta y aguerrida.

En ese mundo político, Trujillo ha contado con mujeres al frente de alcaldías, caso como Olida Ocho en Candelaria, Luz del Valle Castillo en Trujillo y hoy día, Iroschima Vásquez en Valera.

También en el ámbito político no podemos olvidar nombres como, Francisca de Contreras, Silvia Ochoa, Ángela Cruz, Olivia Pérez, Trina de Añez.

 

Muchas más…

La lista de nuestras heroínas en los distintos campos se pierde de vista. Así tenemos a una Panchita Duarte la eterna “Alondra”,  el trabajo cultural y teatral de Pilar Romero, con ella Ana Pinto. En el deporte. Ana de Marchandi, Ángela Delgado, María de Arroyo, Isbelia La Cruz, Taylandes Arroyo, Elena Carrillo, Ninoska Luque, Neira García, Trina Regalado, Nelly de González, Yohen de Rojas, Aleidy Martínez, Liliana Gracia, Daniely García, la lista se extiende… En la danza y ballet hemos contado con una pionera como: Gladys Mota, Eddy Colmenares, Eglee Toro, Mary Bastidas, Blanca Richars, Ida Canyemit, Marisol Urbina,  Yelitza Barrera, Omaira Pacheco, Maribel Carreño, Lina Briceño, Lila Morillo, Liliana Antequera, Rosario Moreno y Auris Berríos. Es grato recordar la dulzura y amor materno de Eyilda Brandis, un ser inolvidable de una inmensa calidad humana, mujeres excepcionales, e intelectual como; Aura Briceño Monreal, Elsa Cabrita maestra fluida y de mucha riqueza espiritual que se plantó con la creación de los Niños Cantores de Momboy.  En esta aparte hay que edificar lo hecho por Doña Adela de Burelli en La Puerta.

A principio de 1900 un grupo de damas se involucran en el mundo periodístico desde Pampán, por allá aparecieron nombres como los de: Amalia Peña, María Cristina Segnini, María Carrillo y Josefa María Peña, y Rosa Arminda Segnini. La lista de las trujillanas célebres la ampliamos al mencionar a, Inés Delia Segovia quien fue la primera trujillana en recibirse de médico en 1945, por esos años estaba la figura de Ana Graciela Lomelli la primogénita en graduarse en Ciencias Políticas en la UCV, la gran Doña Albertina Quevedo de Coll bandera de las manifestaciones femeninas en contra de la dictadura. Engalanamos con figuras de la talle de, María Rosario Abreu, Lesbia La Porte, Elena de Bastidas, Alide Anselmi de Casanova, la Nena Médicci, Filomena Torres.

Ha sido excepcional, único, maravilloso el rol desarrollado en toda su historia por parte de la mujer trujillana, un hermoso ser que ha sabido representar de la mejor manera el gentilicio del buen trujillano. A todas las mujeres trujillanas felicitaciones y mil ¡GRACIAS!

 

 

 

 

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