Un 15 de septiembre del año de 1897, en la ciudad de Trujillo nació Mario Briceño Iragorry. Hoy en el 2024, estamos conmemorando 127 años de su natalicio. Don Mario como también se le conoce, es uno de los grandes escritores que ha tenido Venezuela. En sus memorias se puede apreciar unas grandes manifestaciones de valores de nuestra patria. Comenzando desde lecturas venezolanas, el ensayo al igual que el cartismo, fue el estilo preferido de su escritura.
Mi Infancia y Mi pueblo evocación de Trujillo, es la mirada de un hombre maduro, a su infancia y sobre todo a su ciudad, a su lugar, al pequeño lugar, que siempre llevara sembrado en su muerte hasta el último instante de su vida, que fue un 6 de junio de 1958.
Esta memoria se pronuncia a través de tres epístolas, que nos recuerda la ciudad viajera como la denominara otro Mario pero en esta oportunidad, Perozo, otro cuidador de la ciudad. Briceño Iragorry relata el Trujillo de inicio de siglo XX.
Con este viaje nos reseña la arquitectura de la ciudad entre ellos el templo de Nuestra Señora de la Paz de la parroquia Matriz. Lo que hoy en día es la catedral de Trujillo. De la cual don Mario, tiempo después, fuera un personaje clave para su elevación a Diócesis. De hecho escribió un apasionado documento que lo tituló la “Cenicienta con Mitra”.
Con relación a un lugar histórico de Trujillo como lo es la Casa de la Guerra a Muerte hoy conocido como el Centro de Historia. Nos narra qué él, la miraba con recelo y hasta con miedo. Justamente cuando estudiaba en la casa de al lado y le tocaba cruzarla, lo hacía corriendo para no oír los gritos temerosos de la muerte producto de la guerra.
También describe internamente su imaginería, y por supuesto de Nuestra Señora María, la cual bautizó a la ciudad como la “Tierra de María Santísima”. Nos narra sus festividades patronales, sus creencias, cantos, poesías, que le han producido sus habitantes, que junto a su fe en un ensueño perenne. Precisamente en el centenario de nacimiento su corazón quedó enterrado en esta iglesia catedral.
Con ello recuerda sus paseos nocturnos de la mano de su padre desde el sector La Candelaria hasta El Calvario o Calle Arriba, como también se le conoce. Para él fue placer mirar la caja de agua y el chorro que la llenaba.
También nos hace memoria de un gran sabio trujillano, un quijote de las letras, de la etnología, el sabio Rafael María Urrecheaga de la Torre, su gran biblioteca, que a raíz de su muerte se fue distribuyendo entre los habitantes del pueblo. Tradiciones antiquísimas como los enanos de la Kalenda, tradición que venía desde el pueblo de más arriba, el pueblo del río San Lázaro. Esta evocación, es un apasionante recuerdo del pasado presente aún.
Bibliografía. BRICEÑO IRAGORRY, Mario. Mi Infancia y Mi Pueblo (Evocación de Trujillo). Caracas. 1981.