Mérida cumplió 466 años: Una mirada a su pasado, presente y futuro

Vista panorámica de la ciudad de Mérida

 

Especial.- Yanara Vivas SNTP 6961 /CNP 16770


La historia de la ciudad de Mérida está llena de detalles desconocidos por muchos, y conocidos por pocos estudiosos, quienes, al escudriñar los hechos, más allá de los textos de estudio común, han encontrado datos imborrables, destacables, comparables, logrando reconstruir esa historia escondida, temerosa, frágil, pero permanentemente floreciente, vista desde el pasado, analizada en el presente y proyectada hacia el futuro, con la fuerza que solo una gran ciudad puede llegar a tener.

Para contar ese antes, analizar el ahora y proyectar lo que será Mérida, en poco tiempo, conversamos con el Doctor en Historia Luis Caraballo, un tachirense arraigado a Mérida, profesor de Historia en la Universidad de Los Andes, donde ocupó cargos como Jefe de Departamento de Historia de América y Venezuela; contando en su currículo el haber sido Vicepresidente del Área Andino Asociación de Editoriales Universitarias de América Latina y el Caribe, entre 1998 y 2001, justo cuando se despidió el siglo XX y llegó el XXI, quien se ha caracterizado por contar la historia rezagada entre líneas, con jocosidad, sentimiento y verdad, desde el positivismo, convirtiendo en un lujo hasta una casual conversación.

Catedral de Mérida

Pero, hablemos de Mérida, la ciudad entre montañas de 466 años de historias, la protagonista de estas líneas, que este 9 de octubre de 2024, se llenó de neblina, llovizna y frío, obligando a desempolvar los abrigos, guardados por varios años, mismos en que se observaba el deshielo de su Glacial en el Pico Bolívar, por las altas temperaturas que algunos dicen se deben al calentamiento global, mientras se pierde de vista la desaparición, por diversas razones, de aquellos grandes árboles que protegían el microclima en la ciudad, otrora de las nieves eternas.

Estatua ecuestre de El Libertador, en la Plaza Bolívar de Mérida

 

Visión histórica y futura de Mérida desde la óptica de Luis Caraballo

Para el 9 de octubre de 1558, fecha establecida como de la fundación de la ciudad Santiago de los Caballeros de Mérida, habían transcurrido escasos 66 años desde que Cristóbal Colón inició la circunnavegación para descubrir esta nueva región, e incorporarla desde entonces a una nueva dinámica mundial.

En esos 66 años se fundaron dos virreinatos, se observaba el surgimiento y desarrollo de otras importantes urbes en esta parte del globo terráqueo. Fueron 66 años, con la velocidad del tiempo en aquella época, que sin duda representa un hecho muy singular en el occidente del país. Es decir, el temprano nacimiento de una de las ciudades que posteriormente le darían fisonomía, no sólo a una región histórica, sino fundamentalmente, a una de las nuevas naciones que 300 años después se llamaría Venezuela.

Mérida, es una de las ciudades primogénitas nacidas en el hemisferio occidental, en esta nueva era histórica y cuyo nombre surge como un reconocimiento a la ciudad Natal de su fundador el Capitán Juan Rodríguez Suárez, oriundo de la Mérida española, ciudad anclada a orillas del Mar Mediterráneo y fundada por los romanos. De allí pues, el pedigrí que sin duda alguna acompaña el nacimiento de nuestra hermosa e histórica ciudad de Santiago de los Caballeros de Mérida en Venezuela, erguida sobre el piso de la meseta que la vio nacer, regada por varios ríos: El Chama y El Albarregas y un conjunto de quebradas que la bañan desde el lado izquierdo de su zona cordillerana.

Iglesia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro

Desde hace 466 años, es decir desde su fundación hasta el momento, durante las etapas de evolución de Mérida, encontramos unas constantes.

A lo largo de estos años, Mérida ha logrado constituirse en una ciudad referencial, tanto en la región andina donde nació, así como en el contexto nacional e internacionalmente, al formar parte de varios hechos ocurridos en el mundo, como consecuencia de la acción civilizadora de España, en el vasto mundo creado a partir del descubrimiento de América por Cristóbal Colón en 1492.

El siglo XX, constituyó el ciclo del desarrollo de Mérida. La modernidad, no va a cambiar la fisonomía de la ciudad puesto que, es a lo largo de esa centuria, cuando se comenzaron a construir un conjunto de edificaciones, de infraestructura, entrelazando varios zonas de la ciudad que todos conocemos como el casco central, Milla, El Llano, La Otra Banda, entre otros.

Plaza e Iglesia El Espejo donde se venera a la Virgen aparecida de El Espejo

En las décadas finales del siglo XX, Mérida recibe un impacto transformador, cuando la ciudad se convierte en hogar de aproximadamente 45 nacionalidades que la convierten es su hogar. Los migrantes llegados a esta zona, dieron un toque especial con sus aportes culturales, lingüísticos, artísticos y de oficios, cargando sus pocas pertenencias, para convertir a Mérida en una ciudad cosmopolita, más integrada al mundo, como suele ocurrir en el largo trajinar histórico de las grandes ciudades del mundo.

Las particularidades de nuestra ciudad se constituye, para entonces, en un imán para las diferentes regiones de Venezuela, pudiendo encontrar a representantes de todo el país, agrupados bajo un mismo objetivo, graduarse como profesionales en la Universidad de Los Andes, pues el desarrollo de la política educativa de la democracia, hizo que Mérida fuera la gran fábrica de capital humano y talento, productora de profesionales en once saberes para contribuir excepcionalmente al desarrollo de nuestro país, convirtiendo a la educación, la ciencia y la cultura en su principal industria.

Mariano Picón Salas, refiriéndose al impacto que habría de tener la Universidad de Los Andes y su desarrollo en la ciudad, señaló que “esta casa de estudios superiores, habría sido el proyecto histórico de los merideños y de quienes habitamos en Mérida” dándole cada vez más sentido, fuerza y vitalidad a la institución, que es el santo y seña de su vocación histórica, desde el antiguo Colegio San Javier de los Jesuitas por allá en 1600, hasta lo que es hoy la ULA, manteniendo como fundamento de su existencia la educación, la cultura y la ciencia. Por ende, en el siglo XIX la llamaban El Faro de Luz del Occidente venezolano.

Rectorado de la Universidad de Los Andes

Hoy, atravesamos una situación que no escapa a ninguna región, a ninguna ciudad, a ningún poblado de Venezuela. Pero esta situación es pasajera, efímera porque lo que ha determinado a Mérida, como a todas sus ciudades y pueblos, ha sido el desarrollo, el contribuir al país, el perfeccionarse para construir el hogar de sus habitantes.

Con sus ya 466 años, la mayoría de edad histórica de la ciudad, Mérida debe comenzar a prepararse para cumplir el medio milenio de existencia, viendo el desarrollo de la ciudad y de su entorno con la visión de un plan de largo plazo, ejerciendo su función como capital de un estado importantísimo, iniciando con el fortalecimiento de las bases de lo que habrá de ser el desarrollo futuro, tanto de la ciudad como de todas sus instituciones educativas, políticas, con economías diversificadas, para que al llegar a los 500 años de existencia, apruebe con excelencia la evaluación definitiva de su existencia como órgano vivo, tal como sucede en otras latitudes, donde han comenzado a preparar las ciudades para el futuro, como asiento definitivo de la sociedad.

Tendremos entonces, otra vez, como en la antigua Grecia, naciones, ciudades con alta concentración de seres humanos que requerirán de múltiples servicios, y con ellas se expandirán los requerimientos y las necesidades.

Pues bien, no esperemos a que en Mérida vuelva a suceder el que, sólo en las últimas décadas del siglo XX, encontró las posibilidades en su desarrollo como ciudad, de manera tardía. Tenemos tiempo suficiente para ponderar lo que habrían de ser las bases para el desarrollo de un nuevo plan de existencia a conquistar.

Palacio de Gobierno

Desde los ciudadanos que habitamos la ciudad, han surgido estudios, propuestas, planes, no solo en cuestión de infraestructura, pues es claro el requerimiento de vías de comunicación con intercambio inteligente. También es importante definir la vocación productiva, pues a medida en que el desarrollo se nos vienen encima , exigirán de las sociedades la adecuación a distintas modalidades, surgiendo la necesidad de pensar y repensar, observando el pasado, y proyectando el futuro a construir por y para las próximas generaciones de merideños, con la mirada puesta en el futuro.

En Mérida, fluye una fuerza transformadora y bulle, sin duda alguna, un espíritu emprendedor que comienza a dar sus primeros retoños. ¡Tengamos fe! Mérida seguirá siendo la ciudad emérita, la ciudad fundamental de Los Andes venezolanos, en la ciencia, la educación, la cultura y de ahora en adelante de la innovación y del emprendimiento.

Fotos: Yanara Vivas

 

 

 


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