Mientras unos celebran otros le temen a la apertura de frontera entre Colombia y Venezuela

Transportistas de carga pesada que aún no están en la lista de intercambio de productos, tienen toda su esperanza en la apertura de frontera para reactivar su economía, lo que no ocurre con comerciantes y carretilleros, quienes temen no los dejen trabajar

El cruce por el Puente Internacional Simón Bolívar se mantiene con movilidad peatonal. Fotos: Carlos Eduardo Ramírez

En la frontera entre Colombia y Venezuela, a ambos lados del Puente Internacional Simón Bolívar, comerciantes, carretilleros y transportistas tienen sentimientos encontrados ante la apertura comercial que se llevará a cabo este lunes 26 de septiembre, pues mientras unos ven muy cerca la posibilidad de reactivar su economía, otros temen que ya no los dejen trabajar.

Marino Quintero, es dueño de una empresa de transporte de carga pesada. Es de El Piñal, estado Táchira, y durante 12 años trabajó trasladando neveras Mave desde Manizales, Colombia, hacia varias partes de Venezuela, pero desde el cierre de frontera en agosto de 2015, tuvo que dedicarse al transporte de carga interno, con menos posibilidades de ingreso.

“Yo cargaba 30 mil neveras de la empresa de Mave desde Manizales a Venezuela y repartíamos por todo el país, y ahora trabajamos con lo que sale en el país, que es muy poco”, expresó.

Sus unidades de transporte las tiene listas para cualquier viaje que salga, y está muy emocionado de pensar que nuevamente podrá trabajar en la zona fronteriza.

Pero así como para Marino hay una posibilidad de mejorar su situación, para Pedro, quien prefirió no decir su apellido, la apertura de frontera representa un motivo de preocupación, pues trabaja como carretillero y teme que ahora no lo dejen pasar por el puente.

Es oriundo de Caracas, pero vive en el Norte de Santander desde hace ocho años, haciendo lo que le sale para trabajar, pero sobre todo cargando maletas, mercado y mercancías por el puente Simón Bolívar.

“Es razonable que la abran, pero que nos dejen trabajar, sobre todo a los carrucheros que cargamos maletas, sacos, y a los vendedores para que no se paralicen. Uno sin trabajo aquí pasa trabajo. ¿Cómo paga arriendo y cómo puede sobrevivir? Es bastante difícil”, dijo.

Gracy también es carretillera. Hace cuatro años migró desde el estado Aragua junto a su esposo y sus dos hijos, y desde entonces se ha dedicado a ser carretillera, vender chucherías, y todo tipo de trabajo informal. Aunque le contenta que la frontera entre Venezuela y Colombia pueda volver a la normalidad, le preocupa que mientras sea sólo comercial los funcionarios de Migración Colombia no la dejen trabajar.

“A veces nos dejan esperando en la mitad del puente hasta dos horas, hasta que ellos quieren dejarnos pasar y trabajar, entonces me preocupa que ahora pueda ser peor y nos impidan hacernos el diario”, dijo.

Diariamente gana entre 30 mil y 50 mil pesos, que le sirven para pagar un alquiler de 200 mil pesos y la comida de cuatro personas.

La mayoría de los ciudadanos entrevistados que cruzan al Norte de Santander para comprar alimentos o productos de primera necesidad, expresaron su satisfacción por esta medida, pues creen que Venezuela puede mejorar desde el punto de vista económico y que pueden existir mejoras de empleo, sin embargo, José Dugarte, habitante de San Cristóbal, manifestó que mientras no exista Intercambio de transporte público y de vehículos particulares, todo será una mentira.


Por: Mariana Duque

Fotos: Carlos Eduardo Ramírez

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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