Tras el deceso de Aura de Méndez, con 90 años de edad, tras sufrir las complicaciones derivadas del Covid 19, su hijo, Otoniel Méndez, denuncia una serie de irregulares que ocurrieron durante la hospitalización de su progenitora en el área de aislamiento del Hospital Central de San Cristóbal.
Méndez relató que hospitalizó a su mamá el pasado 12 de junio de 2021, cuando estaba recién habilitando el piso cuatro para aislamiento. A dos días de su ingreso y de haberle llevado útiles personales, cepillo y crema dental, además de una máscara Cpap, que le costó a la familia 200 dólares, le habían robado los útiles personales y se los solicitaron de nuevo. El 16 de junio, le robaron unas pantuflas crocs, que le habían llevado a Aura.
«Cuando uno está en esa situación no puede reclamar mucho, porque mi mamá estaba aislada y yo no quería causarle problemas a mi mamá», expresó Otoniel.
«Dicen que cuando están los enfermeros de la Fundación Juan de Dios, funciona mejor que con enfermeros del HC, hay enfermeras maravillosas, pero me encontré con un grupo de enfermeros que no lo son», contó el hijo de Aura.
Para mantener bien a su madre, Méndez les llevaba a los enfermeros que estaban cerca de ella, dos y tres hamburguesas en la cena, trataba de llevarles pizza o perros calientes. La cercanía de ese personal ayudó a que la madre de Otoniel mostrara mejoría, utilizaba la máscara Cpap por algunas horas y le ponían la mascarilla con reservorio, de forma alternada.
No obstante, Otoniel Méndez no pudo seguir al pie del Hospital Central, pues el 16 de julio se contagió de Covid, y le tocó quedarse en casa, y estar pendiente a su mamá a distancia. Fue allí cuando comenzó a notar que a su mamá se la estaban descuidando dentro del área de aislamiento. «El Cpap ya no se lo quitaban y se lo dejaban por más tiempo, lo que se convierte en una mala praxis, porque el paciente se hace dependiente de este oxígeno», relató.
«Mi mamá comenzó a decaer, mi hermana logró sacarla a la Policlínica Táchira para una tomografía, sobre horas de las tarde, pero mi mamá le comentó que tenía mucha hambre, que no le habían dado desayuno ni almuerzo, y ya se aceraba la hora de la cena. A ella se le llevaban las tres comidas, imagino que con tantos pacientes, la Fundación y el Hospital quiere mantener una fachada, pero la realidad es que eso no es así. Son muchos pacientes e imagino que pocos enfermeros, creo que algunos van al rebusque a ver qué pueden llevarse», expresó Méndez.
Otoniel describió que ese mismo día su hermana vio que Aura estaba con la boca sucia, sin haber sido bañada, ni aseo personal, «mi mamá fue muy pava toda la vida porque fue fundadora de las Giras Médicas de la Lotería del Táchira, le gustaba estar bien arreglada y limpia».
«Mi sobrina logró pasar a las áreas y vio que no tenía el oxímetro puesto», dijo.
Luego los allegados decidieron llamar al director de la Fundación Juan de Dios para que les permitiera contratar una enfermera exclusiva para su madre. Les aceptaron contratar una enfermera que no laborara en el HC, y que atendiera a otros tres pacientes más que habían en la sala donde se encontraba Aura de Méndez.
Al final, la familia de Aura, contrató a cuatro enfermeras para cubrir las 24 horas, a fin de que les dieran los tratamientos a la hora exacta y les hicieran compañía a la paciente.
«El 24 de junio, al final de la tarde de la primera guardia, una de las enfermeras contratadas manifestó que no quería volver más dado a un episodio de bullying por parte de una pareja de enfermeros de la Fundación Juan De Dios, ese día estaba de guardia un licenciado y su esposa, guardias en los se registraba muchas quejas», refirió Otoniel Méndez.
Lamentablemente Aura de Méndez falleció el 3 de julio. Pero cuando los allegados reclamaron varios objetos que le habían llevado durante su hospitalización, como el oxímetro y la costosa máscara Cpap, una de las enfermeras de la Fundación Juan de Dios dijo que ella nunca tuvo el aparato.
Otoniel, quien fue que entregó los insumos, tiene varios testigos médicos que afirman que el mejor oxímetro del piso 4 era el de su mamá y siempre lo tuvo. Incluso le pidieron baterías para el aparato durante su atención, en varias oportunidades, pues asegura que se las robaban.
Aseguró que los fines de semana los pacientes no son revisados ni por especialistas ni por estudiantes.
«¡Esto es una enfermedad muy dura, los mismos enfermeros y la gente te termina de aniquilar, mi mamá murió de la manera más fea, mi mamá recayó con ellos, no fue atendida, fue robada. Mi mamá murió sin dignidad en ese Hospital!», exclamó.
Otoniel Méndez es consciente de que no puede revivir a su progenitora, pero siente que es necesario que se sepa la forma como están siendo tratados algunos pacientes con Covid 19, «como buitres alrededor del enfermo para robarlos. ¡Esto tiene que parar!».
«Quizá el fin de la fundación es bueno, pero no está escogiendo bien su personal, y están incurriendo en un delito por acción y omisión», argumentó.
Aura de Méndez, antes de padecer la enfermedad, era una mujer muy dura y lucida que le manifestó a su familia que ella quería seguir viviendo y a su edad tenía pensado ir a Estados Unidos a visitar a sus otros hijos, de ahí la voluntad que tenía de recuperarse.
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