Monólogo del emigrante venezolano

Rafael García poeta, docente y escritor Trujillano

Me voy del país y aun no me lo creo. Es que ya tiene fecha el vuelo, y no me lo creo. No he preparado nada para ese viaje porque… no me lo creo, no lo acepto…

Siento que es tan absurdo esto de irme de donde pertenezco, me inquieta pensar en que ya este no será mi clima cotidiano, que voy a tener que aprender nuevas direcciones, que la forma de ser, de hablar… y hasta de mirar de las gentes no va a ser la que conozco; nunca hubiese comprendido lo que es sentir que voy a extrañar a esos extraños de la calle, esos que no conozco pero que son los de mi calle; esos, que como yo, no tienen sino cédula de identidad en vez de pasaporte.

Ahora yo voy a tener pasaporte. Visa, no sé cuándo. Los planes que tenía acá ya no existen, porque los planes no se quedan en ningún sitio, ellos se dan o nunca existieron… Me voy y no puedo creerlo, me duele, tanto… Siento que dejo el amor, mi trabajo, mis pasiones… mis amigos, mis amigos que más que empatía compartíamos esta tierra… no sé cuándo vea estas montañas de nuevo… Mi casa, mi cama, mi biblioteca que no me puedo llevar… Irme es matarme acá y nacer allá, empezar de nuevo: nuevas calles, nuevos extraños en la calle, nuevo primer libro, nueva cama…

¿El amor? El amor estaba acá porque acá lo conocí y lo sentí; si no fuese por esta tierra, la palabra amor no tuviese sentido. Aun no creo que me vaya, se me revienta el corazón, y honestamente, no quiero: no quiero irme. No quiero irme, me duele irme. Ya quiero volver, necesito volver y mis maletas aún no están listas para la partida. Me molesta que otros decidan cómo es que debo vivir mi vida, me arrecha que el descaro de unos pocos nos obligue a esto, a sentir que la vida se subestima en donde se supone que nos la otorgaron.

Me duele que querer lo mejor, acusar el descaro y exigir lo que se supone es ley y derecho, sea un atrevimiento. ¿Desde siempre en la humanidad hubo tanto ciego? Desde siempre, sólo que para estos tiempos, los pasados ideólogos del futuro, no lo esperaban… Esto, así, no podía acabar distinto. Hemos logrado igualar el concepto de progreso, como humanidad, con el de utopía.

Autor: Rafael Alejandro García González  septiembre 19, 2017

Escultura por Bruno Catalano
Salir de la versión móvil