Mi viejo mercado de Valera / Por Alfredo Matheus

Sentido de Historia

 

 

 

Pedro Urquiola y su negocio “La Reforma” ubicado a pocos metros del viejo mercado, era tan famoso, que las parejas de enamorados se citaban allí: «Cariño, mañana nos vemos a las 3 pm,  En el negocio de Pedro Urquiola, para tomarnos un sabroso guarapo de panela y degustar una exquisita “Cuca”…

El mercado inaugurado en 1938, fue el centro de encuentro de los valeranos  (calle 12 con Av. 8, antes de construirse la Av. Bolívar). Los  fumadores de tabaco y seguidores de “brujilandia” iban en busca de incienso y ramas para quitarle la “la pava macha” o mala suerte a sus clientes… Las empanadas de doña Emilia y la familia Montesinos “volaban”. El que se comía una, se comía cinco, y no era porque tenían “sabor a carne”, sino porque estaban repletas de carne de primera.

En el momento en que el mercado estaba de lo más tranquilo, se escuchaba el grito guerrero de “Cleto”, el gran caletero, quien pasado de miche  sanjonero traído de los mejores alambiques escuqueños, exclamaba a todo pulmón: “Que me lleve el diablo, carajo”. Y no era “lucifer” el que se presentaba al lugar de los hechos, sino dos fornidos policías que amablemente le decían: «Amiguito Cleto, ya se nos  volvió a echar a perder, acompáñanos”… Ah rigor.

Para calmar el sol que quemaba tejas, en las afueras del mercado estaba al “pie de su carrito chichero”, don Luis Amado, ofreciendo su inigualable chicha, única en toda la bolita del mundo… Cuando los valeranos pasaban por frente la pescadería “El Indio”, había que  taparse la nariz; el olor no era precisamente a flores…

Los carros de rolineras que hacía el trabajo que hoy hacen los taxistas, tenían  nombres, como: «El sudor de mis hijos”, “El mal querido”, “Caballito frenado”. Los más veloces eran los de la barriada de Caja de Agua, manejados por expertos caleteros que le llevaban “los corotos” a cualquier lugar de Valera, en un «abrir y cerrar de ojos”…

Con el viejo mercado de la calle 12, se nos fue “Chiquito mío” y sus billares donde la comarca se tomaba sus cervecitas “vestidas de novia”… Se marchó para no volver, el pan de la panadería la Vencedora, de Juan D. Dios Ramírez. Había que hacer cola para degustar el mejor pan de toda la historia valerana. Juan D. Dios, no se llevó el secreto a la tumba, se lo dio a mi amigo; el periodista, Jesús Matheus Linares (QEPD). «Yo no uso azúcar, trabajo con panela merideña, por eso la ricura de pan que hago”…

* Cronista popular

 

 

Fuente Consultada. “La Valera de Antier”. Pedro Bracamonte.

 

 

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