La mediación es un medio pacífico de resolución de conflictos, más incluyente que la lucha armada y la opción militar que sólo generan violencia, sufrimiento y escalan el conflicto. Palabras de Nelly Cuenca de Ramírez, especialista en mediación y Directora Fundadora del Centro de Resolución de Conflictos del Colegio de Abogados del Estado Lara.
Cuenca de Ramírez apuesta con fe en el proceso de negociación que oposición y gobierno venezolano ha abierto en México. Nos aclara que no se escoge libremente la contraparte pues no se negocia con quien queremos sino con quienes tienen poder de ejecutar decisiones que nos afectan. Por desgracia Nicolás Maduro, con todo el peso de la ilegalidad que acompaña a su gestión es quien maneja las teclas institucionales del poder: Fuerza Armada, Tribunal Supremo de Justicia, recursos públicos entre otras. Entonces, decimos nosotros, no hay manera de eludir el pañuelo en la nariz para sentarse a conversar con Jorge Rodríguez y los secuaces del oficialismo que lo acompañan.
Debemos recordar que la mediación es un dar y recibir permanente, es como se define la transacción jurídicamente: recíprocas concesiones. Ese concepto que nos viene desde el Derecho Romano precisa escueta, pero clara y luminosamente, lo que se trata de realizar en México. Si me siento a negociar debo estar consciente de que tendré que dar a la contraparte aquello que solicitan y que nos parece conveniente dar para así exigir otros beneficios o ventajas a nuestro favor. Estamos pronto a criticar lo que concedemos sin mirar lo que se ha podido conseguir.
Por otra parte, esas recíprocas concesiones, como ya lo hemos dicho en otras oportunidades, no tiene valor jurídico, efectividad legal, sino solo para cuando se concreten en leyes que le otorgue coercitividad a lo convenido, que lo pactado se haga exigible a través de los procedimientos legales. Hasta esa oportunidad no son más que papeles que contienen las aspiraciones de ambas partes, pero hasta allí. Claro, sería una bofetada a la esperanza nacional y a la presencia internacional si se desconociera lo pactado, lo cual es un riesgo que siempre se correrá cuando se negocia con representantes de dictaduras.
Es lo más conveniente para esta sufrida Venezuela pues le abre, por vía de la pragmática política, un amplio espectro de esperanzas a la posibilidad de aplicar un plan de salvación nacional que ponga fin a los deslizamientos trágicos hacia la miseria absoluta que hemos visto en los últimos años.
Ahora bien, estos acuerdos hay que trabajarlos entre interlocutores firmes, no puede existir una negociación sin garantía de la consistencia de las partes, es por esta razón que el Gobierno de Estados Unidos, en atención a una posición bicameral del Congreso, ha dicho y reiterado que su apoyo en esta negociación es a Juan Guaidó como interlocutor, de allí que plantear su sustitución en estos momentos, es darle una estocada mortal a la negociación en México y así tendríamos que el corrido ranchero a la esperanza que allí se entona, se convertiría en una canción trágica en la cual los protagonistas mueren apuñalados a traición, como le paso a Lucio Vásquez cuando volaron los pavos reales.
Así que apostemos a México como una esperanza y no permitamos que la desunión entre los demócratas la convierta en una Caballería Rusticana donde la ingenuidad campesina no salvo a nadie de la muerte.