Mortadela es la proteína que ofrecen a los abuelos de Valera en el Comedor Popular

 

En la Avenida 13 entre calles 11 y 12 se ubica el comedor popular Monseñor Miguel Antonio Mejías del municipio Valera, lugar al que asisten 300 personas de la tercera edad, según el registro del Instituto Nacional de Nutrición del estado Trujillo; muchos de ellos, en situación de calle, y otros sin los recursos necesarios para costear su alimentación diaria.

Al acercase a las inmediaciones de la institución se puede observar la corta fila de personas que a las 10:30 a.m. esperan que les abran la puerta para entrar a lo que podría ser un hogar para ellos. Muchos de los abuelos que comen allí, se encuentran en situación de calle y se dirigen hasta el Comedor para pasar su día conversando entre juegos de mesa con sus compañeros.

José López, coordinador de servicio, explicó a Diario de Los Andes que estas 300 personas pertenecen a la data del programa “Plato Servido” del Comedor de Valera, y son beneficiadas con el almuerzo de lunes a viernes. Por su parte, María Gabriela Hernández, coordinadora del Comedor Popular de Valera, añadió que la mayoría de las personas que atienden son habitantes de las adyacencias de la institución, pero que también algunos son de otros municipios como Carvajal.

“El menú es estructurado por la nutricionista encargada, y los alimentos que llegan son los distribuidos por Mercal o Distal. Actualmente solo se les está dando mortadela como proteína tres veces a la semana, y los otros dos días granos, que sería proteína vegetal”, puntualizó López.

Sin embargo, la coordinadora Hernández explicó que dan un plato que aporta el 40% del requerimiento diario, esto distribuido entre macro y micro nutrientes; “en ocasiones recibimos también pollo. Siempre es variado el menú”, todo bajo lineamentos del Instituto Nacional de Nutrición.

Pero, la mayor parte de las personas que asisten al lugar están de acuerdo en que los platos no varían con tanta frecuencia. En este sentido, María Ruiz, habitante de La Hoyada beneficiada por el plan, expresó: “Lo único que uno pide aquí es que le dan otra cosita, porque eso cansa, solo nos dan arroz con mortadela, otros días pasta con mortadela o arroz con arvejas”.

La calidad del servicio ofrecido en el Comedor Popular ha desmejorado en gran manera durante los últimos años, así lo relata López quien explicó que la situación país no ayuda a mejorar los menús, porque anteriormente contaban con otras proteínas, pero ahora no pueden ofrecerlo porque casi no les distribuyen esos alimentos.

Según relatan los beneficiados por el Comedor, la poca mejoría que ha tenido la comida las últimas semanas es porque las han exigido, así lo explica Ruiz quien afirmó que les han dado el arroz con falta de cocción, “y le echan aliños porque otros compañeros lo han reclamado”. Sin embargo, los abuelos asisten de lunes a viernes a la institución a recibir al menos lo poco que le brindan como almuerzo en vista de la gran precariedad en la que están sumergidos.

 

Abuelos reciben plato servido

María Gabriela Hernández aclaró que la data de personas beneficiadas por el Comedor Popular cuenta con años de historia, desde que abrió la institución en el año 1949, y desde entonces se han ido añadiendo nuevos abuelos que han llegado al lugar solicitando la ayuda o porque han sido recomendados por alguno de los que ya se encuentran inscritos en el programa.

Para ingresar a la data de beneficiados las personas deben pasar por una evaluación individual y social para determinar si son candidatos a ingresar al programa.  

De igual modo, contó que a cada uno de los abuelos inscritos en el Comedor Popular les hacen un seguimiento diario; “de los 300 beneficiados, recibimos a diario por lo menos 250 de ellos”. Sin embargo, explica que hay temporadas en la que la asistencia baja, como los días de cobro de pensión o cuando hacen jornadas de alimentación en iglesias.

Entre los beneficiados, también se encuentran personas que están en cama, por lo que ellos mismos asignan a personas que les busquen la comida en el comedor y se las haga llegar hasta sus casas.

Por su parte, María Ruiz se traslada en transporte público desde la casa de su prima en La Hoyada, callejón San Gregorio, lugar en donde reside actualmente, hasta el Comedor; para pagar el pasaje debe depender de la caridad de sus familiares quienes en ocasiones le colaboran. “No trabajo actualmente, antes limpiaba casas, vendía cuajadas de ajonjolí y café, pero ahora vivo arrimada. Solo tengo a mi prima, pero a mí me da pena con ella y sus hijos porque llegué ahí de visita y no puedo colaborar con nada en la casa, solo llevo la bolsa del Clap cuando me la dan”.

Esta es la realidad que viven muchos adultos mayores en Valera, que deben conformase con la poca comida que les brindan en el Comedor Popular y con la solidaridad de otros familiares para poder alimentarse.

 

El comedor beneficia a la comunidad

Además del programa “Plato Servido”, el comedor de Valera cuenta con otros planes enfocados en ayudar a personas de diferentes edades y condiciones.

Hernández explicó que para niños cuentan con el plan de recuperación nutricional dirigido a niños con déficit en el peso corporal. También, con apoyo de la Unicef, atienden a niños menores de 5 años, a quienes les brindan barras de maní como meriendas y acompañamiento a los padres en educación sobre la alimentación a menores.

Así mismo, cuentan con el plan integral a la vulnerabilidad nutricional, en la que abordan las comunidades que lo soliciten, hacen un censo de personas que necesiten la ayuda y le hacen entrega de bolsas de comida.

Por último, cuentan con consultas nutricionales de previa cita los días viernes; en ellas, se seleccionan algunas personas para ser beneficiada con el plan que más se adapte a sus necesidades.

Por: Génesis Chinchilla (ECS)

 

 

 

 

 

 

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