Mireya Mendoza, insigne vocera de la trujillanidad / Por: Elvins Humberto González

Sentido de Historia

 

A partir de aquel 30 de marzo de 2002 cuando partió al encuentro con el Creador, Mireya Mendoza de Alvarado es recordada por los trujillanos como una de las artífices culturales de la entidad y del país.

 

RECUERDOS A 20 AÑOS DE AUSENCIA

 

No son muchos los seres humanos que alcanzan a vivir una vida plena y realizada. Mireya Mendoza los vivió y lo hizo con intensidad, con amor, con compromiso ciudadano, con la cultura como eje alrededor del cual giró toda su existencia.

Hay gente de la que, aunque uno no sea de su trato estrecho, se siente deudo cuando ya no están. Mireya Mendoza es de esa índole. Fue una mujer excepcional. Hasta en la edad que escogió para dejarnos fue excepcional.

Las huellas de sus pasos han quedado en muchos ámbitos de la historia de Trujillo y de su trujillanidad.

Mireya Mendoza nacida en Trujillo, el 18 de noviembre de 1931, contribuyó a una sociedad habida de complementos para completar su crecimiento, y para que su pueblo natal se convirtiera junto a Valera, Boconó y Escuque en un emporio cultural a través de sus Ateneos, logrando darle al estado una etiqueta llamada “Trujillo Estado Ateneo”, reconocido a nivel nacional e internacional. Dio un impulso enorme a la lucha por la igualdad en materia cultural, cívica y moral ante las leyes. Su obra de su vida, la supo separar de la Mireya madre y esposa.

La educación de Mireya Leticia de la Chiquinquirá Mendoza Echegaray comienza en el colegio de primaria Santa Ana, el más prestigioso de la urbe, regentado por religiosas, que ha de garantizar, como lo soñaban y exigían sus padres, don Ruperto Mendoza y doña Anatolia Echegaray, una sólida formación encuadrada en la fe católica y en los principios morales.

Mireya tuvo de compañeras a Dora y Cristina Maldonado, María y Margot Navarrete, Elsa Cois, Leonor Carrillo, Esperanza González, Mary y Aída Núñez, Tirsa y Olga Peña. La hermana Carmen Araujo la inicia en los estudios de piano a partir del tercer grado. Las clases musicales se las imparten en las horas del recreo. La dulzura de esta monja zuliana marca a Mireya Mendoza profundamente. Más adelante Maruja de Carrillo completará la formación musical de la alumna. Cursa toda la primaria con óptimas notas.

A pesar de reiteradas negativas de su progenitor, Mireya Mendoza logra ingresar a la secundaria dos años después de haber culminado la primaria. La historia se repite cuando decide ir a la universidad, una vez más don Ruperto se oponía, al final da el visto bueno y Mireya Leticia logra estudiar Farmacia en la ULA – Mérida durante tres años y termina sus dos últimos años en la UCV en Caracas. Se gradúa Summa Cum Laude. La universidad, en estos casos, ofrece una beca de dos años para estudios en el exterior. Mireya se entusiasma. Pero en junio de 1954 fallece su padre. El golpe la traumatiza. Amó a don Ruperto con afecto profundo. El acto de graduación se efectúa el 14 de agosto de ese año. Se inaugura ese día el aula magna con una serie de actos brillantes.

De 400 alumnos que habían comenzado carrera, solo siete concluyeron. Su tesis doctoral versó sobre la farmacia en Venezuela. Dos de sus hermanos también se graduaron en esa ocasión: Rolando de abogado y Edgar de finalista.

Se radica por un tiempo en Caracas, ejercía su profesión y a la par incursiona en la docencia. A mediados del año 55 la ya Dr. Mireya Mendoza recibe una llamada de su progenitora, quien le solicita su regreso a Trujillo, doña Ana había firmado un contrato con don Tomás Cois por dos años para que su hija le atendiera la farmacia. Mireya vuelve a Trujillo. Trabaja durante 19 años entre farmacias y las aulas del Liceo «Cristóbal Mendoza». En enero de 1956 se casa con el doctor Miguel Nieto Caicedo. En 1960 ocurre el deceso de su esposo por infarto al miocardio. Hecho terrible para ella. Tal vez en su marido Mireya vio la imagen de su padre, cuya influencia fue decisiva en su formación.

En 1972 contrae nuevas nupcias con el sociólogo Félix Alvarado, con quien compartió hasta su último día de vida.

 

Historia cultural

 

Es a partir de ese año 1960 cuando se inicia la historia de Mireya Mendoza en el mundo cultural de Trujillo donde fue una excelsa promotora. El Ateneo de Trujillo, uno de los ejes, y no el menos importante, de la actividad cultural nacional, debe a ella el alcance no solo nacional sino internacional de su fecundo quehacer. Toda bondad, la suya era, sin embargo, una bondad enérgica.

Mireya Mendoza es recordada además por su talento, pero también por su enorme sensibilidad y deseo de humanizar a la sociedad a través del arte. Una mujer espectacular que vivió para entregarse por entero a la cultura y dejarle a sus coterráneos como herencia edificada el trabajo a favor del conglomerado cultural de un pueblo.

Por eso optó por el mundo de la cultura. Pocos seres humanos han vivido con la intensidad con que vivió Mireya Mendoza. La autenticidad fue el signo de su zodíaco personal. Valorar la obra que cumplió a lo largo de sus años de vida no es tarea que pueda hacerse al calor de una nota que apenas pretende registrar que luego de haber rendido sus armas, entró en la historia como un protagonista privilegiado del mundo de nuestra cultura.

El campo de la cultura, tuvo su sitial muy especial y dedicado, se recuerda mucho el trabajo en conjunto con Antonio Luis Cárdenas y Carlos Contramaestre. Se paseó por el mundo entero para aprender de la cultura y el arte, todo lo aprendido lo puso de manifiesto en favor del acontecer cultural trujillano desde el Ateneo de Trujillo y de la Fundación Museo Salvador Valera, la cual fundó y presidió.

 

El Ateneo: alma y espíritu

 

Entró al Ateneo de Trujillo en 1962, y asumió la presidencia en 1966 luego de un proceso eleccionario hasta 1978 y no hubo un día desde entonces que los trujillanos no tuvieran a mano la posibilidad de ver una gran exposición de arte, de oír un gran concierto o de disfrutar de una obra de teatro, de asistir a una conferencia controversial, al debate de las ideas y de las tendencias que dignificaba al ciudadano que en ella entraba en busca de los valores del espíritu.

Su Ateneo era la casa de la diversidad, de la discrepancia civilizada, de la pluralidad creadora. Del internacionalismo inteligente, el lugar donde convivían talentos venidos de todas partes. Una experiencia que figurará necesariamente en cualquier análisis que puso el nombre de Trujillo entre las ciudades abiertas a las expresiones de la cultura.

 

Legado que sigue vivo

 

La periodista Teresa Sosa, gran amiga de Mireya Mendoza y quien la acompañó hasta su último aliento, escribió “Con la muerte de la Doctora Mireya comienza a desaparecer en Trujillo una generación de personas “notables” que se incorporó a luchar por su ciudad natal, en su proyecto de vida. Ella fue una de las personas nacidas en Trujillo capital, que mayor empeño puso en el fortalecimiento cultural de la ciudad en donde nació y vivió durante toda su vida. A su vez tuvo mucho que ver con que Trujillo comenzara a sonar a nivel regional y nacional como “Ciudad Cultural”. Ese legado siempre estará vivo.

 

Partió satisfecha

 

Mireya Mendoza se fue de este mundo con la labor realizada, supo cumplir cabalmente con sus deberes para lo cual vino a este mundo. Se marchó tranquila, serena, sin remordimiento. Sabía que le había cumplido a su pueblo, a su gente, a su familia, a sus amigos.

Sus proyectos, los cuales nunca los enfocó en la individualidad, siempre se rodeó de un excelente equipo de trabajo, donde ella siendo la cabeza visible saca adelante muchas cosas a favor de toda una colectividad que creía en ella, que admiraba y respetaba. Su esposo, el profesor Félix Alvarado, se convirtió en ese apoyo firme y determinante para que Mireya lograra cumplir con cada meta que se trazaba… Hoy la evocamos, sus huellas y recuerdos quedaron para siempre.

 

Trujillanidad a flor de piel

 

El nombre de esta insigne trujillana y del Ateneo de Trujillo está vinculado a los mejores momentos del arte y de la cultura regional.

Fue una trujillana maravillosa y excepcional, que nos dejó una madrugada sin que nadie la sintiera, como una pajarita que silencia su canto en la pradera. «Yo siempre he estado con gente inteligente, que me ha dado ánimo, que me ha ayudado. Mis amigos eran personas que querían a su pueblo, a su ciudad, a su país y lo que deseaban es que mejorara la calidad de vida (…) Luego, una parte de mi vida ha estado centrada en el Ateneo», recordó la activista en una entrevista que dio a finales de los años 90.

Dedicó su vida a grandes iniciativas. Como gran vocera de la trujillanidad destacó en contribuciones a la creación del Núcleo Universitario Rafael Rangel de Trujillo, la Biblioteca Pública “Mario Briceño Iragorry”, Redes de Bibliotecas Públicas por todo el estado. Pionera del Museo de Arte Popular Salvador Valero. Su labor creadora no conoció el cansancio y descanso solo el día que cambió de paisaje. Nunca desmayó en su trabajo desde ese año 1962, de esa época en adelante siempre encontraremos su nombre en cada fragmento de nuestra historia.

 

La cultura según Mireya Mendoza

“La cultura es la imitación de la vida y la vida es la imitación de la cultura. Por eso nunca terminas de aprender, nos deja una enseñanza infinita. Lo que se aprende en los pasillos de un Ateneo es como lo que se aprende en una escuela. El Ateneo es una escuela, la escuela es el cimiento de la cultura.”

Mireya Mendoza,
Diario de los Andes, 1991

 

Elvins5050@gmail.com

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