Monumento a la Paz: 40 años de su inauguración / Pedro Frailán

Sentido de Historia

 

 

La idea de la construcción de un monumento gigante en este lugar “Peña de la Virgen” nace el 16 de agosto de 1958 de un artículo publicado en el semanario sabatino de autoría de Joaquín Delgado, cronista de la ciudad. Argumenta que, como la virgen no se deja ver y el pedestal está vacío, en este lugar, pues, debe ir una estatua grande de mármol de siete metros, fabricada en Caracas. Además, se cumple con el anhelo de Don Mario Briceño Iragorry, recientemente muerto para la época, quien sostenía que con ello se cumpliría con la creación de un símbolo de identidad de Trujillo, idea que se registró escrita en el Canto a la Ciudad Pacífica.

Además de ello, tiene una posición geográfica estratégica de la ciudad. De inmediato se propone la creación de una junta en los salones del Club “Cruz Carrillo”. La directiva quedó integrada por Leopoldo Lugo Vásquez como presidente; otros integrantes fueron: el propio Joaquín Delgado, Fernando Mendoza, Jesús María Cegarra, Luis Zuleta, Juvenal Coronado, Pbro. Vicente Valera Márquez, Laudelino Mejías, entre otros.

También un grupo de damas de la ciudad integraron un comité con la misma finalidad, entre ellas: Blanca Medina, presidenta, Mirian Rosario, Tamara de Zuleta, Margarita de Torres, Graciela Cegarra, Gloria de Urdaneta, Alicia de Mazzari, más otras integrantes. También se constituyó un grupo honorario de la obra, conformado por: Mons. Antonio Ignacio Camargo, primer Obispo de la Diócesis de Trujillo, Dr. Numa Quevedo, Dr. Mario Briceño Perozo, en esa oportunidad Gobernador del Estado, contando también con la presencia del Dr. Humberto González Albano y Luis Mendoza.

Aunque veinticinco años después se materializa esta magna idea, siendo presidente de la República el Dr. Luís Herrera Campíns, un político de formación Demócrata Cristiana y con mucho arraigo en la ciudad, además, casado en matrimonio con Betty Urdaneta, trujillana, quien para ese momento, como es obvio, era la Primera Dama de la República. La gobernadora del estado Trujillo era Dora Maldonado, a quien, según el comentario público, el Padre Juan Francisco Hernández, un devoto de la Virgen de La Paz, le recordara a la Sra. Gobernadora, en su gestión, resaltar la simbología identitaria de la patrona la ciudad, como se había querido realizar tiempo atrás.

En esta oportunidad se volvió a concebir la idea entre la Gobernadora y la Primera Dama; el Presidente, al oír los comentarios les sugirió un monumento a grandes dimensiones. Desde ese momento se consultó con uno de los grandes escultores del país, Manuel de la Fuente. El Presidente viendo la importancia y la magnitud de la paz para Venezuela y el mundo, emitió un decreto, el 22 de enero de 1982, para la construcción de esta obra, con el propósito de realizar este monumento en el Peña de la Virgen, de la ciudad capital Trujillo, siendo el calculista de la obra el ingeniero Rosendo Camargo.

Al otro día, el 23 de enero de 1982, en presencia de Betty Urdaneta, primera dama, Dora Maldonado, el obispo Diocesano Mons. José León Rojas Chaparro en acto solemne transmitido por los medios de comunicación, se erigió la primera piedra de la obra. El costo del monumento fue de nueve millones de bolívares (unos 2 millones de US dólar para la época). Con una altura de 46,5 metros. A los 15 metros de suelo está ubicado el primer mirador, luego, a los 18 metros el segundo mirador en el balcón de la mano izquierda y, por último, a la derecha, está el balcón que se simboliza con la paloma como signo mundial de la paz.

A los veintisiete y veintiocho metros, dos miradores, uno de frente y el otro detrás, y, finalmente, subiendo una escalera con mucha inclinación, los ojos de la virgen sirven de mirador. También está instalado un ascensor que llega a la media altura aproximadamente. Las vistas que se pueden apreciar desde allí son encantadoras, producto de los hermosos paisajes del estado Trujillo. De hecho, desde varios puntos fuera de la ciudad se puede apreciar el Monumento a la Paz, con un sistema de telescopios, pues los detalles y belleza geográfica se disfrutaría mucho mejor.

Para la construcción del monumento se desarrollaron una serie de estrategias para recolectar fondos, además de los aportes del sector público. Se lograron realizar vendimias como fue la experiencia de la familia Pinzón Prado, en la ciudad de Caracas, quienes promocionaron una vinada para estrenar la película “El Barrendero” de Mario Moreno “Cantinflas”, en donde estuvo presente el famoso cómico mexicano y conoció el proyecto presentado por doña Betty y la Dra. Maldonado. Los recursos obtenidos en esa oportunidad fueron destinados a la construcción de la obra.

Se llegó el día de la inauguración del Monumento a Nuestra Señora de la Paz. Fue una obra arquitectónica que cambió la mirada de Trujillo en el contexto nacional e internacional. En primer lugar, pasaba a ser la estatua más alta del continente americano, superior a las ya establecidas como la del Cristo Corcovado de Río de Janeiro o la de Estatua de la Libertad en Nueva York.

Con la presencia del presidente de la República, Dr. Luis Herrera Campíns, el Cardenal José Alí Lebrún, la Primera Dama doña Betty Urdaneta de Herrera, la Gobernadora Dra. Dora Maldonado, el Obispo de la Diócesis de Trujillo Vicente Hernández Peña y otras personalidades del sector cultural, político y religioso del país, medios de comunicación nacional y regional, televisoras, radios y periódicos, de hecho, en toda la prensa nacional el día después de la inauguración la primera plana fue la foto de la imagen del Monumento de Nuestra Señora de La Paz.

Se concentraron en el lugar Peña de La Virgen para inaugurar esta monumental obra el 21 de diciembre de 1983. Al mediodía comenzó la ceremonia el Cardenal José Alí Lebrún, con la misa. Además, se contó con la presencia eclesiástica de su eminencia Mons. Luciano Storero, Nuncio Apostólico representante del cuerpo diplomático de su Santidad Juan Pablo II; con ellos, los Obispos de Trujillo, Maracay, Guanare, Cabimas, San Felipe, Arzobispo de Mérida, entre otras personalidades.

Se inició con la bendición del monumento, al mismo tiempo alzaron vuelo 400 palomas mensajeras por los miradores de la imagen, este número hacía honor a la cuatricentenaria ciudad de Trujillo, la Tierra de María Santísima, como lo ratificara el propio Cardenal quien, además, hizo referencia al Cantar de los Cantares. Luego dijo:

“Hoy Trujillo, bajo la sombra protectora de la colosal imagen de su Patrona, va a proyectar a Venezuela y al mundo ideal y anhelos de paz, la presencia bienhechora de la Madre de Dios y nuestra, va a recordar diariamente a los hijos de Trujillo para poder construir la paz en otros, es necesario que ella reine en nuestros corazones” Gilberto Quevedo S. (Ob. Cit. 27).

Por otra parte, la Dra. Dora Maldonado, Gobernadora del estado, en su discurso inaugural, siempre hizo referencia a un viejo sueño del pueblo trujillano en ver convertida en realidad esta imagen que identificaba la presencia de nuestra patrona en la Peña de la Virgen y que, a partir de este momento, sería un símbolo de vanguardia de Trujillo para Venezuela y el mundo. Una imagen que estaría coronada por las montañas trujillanas que la rodean.

Por su parte, el presidente Luis Herrera Campíns, un hombre profundamente culto, en la inauguración del Monumento a La Paz, pronuncia un discurso donde deja a un lado lo tradicional de lo político institucional para transmitir una disertación poética a Trujillo, a su paisaje, a su historia y, por supuesto, a la Virgen de La Paz. En parte nos dijo: “Ya el pueblo, con su sutil observación, comenta que muchas veces la virgen toma su pañuelo de nubes para cubrirse la cara y el regazo. Aquí está en su esbeltez, recostada contra el firmamento, verdad y símbolo, presta a recibir el elogio de Don Francisco de Quevedo y Villegas: Es tan noble y tan ilustre de la paz que tiene por solar el cielo” Gilberto Quevedo. S. (Ob. Cit. 31).

Su Santidad Juan Pablo II, directamente desde la ciudad de Roma sintió la presencia de Nuestra Señora de la Paz de Trujillo, Venezuela con la construcción de obra de grandes dimensiones. Además de ser una advocación mariana de cuyo nombre “Paz” es de arraigo universal, la paz es un anhelo de la humanidad, en su historia. En el Papa amigo, como también se le conoció, desde la ciudad Vaticano nos envió un mensaje que en parte dice lo siguiente:

“A la comunidad eclesiástica de Trujillo y Venezuela. Esta realidad que se inserta en el conjunto más amplio de una nación y de un continente donde es tan urgente el arraigo profundo de los ideales de La Paz.
Debe ser una llamada constante de hacer del monumento hoy, un símbolo y un centro de trabajo en favor de la paz. Un centro de plegaria incesante a quienes, es la madre común, hermana en sí mismo, de amor de hijos, a quien desea ardientemente cese por fin las divisiones, los odios, la sangre derramadas en absurdas contiendas.
A quienes quieren ver manos sin armas y espíritu reconciliados, armados solamente con propósitos de concordia y solidaridad de mutuo entendimiento”. (1983:1)

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