Por: Hugo Cabezas
@hugocabezas78
El pasado lunes diecinueve del corriente, el analista opositor Luis Vicente León, en su artículo semanal en un diario capitalino dijo que: “no es verdad que el Gobierno se está tambaleando ni que Maduro está boqueando».
Reconocía de esta manera, el presidente de Datanalisis, que a pesar del acoso imperial a que ha sido sometido el gobierno revolucionario del Presidente Nicolás Maduro, sigue teniendo un amplio respaldo del pueblo venezolano. Y que, “ni con cantos de sirena, ni gallos de media noche”, podrá ser derrocado tan fácilmente como algunos creen.
Y, como quiera que esta es una creencia que se la han creído, desde el mismo año 1999 en que se inició la Revolución Bolivariana, algunos venezolanos optaron por irse del país, para esperar “tiempos mejores”.
Larga les ha resultado la espera. Y, según la afirmación de Luis Vicente León, y al decir de mis paisanos trujillanos: “esta es más larga que la panamericana”.
Larga es, asimismo, la lista de argumentos esgrimidos para justificar la huida del país. Pero, ninguno de ellos refiere las medidas coercitivas unilaterales, el acoso imperial, a que ha sido sometida la Patria de Bolívar y Chávez, como la causa primigenia de la situación coyuntural que estamos atravesando.
Algunos, los más politizados, como es el caso de Diego Arria, quien huyo de la Patria en los años ochenta del mil novecientos por razones contrarias a la ética de la administración pública, inherentes al período en que fue gobernador de Caracas, ha pretendido erigirse en paladín de la democracia venezolana.
Otros, los que hacían negocios “turbios”, a los que normalmente el pueblo llama “empresarios de maletín”, que viven lamentándose de su pasado, que viven “lloriqueando a moco tendido”, como dicen los labradores de las empinadas laderas en los andes venezolanos. A quienes llamamos: “viudos y viudas de la cuarta república”, viven con mucho sacrificio en los “ranchos de Doral”, en Miami.
Pero hay otros que nos han dejado perplejos. Quizás porque en nuestra adolescencia eran iconos de la televisión nacional. Me refiero a los casos de
las actrices Carolina Perpetuo, quien el pasado 14 de octubre le dijo al periodista del Diario El Universal Aquilino José Mata, que se había ido a vivir a Miami, “… por una oferta de trabajo que se le presentó a su esposo (el empresario Javier Fungairiño) por parte de una multinacional estadounidense en China”.
Cuenta que entre los años 2003 a 2005, vivió en Holanda: «donde mi esposo hizo una maestría en Business Administration en la Universidad de Rotterdam. Luego, en 2007, nos residenciamos en San Sebastián, España. También en Londres y Viena exploramos posibilidades de trabajo para mi esposo, hasta ver si las cosas mejoraban aquí. Por lo que: Ser inmigrante me ha hecho reflexionar”.
El otro caso es el de la también actriz Elluz Peraza, quien el pasado 11 de noviembre le confesó al mismo Aquilino José Mata que vive en Miami y: “… desde 1999, trabaja en la unidad de videos de un portal cristiano y conduce dos programas radiales religiosos vía internet”. También migrante residenciada en “Doralzuela”, como llaman la exclusiva zona residencial “maiamera” de Doral.
La tal “diáspora” campaña desestabilizadora también se les derrumbó. Más allá de algunos tarifados funcionarios de la ONU y la OEA, nadie se las creé. Con el Plan: Vuelta a la Patria, el presidente Nicolás Maduro los está derrotando.
“Ni el gobierno está tambaleando, ni Maduro está boqueando”
@HugoCabezas78