*Cronista del Municipio San Rafael de Carvajal
Betijoque pueblo plantado al pie del altiplano andino venezolano, pedazo de tierra que tiempos lejanos ocupo la presencia física del Chacoy Pitijoc genuino representante de nuestra casta aborigen; territorio donde vieron luz santos y sabios: José Gregorio Hernández el santo del pueblo y Rafael Rangel el padre de la parasitología nacional; morada de San Juan Bautista y La Virgen de La Candelaria; lugar centenario de fe y devoción a San Benito de Palermo, el santo negro y milagroso. Betijoque prodigioso lugar donde sus pobladores sacian la sed de las cristalinas y medicinales aguas que manan de forma natural en la mágica naciente de La Abejita, y como queriendo contar su historia tranquila y vigilante cual enigmático duende la Piedra del Zamuro emerge con su encanto. Betijoque donde el crepúsculo aflora al atardecer engalanando a la distancia con hermosa vista de la cuenca del lago Coquivacoa a sus pies… Betijoque en su parte alta es asiento de la ranchería del Arenal, sitio en el que las maravillosas manos de una diestra matrona ayudan el trabajo de parto para que llegue a este mundo el primogénito de dos hijos resultante del amor entre María Fonseca y Antonio Romero, un niño varón a quien colocan el nombre de Miguel Ángel.
Niñez
Miguel Ángel vivió una infancia junto a sus padres y hermano menor en sintonía con la época en un humilde pero cálido rancho de bahareque, techado de palma, piso de tierra, rodeado de un hermoso jardín… donde de manera silvestre florecían azucenas; capachos; nardos; novios; rosas… donde sus progenitores le inculcan a ambos valores familiares sustentados en el respeto a Dios, sus semejantes, lo ajeno; simultáneamente les enseñan las primeras letras del abecedario, los números iniciales de la matemática, a leer, escribir, sumar y restar a ganarse el sustento diario cumpliendo tareas domésticas acordes a su edad, lo que tempranamente les crea identidad y responsabilidad con el trabajo creador y productivo, ya adolecentes continúan su proceso de aprendizaje educativo y laboral.
Los Campos Petroleros
En 1936 contando apenas 22 años de edad se aventura buscar nuevos horizontes y parte hasta la población de Campo Rojo zona petrolera del departamento de Lagunillas estado Zulia, durante su permanencia en esa zona realiza diversos trabajos con marcado éxito, estando allí Dios y el destino le presentan en el camino a Angela Martínez una hermosa joven nativa de Valera a quien enamora hasta conquistarla para unirse a ella afectiva y sentimentalmente en matrimonio, juntos forman y procrean familia, tres descendientes José, Omaira, Ricardo, más otros dos hijos de crianza Rafael Ángel y Aurora todos gente de utilidad productiva a la sociedad y el país. De Campo Rojo hacen maletas y parte con Angela hasta Cabimas, estando en aquel sitio realiza disímiles trabajos, hasta que la suerte le sonríe y alcanza enganchar como obrero en “La Creole Petroleum Company” empresa donde durante diez y ocho años ininterrumpidos de faena aprende y desarrolla diversos oficios relacionados con la industria petrolera
Vuelta a la Matria
Cumplido su ciclo productivo en esta empresa pasa a retiro y continua viviendo otro tiempo en Cabimas, hasta que luego de analizarlo y acordar con Angela Martínez su esposa, en el año de 1968 entrambos resuelven hacer maletas para retornar a la Matria y lo hacen al trasladarse desde Cabimas con todo y familia hasta la avenida principal del sector El Amparo, municipio San Rafael de Carvajal, estado Trujillo donde con parte de sus ahorros previamente había comprado y acondicionado a tal de fin de brindar comodidad a la familia una modesta, cómoda pero espaciosa vivienda. Estando ya instalada la familia en su nuevo aposento, hace concienzudo escudriñamiento de los pro y contras de una nueva experiencia por comenzar, el comercio de mercancía seca al mayor y menor en los pueblos de Mendoza del Momboy; La Puerta; Jajó; Túname; La Mesa de Esnujaque; Timotes; San Rafael de Mucuchies y demás poblados aledaños; La Quebrada; Pampanito; Pampán; Monay; Carache; Cuicas; Chejende; Trujillo; Santiago, San Lázaro, y algunos caseríos de La Zona Baja y El Sur del Lago… donde para cumplir con éxito esta tarea recurre a su Chevrolet Apache 100 tipo panel.
Las Cuatro Esquinas
Transcurridos cuatro años fajado en este oficio en el año 1972 comercialmente se diversifica y después de negociar un contrato de palabra por cinco años extensivo a tres más con Juan Olmos, le alquila un local comercial ubicado en El sector El Amparo, diagonal al “Nuevo Bar”, frente a la actual “Plaza Negra Matea” donde instala el fundo de comercio Bodega “Las Cuatro Esquinas” aquí despliega con pericia sus conocimientos y experiencias de buen relacionista público y exitoso comerciante… tanto que si algún cliente solicitaba algún producto cuya existencia el estaba al tanto que había agotado jamás se le escucho decir -NO HAY-, simplemente contestaba: “En el deposito debe haber y está en algún lado, si no tiene tanto apuro déjeme indagar con calma y al tenerlo a la mano se lo mando a su casa o usted pasa luego a buscarlo” procediendo a mandar a buscarlo en Valera donde sus proveedores, esa era su forma de compensar a sus clientes”-. Si la pregunta era relacionada con la frescura de cualquier comestible: Crema, Jamón, Nata, Mantequilla, Mortadela, Queso… Siempre respondía con su célebre expresión: “-Calidad-, ya lo vais a probar, aquí todo esta -Calidad- extendiéndole en el acto media rodaja de amasijo –timotero- acompañado de un pequeña porción del alimento solicitado, un pocillo de café o medio vaso de guarapo para que lo degustara antes de adquirirlo”. La frase –Calidad- lo puso tanto en boga que al transcurrir del tiempo, sus clientes, relacionados, asiduos y amigos ya no lo llamaron más por su nombre de pila –Miguel-, al momento de dirigirse a él lo hacían de la siguiente forma: “Buenos días Calidad…”; “Como está la familia –Calidad-“; “Hay tal cosa Calidad”… algunos hasta manifestaban: “Los víveres, frutos y otros que oferta –Calidad- en su bodega Las Cuatro Esquinas son pura Calidad”. Sus clientes predilectos eran los niños a quienes premiaba con una sonrisa y un caramelo de ñapa, apoyaba actividades deportivas que se desarrollaban en el sector, de manera particular el futbol, disciplina que practicaba su hijo Ricardo. Todavía muchos de sus permanentes consumidores le recuerdan con estima y consideración por su esmerada atención, bonhomía, don de gente y la inmensa cantidad de artículos que ofrecía para la venta, los cuales siempre eran de primera calidad.
Calidad
El mes de junio eran días especiales y únicos para Miguel “Calidad” Romero, pues cumplía años y como buen betijoqueño lo celebraba en grande con el pago de promesa a San Benito de Palermo, actividad mágico religiosa en la que el apoyo incondicional de su amigo de copas, Luis “el de colon” quien hacia presencia con la imagen del santo y su acoplado Chimbanguele constituido por siete tamboreros, en este fiesta nunca faltaba la espirituosa cañandonga y el tradicional sancocho de gallina negra.
Reconocimiento
Al momento de asignar epónimo a la plaza que hoy conocemos como “Negra Matea” un grueso grupo de habitantes del sector y sus adyacencias postularon su nombre en la terna presentada a tal fin a la municipalidad de Carvajal.