Cuando pienso en el Ateneo de Valera, siento en profundidad, el amor demostrado en cada huella, en cada acción sostenida en beneficio de todos los habitantes de nuestro hermoso Trujillo con la finalidad de recrear el alma, el espíritu, la belleza y la felicidad de la vida.
El hombre, en su esencia es un ser que necesita abrigarse en el arte, sentir que toda manifestación del quehacer humano refleja una cultura de identidad llena de historia, tradiciones, costumbres, colores, armonías, formas, sonidos, poesía, escena; en fin, es permanecer constantemente con el alimento del imaginario, hecho cultura para nutrir el alma en esencia del ser.
Si, la cultura construida con amor y dedicación, que es justamente, la conquista de toda vivencia hermosa que nos identificó con el Ateneo y que en estos momentos, sumamos voluntades para concederle su espacio físico, muy merecido, luchado, con esfuerzo sostenido para el disfrute y el deleite de todos, dando paso, abriendo caminos en función de lograr propósitos de vida humana en cada uno de los actos demostrados en nuestro entorno, abriendo caminos de progreso y desarrollo.
El Ateneo de Valera ha sido presencia de hombres y mujeres comprometidos con su esencia y razón de ser, luchadores comprometidos para lograr que nuestro amado Ateneo surja majestuosamente como el Ave Fénix para remontarse ante la adversidad y la mezquindad de personas insensatas y egoístas, quienes, con argumentos sin sentido, se apoderaron de sus espacios.
Sin duda, lograremos volver a su techo y cobijo entre sombras y vivencias para fortalecerlo y sentir que seguirá siendo el espacio del encuentro y el amor por la cultura. Seremos resilientes porque todo ser humano tiene la capacidad de enfrentar las adversidades para continuar sumando éxitos y sobrellevar situaciones difíciles, con actitudes positivas para avanzar y lograr nuestros propósitos como ateneístas.
El Ateneo de Valera, ese espacio hermoso, lleno de magia y atractivo, donde el imaginario se propaga en todas sus latitudes porque ha sido y debe seguir siendo, por muchos años, la vida del espíritu y la belleza activa para Valera y de todas sus comarcas cercanas, con visión y proyección nacional e internacional, siempre con horizontes abiertos para llenar las expectativas de la gente ávida del disfrute y el esparcimiento de vivencias de ese quehacer tan nuestro, tan querido en conjunción de encuentros con espacios de historia y expresión creadora e innovadora, de gozo espiritual con la firmeza, que las acciones y experiencias, hechas emoción permanente, eran y serán maravillosas.
Seremos voz y acción por nuestro Ateneo, ese espacio en grande, un recinto tejido de cultura, de voces multiplicadas con respeto y amor, tiene una misión hermosa y es, llenarnos de emociones y encuentros mágicos para visibilizar el quehacer cultural y artístico en su bellísimo espacio físico, el cual, repito, con mucho esfuerzo, fue una conquista para la hermosa ciudad de las Siete Colinas. Él debe funcionar en su lugar de siempre y no podemos permitir, que, por medio del abuso de un poder mezquino y miserable de espíritu y sensibilidad humana, siga en el silencio.
Es imperativo lograr el rescate de nuestro espacio cultural y humano, de gozo de vida y esencia espiritual. Eso tiene que ser una realidad.
Escribo desde mi sensibilidad de mujer en su cotidianidad, en sus experiencias sentidas por tantos años de convivencia humana, con maravillosas personas que iniciaron y continuaron con un trabajo cultural digno, provechoso que alimentaba el alma de nuestra comarca trujillana, que abarcaba las necesidades y solicitudes de organizaciones escolares, deportivas, artísticas, civiles, gubernamentales, militares, en fin, la sociedad civil en gran dimensión.
Siembra y fruto ha sido nuestro amado Ateneo de Valera. Siempre buscando fortalecer su imagen. Cuantas anécdotas se han escrito, todo se ha convertido en una tertulia de opiniones muy valiosas de quienes sienten en piel, memoria y alma, los pasos ateneístas.
No puedo dejar de mencionar a Marlene Briceño, mujer de lucha permanente por mantener la fuerza cultural en Trujillo; ella, recientemente, me envió un mensaje hermoso, lo cito: “Gracias Miryam, formaste parte de nuestra directiva durante varios años y nuestro programa bandera Domingo de Colores , dirigido al trabajo de los niños fue un proyecto que aún conservo , tu proyecto donde está plasmada la justificación de esta actividad con su visión y misión, fue tu proyecto”
Bien, mi querida Marlene esa hermosa actividad que llenaba de risas y magia a todos los niños y jóvenes, partió de un sueño para acercarnos a ellos pero realmente su fortaleza se construyó, con el empeño de una Junta Directiva presidida por ti, donde nuestras ideas eran respetadas, escuchadas y ejecutadas, con gran valía por un equipo maravilloso integrado por hacedores de sueños como Richard Terán, Auris Berrios, nuestro querido mimo Simón, en fin la fuerza y solidaridad de tantos y tantos que permitieron ver el fruto de Domingo de Colores.
No solo la idea del Programa Domingo de Colores abarcó nuestros sueños y realidades, sino que quisimos abrir un espacio para encontrarnos con el acto de la lectura y organizamos esa pequeña dimensión de espacio intelectual y recreativo pero de gran dedicación para alimentar el alma y el pensamiento: nuestra pequeña librería LETRAS. Sin duda, ofreció el alimento de la imaginación y el intelecto.
Inolvidable la presencia de Aura Salas Pizani, Benito Medina, María de Arroyo, Leonardo Montilla, Auris Berrios, y tantos amigos solidarios que apoyaron la esencia del Ateneo y aun, muchos lo hacen para rescatar su lugar como “esa corriente misteriosa que expresa el mundo intermediario entre el conocer y el hacer, que comunica la ciencia y el arte con la realidad y con la vida” (Borel, Malet, s/f).
Cuantas personas colaboradoras, tantos gozos de vida que hicieron en magnitud el crecimiento del Ateneo de Valera, con logros llenos de sensibilidad, canción, poesía, escena con el trabajo permanente y sin contar el tiempo de un personal de servicio administrativo, ornato, aseo, iluminación, en fin, comprometidos con los propósitos de nuestro recinto cultural, sin limitarse en el tiempo para que cada actividad brillara con presencia de todos y para todos.
Por otra parte, el Ateneo de Valera se ha destacado más allá de espectáculos y sensibilidades, en la formación de sus habitantes por medio de talleres, exposiciones de libros, cuenta cuentos, teatro, danza, pintura, música y canción. Es una lista muy extensa de quienes, en el día a día, cooperaban para el logro de proyectos y acciones. En piel y memoria fluyen en mi sensibilidad y aprecio ese recorrido de vida ateneísta.
Pensar en el Ateneo de Valera es validar el desarrollo y la sensibilidad de un pueblo, de sus ciudadanos porque ha sido recinto de estudiantes, profesionales, representantes artísticos del arte popular y festividades hermosas que llenaban sus espacios, muchas veces limitado por tanta exigencia de su comarca.
Voces y encuentros, alma y vida, felicidad y empuje se integran en mi memoria. Quisiera listar tantas vivencias, pero estoy segura de que todas ellas, se encuentran en un lugar importante de quienes estamparon sus pisadas en los espacios de nuestro amado Ateneo
Nada muere en su esencia y esta maravillosa institución cultural ha sido un cúmulo de alegrías para Valera y más allá de sus fronteras porque ha demostrado ser un espacio de encuentros con la expresión creadora, la responsabilidad de una gestión ejercida, desde sus inicios, por personas dignas, con ética y principios ciudadanos, luchadores de siempre por Valera, la ciudad que invita a la contemplación y a la vida.
Gracias a su quehacer y a su autonomía, el Ateneo de Valera se fortalecerá frente a cualquier poder político. Somos sensibles, fuertes y ateneístas por siempre.
*Ateneista
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