Seúl, 19 may (EFE).- El presidente surcoreano Moon Jae-in partió este miércoles rumbo a EE.UU. para una visita de cinco días en la que la cumbre del viernes con el presidente Joe Biden ocupará un lugar central con vistas a lograr una mayor coordinación diplomática sobre la cuestión norcoreana.
Tras su aterrizaje en Washington hoy, Moon iniciará su agenda oficial el jueves visitando el cementerio de Arlington y reuniéndose con la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi.
El encuentro con Biden se producirá el viernes y previamente está previsto que Moon se reúna con la vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris.
Durante la cumbre, estará con toda seguridad sobre la mesa la nueva estrategia trazada recientemente por la Casa Blanca para lidiar con Corea del Norte y la necesidad de que Washington y Seúl coordinen más estrechamente sus posturas.
El nuevo enfoque de la era Biden parece descartar el «todo o nada» de Donald Trump y la «paciencia estratégica» de Barack Obama, apostando por una especie de vía intermedia que persigue el diálogo diplomático por fases y que busca reavivar unas conversaciones que permanecen congeladas tras el fracaso de la cumbre de Hanói de 2019.
En aquella ocasión, EE.UU. rechazó levantar sanciones por considerar que la oferta norcoreana de desarme era insuficiente e ignoraba instalaciones clave de su programa nuclear.
Moon, al que le queda menos de un año como jefe de Estado (en Corea del Sur no se permite más de un mandato), subrayó recientemente su compromiso de lograr la paz en la península antes de que acabe su presidencia.
También destacó que, pese a conocerse aún pocos detalles sobre la nueva política estadounidense hacia Corea del Norte, ésta «está casi en línea» con la dirección que busca su Gobierno.
PRINCIPAL PUNTO DE DESENCUENTRO
El principal punto de desencuentro pasaría por la insistente denuncia del Gobierno Biden a cuenta de los repetidos y brutales abusos en materia de derechos humanos cometidos por el régimen norcoreano.
Seúl, donde se defiende la necesidad de aparcar el asunto hasta restablecer el diálogo y sellar la paz, incluso ha impulsado durante el mandato del actual Ejecutivo liberal una ley que impide a activistas enviar al Norte globos con propaganda contraria al régimen argumentando que pone en peligro a los surcoreanos que viven en la frontera.
A su vez, es posible que Biden proponga a Moon unirse al foro de seguridad regional Quad (foro cuatrilateral integrado por Japón, Australia, Estados Unidos e India), un asunto delicado en Seúl, que ve la iniciativa como un frente abierto contra China, su principal socio comercial y figura clave en el diálogo con Corea del Norte.
VACUNAS
Durante el encuentro entre ambos presidentes también se hablará de vacunas, ya que Moon ha asegurado que buscará «fortalecer la cooperación» en ese terreno e «impulsar la meta» de convertir a Corea del Sur en un gran foco de producción de vacunas.
Debido a la falta de suministro global, hasta ahora el país asiático solo ha vacunado por completo al 2 % de la población objetivo, y solo el 7,3 % ha recibido el primer pinchazo.
Seúl propuso a Washington, que aún no ha dado respuesta clara, un acuerdo de «swap» por el cual recibiría vacunas de EE.UU. y las devolvería luego tras sellarse acuerdos para producirlas en Corea del Sur (según medios locales, Samsung Biologics negocia estos días con Pfizer la fabricación de su fármaco).
Antes de partir de vuelta a Seúl el domingo, Moon, católico practicante, tiene también previsto asistir a una ceremonia dedicada a veteranos de la Guerra de Corea (1950-1953) y reunirse con el arzobispo de Washington, el cardenal Wilton Gregory.