Muerte de una niña de 7 años por falta de diálisis activó la protesta del personal médico que la atendía

Los trabajadores del Ivss en Táchira manifestaron en homenaje a Wendy, de siete años, que murió por no recibir diálisis. Foto Lorena Bornacelly

San Cristóbal.-  “Murió porque no conseguimos el catéter, porque humanamente hicimos todo lo posible” comenzó explicando el enfermero que acompañó a Wendy durante los últimos cinco años en sus diálisis y que pidió no ser identificado.
Por años enfermeros, médicos y personal de mantenimiento vieron crecer a Wendy en el Hospital Dr. Patrocinio Peñuela Ruíz, perteneciente al Instituto Venezolano del Seguro Social (Ivss) y ayudaron a la familia Moreno en todo lo que podían para mantener estable a la pequeña de siete años.
Pero poco a poco el estado de salud de la niña se fue deteriorando hasta llegar “el temido día” como lo nombraron quienes la atendieron. “Wendy se colocó muy mal porque duró siete días sin diálisis, eso en un paciente renal es una eternidad y de vida o muerte y esta es la consecuencia, una familia perdió a su hijita por no tener diálisis” dijo Mayra Ceballos, enfermera del Ivss.
“El dolor es indescriptible, porque la vimos crecer, la vimos en las buenas y las malas, ayudamos con mucho amor a su familia de muy bajos recursos. Queríamos que viviera tanto como sus papás porque la amábamos y vimos morir a un ángel por la escasez de insumos médicos” dijo el enfermero que reservó su nombre.
Tras pasar una semana sin diálisis necesitaban para ella un catéter bilumen de 9.5 y pese a los esfuerzos por conseguirlo no lo lograron incluso buscándolo y pidiéndolo en toda Venezuela.
Quienes trabajan en la Unidad de Diálisis agotaron las posibilidades de mantener viva a Wendy, no solo se dispusieron en vehículos personales a buscar el catéter sino que se comunicaron con sus colegas de otros hospitales y centros de salud sin éxito.
“Llamamos a Caracas, al Domingo Luciani en Miranda, al J.M  de los Ríos y ninguno tenía este catéter, buscamos y buscamos pero nada. Al sexto día la niña ingresó a la Unidad de Ciudados Intensivos (UCI) porque estaba mal sin diálisis” narró la enfermera Ceballos.
En medio de la tragedia que vivían los padres, médicos y enfermeros una opción reavivó la esperanza pues en Cúcuta, norte de Santander en Colombia el catéter era vendido para quien lo necesitaba y para ellos esa posibilidad era la salvación de la niña. Todo cambió cuando  supieron que el precio era de 600 mil pesos colombianos que al cambio de ese momento (un bolívar por cada 0,020 centavos de peso) representaban 30 millones de bolívares.
30 millones de bolívares que sus padres no tenían. La mamá de Wendy no trabajaba pues debía cuidar se su hija y viajar con ella casi a diario desde San Antonio del Táchira hasta San Cristóbal y el papá, trabajaba doble turno como vigilante en un negocio en San Antonio y el ingreso tan solo les alcanzaba para costear gastos de alimentación y transporte.
Luego de siete días en UCI y sin diálisis un enfermero logró conseguir un catéter que aunque no era el que necesitaba Wendy, al menos serviría de alivio pero cuando se lo intentaron colocar, tuvo un infarto y murió.
“Como padres nos duele lo que pasó, como humanos nos hiere que a diario las personas se mueran porque en los hospitales no tenemos insumos ni medicamentos. Wendy nos despertó, nos hizo recordar que si no luchamos por los derechos de nosotros y nuestros pacientes nadie lo hará, por eso protestamos, para pedirle al gobierno que se sensibilice y nos envíe medicamentos y materiales para salvar vidas” dijo con tristeza la enfermera.
“Vamos a protestar, así sea un ratico a diario pero lo vamos a seguir haciendo porque no queremos más muertes, no queremos más dolor. Vamos a manifestar de manera pacífica como un homenaje a Wendy, como un homenaje a una niña que merecía vivir y murió por no tener un catéter” dijo Ceballos.
Los trabajadores de la Unidad de Diálisis han manifestado frente al Ivss en compañía de trabajadores de otras áreas del hospital pues ademas de no tener cómo atender a quienes recurren a ellos, perciben sueldos que consideran insuficientes.
“En cada quincena cobramos 120 mil bolívares y eso no es nada, no podemos pagar ni el transporte público y pedimos hasta la cola con tal de llegar al Hospital pero es difícil porque los pocos que seguimos trabajando no logramos atender a todos y menos aún porque no tenemos materiales” indicó Silvia Luenga, también enfermera del Hospital.
En Táchira aproximadamente 400 pacientes renales padecen a diario la escasez de medicamentos, materiales, insumos y personal médico para realizar sus tratamientos de diálisis que les permita mantenerse vivos o con mejor calidad de vida.
El Pitazo
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