Docentes del páramo merideño buscan alternativas para sobrellevar la crisis económica y social que atraviesa el país.
A pesar de las precarias condiciones salariales y laborales que presentan los maestros en Venezuela, ellas siguen apostando a dar clases a niños y jóvenes.
Es el caso de varias profesoras en los distintos municipios del eje páramo, del estado Mérida, que complementan sus sueldos con otras actividades.
Limpiar ajo para generar ingresos, la opción de algunas docentes en Mérida
Los municipios del páramo merideño se caracterizan por una economía basada en la producción agrícola.
En el municipio Rangel, vive María, de 30 años (nombre ficticio para proteger su identidad), es maestra de preescolar, profesión que ejerce desde hace años.
María, combina la docencia con la limpieza de ajo, actividad muy común en la zona, y en la cual esta maestra dedica medio turno.
“En las mañanas voy a la escuela y atiendo a mis estudiantes, cuando salgo de allí me voy a pelar ajo”, comentó.
Asimismo, ella dice que esta actividad le ha permitido llevar ingresos adicionales a su hogar, porque con el sueldo del magisterio sería imposible.
El ajo no siempre tiene buen precio, esta docente en promedio logra pelar 20 kilos semanales, para obtener al menos 15 dólares de ganancia.
Profesoras de Santo Domingo
Por otro lado, en Santo Domingo, municipio Cardenal Quintero, un grupo de mujeres que ejercen la docencia, también se las ingenian para generar ingresos.
Estas maestras se trasladan hasta la ciudad de Barinas a vender hortalizas a la “Calle del Hambre”, un mercado popular de esa localidad.
Los días, jueves y viernes, las profesoras llegan a los sembradíos donde se encuentran las cosechas, para buscar los productos agrícolas.
Del mismo modo, los viernes en horas de la noche emprenden viaje en camiones que les cobran 15 dólares, llegan al mercado en la madrugada, y duermen en los camiones o la acera mientras aclara el día.
Durante el sábado venden las hortalizas que llevan y regresan a sus casas en Santo Domingo, pasada la noche.
Sin embargo, y pese a que ahorran al máximo para no gastar en hospedaje, el dinero no les alcanza para cubrir todas sus necesidades.
El compromiso de educar
Estos testimonios tienen algo en común, el compromiso que adquirieron las docentes de formar a las próximas generaciones, ellas no se visualizan fuera de las aulas.
Vale destacar, que este panorama lo padecen los cientos de profesores en Venezuela que, a pesar de lo poco valorado su trabajo, no abandonan las clases.
Para finalizar, las educadoras exigen al Estado respeto, que se garanticen sueldos acordes con la realidad que vive el país, donde haya mejores condiciones para el gremio, y se tome en cuenta el esfuerzo que realizaron para ser profesionales.
Fuente: Noticias Todos Ahora