«Amar duele», una frase, de esas que Antonio acostumbraba, por temporadas, comenzar , para embadunarlo en la temática del día. Los que convivimos realmente esa amistad desde los tiempos rangelianos fuimos sus víctimas. A cada pedazo de esos momentos que compartiamos venía un: «psiis, pisss…¡Benigno!…: «digame Antonio»..y con sonreída sorna soltaba: «Amar duele», y la razón se explicaba en la temática del día a donde, como remolino envolvente, Antonio quería implicar su conversa: una oferta literaria nos hacía: estaba imbuyendose en las páginas del libro de Althusser: «El arte de amar». Quizás fue Amado el primer y más cercano amigo que li intimó su primer fogueo Juvenil en aquellos tiempos en que teníamos necesidad de enfilar nuestras inquietudes ideológicas; aquel arrebato de Antonio, rompiendo con nuestro grupo religioso, haciendo causa común con aquel Pavel del mundo de Gorky, Amado fue el que intentó con más ahínco en atraerlo nuevamente al rebaño en aquellas noches bajo la luna del Lazo de La Vega. Creo que allí hubo empate y no fue necesario llegar a los penales.
Cuando su inquieta naturaleza intelectual lo implicó en las entrañas del oro negro venezolano nos llevaba a tener aquellos momentos sarampionados con Mommer, aquí no recuerdo la frase habitual para agarrarnos de sorpresa, con un «pisss, pisss..» pero de que la hubo, la hubo.
Cuando vuelca su entusiasmo intelectual en el mundo de la pintura enamorado de la Infanta Margarita -no de la que se puede uno imaginar- nos abrumaba con Velazquez y sus «Meninas» eran los invitados especiales de la tertulia de ocasión, etc, etc. Ese era el carisma de Antonio, el que envolvía con la aguda y audaz palabra del mundo intelectual, el de la historia y especialmente, su plato fuerte: la literatura. Ese a quien, con mucho dolor, hoy tenemos que recordar, no con el sentimiento de la falsa necrofilia escénica, sino el mismo real y sincero de esos tiempos que nos abrumaba con su carisma. Son dos años con su inexplicable silencio; tener que sentir que duele.
El sentimiento que hoy nos arropa por la inaceptable ausencia de Antonio, nos lleva a tener que comprenderle, como el bromeaba, en aquel tiempo: «Amar duele». Paz a sus restos. Sus amigos de siempre: Amado Moreno, Jorge Valero, Nelson Pineda, La Pulga Peña y Benigno Contreras .