Misael Quintero: el cobijo familiar le brindó calor para superar la fría decepción y falta de apoyó

Según Andrés Ocanto la gráfica es del año 1962, Gimnasio Mercedes Díaz, Sector el Bolo. El gran ídolo trujillano Misael Quintero, siendo declarado ganador por el árbitro,  Wilmer Urdaneta, quien fuera uno de sus grandes apoyos. Además de las peleas con Betulio González, recuerda los combates con Euro Partidas, Romero Díaz, en el peso mosca que levantaba de sus asientos a los alegres fanáticos

 

Misael Quintero quien llegó a Valera hace unos 70 años desde  estado Zulia, comenzó a pelear en Maracaibo alrededor de los años 60. Practicaba con su primo, José Sánchez, un excelente entrenador de la región, y quien lo ayudaba a escaparse de su casa para dar los primeros pasos en el boxeo. Su papá era muy estricto. Al saber que el muchacho estaba boxeando, lo buscó y lo reprimió. Un día observaba a su primo en plenas clases y aprovechaba para practicar los movimientos, cuando se le acercó Humberto Cristalino, el padre del famoso «Panorama», quien se interesó por Misael y le preguntó si quería entrar al boxeo. Le dijo que sí y aun cuando no estuvieron mucho tiempo juntos algo aprendió del citado entrenador.

Cinco peleas en su lar nativo y se viene a Valera apadrinado por Rafael Carvajal,  Saulo Herrera y Wilmer Urdaneta, sus amigos en el ámbito deportivo. Llegó a vivir en La Pollera. Después en la avenida 4 hasta irse decepcionado a la Zona Baja. Protagonizó alrededor de 100 combates en el amateur. En 7 eventos nacionales defendió al estado Trujillo. Fue tres veces sub campeón.

 

Pese a la clase que demostró en el ensogado y a que lo dio todo por el estado Trujillo, Misael no tuvo la consideración que un pugilista de su clase merecía. Según quien le han conocido toda la vida, Misael era un caballero. Tuvo en sus inicios un gran apoyo del Wilmer Urdaneta de quien siempre se ha expresado con grandes elogios. ”Yo llegaba al taller que tenía y me ponía a ayudar en lo que sea y me llegaba para decirme que él no me tenía ahí para eso, que lo suyo era el boxeo y nada más. Fue el que más apoyó me brindó».

Un día despertó y tomó una drástica decisión, agarró  sus macundales por una molestia  con el entrenador José Orozco y se fue para El Dividive. «Orozco tenía preferencias con otro pugilista de nombre Ramón Ramírez y eso que este negrito era el que siempre le sacaba las pestañas del fuego. Me cansé. Me fui y pese a todo, a las situaciones de apremio que se me han presentado económicamente y salud encontré la felicidad con mi esposa Anaudia con ella sí perdí por nocaut, procreamos diez hijos gracias a Dios y encontré mucho calor en mi familia que me ayudaron a aliviarme de tanta decepciones».

En la Zona Baja le dijo adiós al boxeo en el año 78 para hacer una corta carrera de entrenador, donde tampoco tuvo el impulso de nadie y eso que formó a buenos muchachos entre ellos el internacional Edickson Balantá. A los 80 años le pide a Dios que le de salud y que lo entierren allá en El Dividive.

 

¡Ah rigor!, parece que fue ayer

 

Ha sido un hombre bastante alegre, optimista y con mucha energía. Es una de las grandes leyendas de nuestro boxeo  bastante energía. Una leyenda que cuando chamo se atrevió a fajarse a puños, bajo un soberano aguacero y vencer a Betulio González, quien sería posteriormente uno de los mejores gladiadores de la fistiana en Venezuela.   «Siempre le ganaba » recuerda  Misael que brilló con luz propia en tierras trujillanas, en  especial en la Valera aquella de gran melancolía y de romántico hábito deportivo, pese a que su partida de nacimiento es del estado Zulia.

El pasar del tiempo fue dejado hondas marcas en el estilista que saltó al estrellato. Eso sí, el espíritu alegre siempre se ha mantenido en él.

¡Ah rigor!, parece que fue ayer, diría Don Lusa González. Aquel morenito y el maracucho se fajaban como los buenos boxeadores  en el gimnasio ubicado en el sector El Bolo. El visitante era de nombre Betulio González. El representante de Trujillo, Misael Quintero. Dos finos estilistas. Los jueces le levantaron la mano al final al de casa, que tomaba venganza de una decisión localista a favor del zuliano allá en Maracaibo meses antes. Ese Betulio fue el mismo que años más tarde se convirtió en campeón del mundo como boxeador profesional.  Una brillante carrera. Betulio y Misael hasta se quitaron las botas ya que el ring se puso bastante resbaladizo en ese match que mostraba a dos prospectos del cuadrilátero. Por cierto según Misael hubo una tercera pelea en un campeonato nacional, una final del peso mosca y se repitió la película. Mano alzada para González.

 

EL TESTIMONIO,

Graterol Vargas

 

El maracucho Betulio González y el trujillano Misael Quintero Olivares tenían una espinita clavada. Una noche se subieron al ring allá en Maracaibo y en una decisión muy apretada, las tarjetas de los jueces favorecieron al de casa.

Un viernes del año 1965 se montó la revancha en el viejo gimnasio de boxeo de La Plata, que más tarde sería bautizado con el nombre de José Orozco. Eran los dos mejores boxeadores de su peso en el país. La clase de Misael ya era conocida en el boxeo nacional. Betulio venía en ascenso.

Sobre este episodio tenemos el testimonio de un gran admirador de la carrera de Misael Quintero como lo es Francisco Graterol Varga, periodista que siguió muy de cerca la trayectoria de Quintero desde que llegó a Valera hasta su última pelea, además de ser uno de sus grandes amigos.

“Esa pelea la tengo grabada en mi mente. Era un mozalbete residenciado en San Isidro y subíamos siempre a ver las peleas en un árbol enclavado en la cerca del viejo gimnasio, que después sería bautizado como «José Orozco». La mojada que me eché fue de película.

La pandilla de la Plata, Miguel «Charrasquiado» Estrada, Luis «La Mona» Cardozo, Ernesto González, Maraca loca» González, la «Pluma» Peña, Caraquita, y yo, nos apostamos esa noche en un árbol que estaba por fuera del gimnasio y donde quedaba a pata de mingo la vista hacia el ring para ver la velada boxística. Eran cinco rounds. La pelea estelar. A eso de las 11 de la noche.

La noche era fría. Amenazaba la lluvia. Y la lluvia se hizo presente. Misael y el maracucho comenzaron su clase magistral. Gancho, oper, jabs, movimiento de piernas. Bien cerrado el combate.

No había tregua. Cuando la lluvia arreció ambos gladiadores se quitaron las botas. Golpe y golpe. Lluvia y lluvia. Campanazo final. El juez José Valles, otro maracucho con domicilio en La Plata, alzaba la mano al ganador y ese no era otro que Misael. Fue una tremenda pelea señores, de lo que mejor que mis ojos han visto”… (Edición Aniversario DLA 2012, Momentos Estelares del Deporte Trujillano)

 

SIN LA

CONSIDERACIÓN

MERECIDA

 

Pese a la clase que demostró en el ensogado y a que lo dio todo por el estado Trujillo, Misael no tuvo la consideración que un pugilista de su clase merecía.

 

 

“Fue una tremenda pelea señores, de lo que mejor que mis ojos han visto”… certifica Graterol Varga al referirse a la pelea ente Misael y Betulio.

 

La alegría y jocosidad siempre ha estado presente en él
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