Muere Jean-Paul Belmondo, la sonrisa eterna del cine francés

EPA/IAN LANGSDON/Archivo

París, 6 sep (EFE).- El actor Jean-Paul Belmondo, la sonrisa eterna del cine francés, falleció este lunes a los 88 años, una desaparición que deja a la pantalla sin una de sus grandes figuras a nivel mundial.

Belmondo, que arrastraba problemas de salud desde que sufrió un accidente cerebrovascular en 2001, falleció «tranquilamente» tras pasar varios días «muy fatigado», explicó el abogado y amigo personal del actor, Michel Godest, quien anunció la noticia en varios medios.

«Belmondo era un tesoro nacional», afirmó el presidente francés, Emmanuel Macron, para resumir el significado de la pérdida para todo el país, ya que el intérprete era inmensamente popular y apreciado por el conjunto de la sociedad francesa.

DEL CINE DE CULTO AL DE ACCIÓN

Hijo de un escultor y una pintora, se interesó rápidamente por la interpretación y estudió en el Conservatorio de París.

Saltó a la fama en 1960 con la memorable «À bout de souffle» («Al final de la escapada»), la cinta que también lanzó al director Jean-Luc Godard. Allí comenzó una serie de películas de cine de autor con algunas de las grandes figuras de la «nouvelle vague» francesa, como Godard, Claude Chabrol, François Truffaut o Louis Malle.

Un buen puñado de filmes de culto proceden de esa época, como «Un singe en hiver» («Un mono en invierno», 1962), «Pierrot le fou» («Pierrot el loco», 1965) o «La Sirene du Mississipi» («La sirena del Mississippi», 1969).

Con un físico particular muy alejado de los estereotipos del galán hollywoodiense (nariz rota de sus tiempos de boxeador, arrugas en la frente, labios gruesos y una sonrisa permanente), Belmondo se convirtió rápidamente en una figura casi imprescindible en el cine francés.

Pero poco a poco, sobre todo a partir de 1965, se orientó a un cine más comercial y de aventuras, a menudo con escenas de acción que insistía en rodar él mismo, sin doble, a las órdenes de directores como Philippe de Broca.

Estas escenas de acción acabaron convirtiéndose en una de las señas de identidad de «Bebel», como era conocido popularmente.

De esa época son cintas en las que encarga a gángsters, aventureros o agentes secretos: («L’Homme de Rio»/»El hombre de Río» -1964-, «Borsalino» (1970), «La scoumoune»/»El clan de los marselleses» -1972-), «Le magnifique»/»El magnífico» (1973), o «Leon»/»El profesional» (1981).

Los principales premios llegaron muy al final de su carrera. En 1989 fue el ganador del César al mejor actor por «Itinéraire d’un enfant gâté» (aunque jamás lo recogió) y en 2016 recibió el «León de Oro de Honor» en el Festival de Venecia.

EL CARADURA QUERIDO POR TODOS

Con una carrera cinematográfica que se extendió medio siglo, de 1959 a 2009, Belmondo se convirtió en un símbolo de Francia, donde sus personajes de pícaro seductor que en el fondo es un sentimental de buen corazón, acabaron casi formando parte de la familia.

«En él, todos nos encontrábamos», afirmó Macron en Twitter, donde señaló que el actor era a la vez «héroe sublime y figura familiar».

Más aún, Belmondo daba la impresión de autenticidad. «En la vida real era como en las películas», recordó hoy el director Claude Lelouch, otro de los grandes realizadores con los que trabajó.

Otro mito de la época, Alain Delon, que compartió cartel con Belmondo en varias películas pero sobre todo en «Borsalino», confesó estar «completamente destrozado», según declaró al canal televisivo CNews.

«No estaría mal si nos fuéramos los dos juntos. Era una parte de mi vida», confesó Delon, de 85 años, quien compartió con Belmondo una gran amistad, disfrazada a veces de rivalidad cinematográfica para alentar el morbo del público.

Las cadenas de televisión francesas modificaron su programación para emitir esta noche ediciones especiales sobre la figura del actor y algunas de sus películas más destacadas.

El historiador del cine Philippe Durant, que publicó en 2011 su biografía «Belmondo», escrita en colaboración con el desaparecido actor, resumió su figura de forma escueta: «Era más que una leyenda, era Belmondo».

Por Rafael Cañas

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