La historia de la fundación de la Ciudad de Blancos, denominada luego como Santiago de los Caballeros de Mérida, según coinciden los historiadores, se remonta a 1558, cuando Juan Rodríguez Suárez, al mando de unos cincuenta hombres, sale de Pamplona, en búsqueda de nuevas minas. Instalando el primer asentamiento en lo que hoy se conoce como San Juan de Lagunillas, cautivado por la belleza de sus paisajes.
Poco duró el encanto. Los mosquitos y el calor se encargaron de los recién llegados, quienes deciden mudar el asentamiento a la punta de la mesa de Tatuyes, conocida hoy en día como Santiago de la Punta, o la Parroquia Santiago Apóstol, dejando registro de su fundación el 9 de octubre de 1558, hace 642 años, cuando Juan de Maldonado, quien, a diferencia de Rodríguez Suarez, si poseía la venia o permiso de la Real Audiencia de Santa Fe de Bogotá, para trasladarla y fundarla oficialmente.
Desde mucho antes de su fundación, los merideños, han sido ejemplo de trabajo y valentía, al enfrentarse ferozmente a los abusos cometidos por quienes, empuñando espadas, pretendieron someterles, defendiendo sus familias, tierras y costumbres con sus cuerpos desnudos, sin protección, logrando el respeto y la convivencia tras muchos años de irrespetos.
La llegada de los sacerdotes Jesuitas, entrado el año 1628, sembró las bases religiosas y educativas en la zona, creando el primer colegio donde se impartía educación humanista y religiosa. Más de cien años después, en 1785, el Obispo Fray Juan Ramos de Lora, crea el Seminario de San Buenaventura, núcleo matriz de la actual Universidad de Los Andes, Alma Mater del gentilicio merideño, arraigado incluso en quienes, nacidos en otras tierras, se han formado en sus aulas y adoptado a Mérida como su hogar.
El desarrollo de la ciudad ha sido lento e incluso sacudida por un fuerte terremoto ocurrido el 26 de marzo de 1812, siendo Jueves Santo, en el que fallecieron unas 800 personas, que representaban gran parte de los pobladores de la época.
Mérida, también ocupó lugar de honor en la época independentista, separándose de manera pacifica de la Provincia de Maracaibo, el 16 de septiembre de 1810, convirtiéndose en la Provincia de Mérida y otorgando a Simón Bolívar el título de Libertador el 23 de mayo de 1813; siendo sus mujeres reconocidas por sus acciones de defensa de la ciudad; tal como relata Don Tulio Febres la historia de Anastacia, una criada del convento de las monjas Clarisas, que logró confundir a Correa, realizando varios tiros al aire, mientras Bolívar tomaba la ciudad. Ejemplo que persiste hasta nuestros días, pues las merideñas continúan defendiendo sus ideales en las calles de la ciudad.
Bordeada de ríos y resguardada por montañas mitológicas, Mérida sigue siendo una ciudad joven, con rasgos coloniales, hogar de artistas, humanistas, profesionales y soñadores que resisten de pie, con hidalguía, las duras pruebas de la realidad venezolana actual, fieles a los ideales ancestrales de aquellos indígenas que defendieron sus tierras, así como de aquellas mujeres decididas y de extraordinarios artistas, humanistas y políticos de severa formación moral y académica, que dejaron su huella en la historia venezolana.
462 años después, en medio del desarrollo tecnológico, Mérida enfrenta nuevos retos. Herida por la desidia y orgullo que quienes quieren dominar su espíritu rebelde. Santiago de los Caballeros de Mérida ha sido, es y será capaz de recuperarse de profundas heridas, para extender sus amplias alas y posarse altiva sobre los picos de la otrora Sierra Nevada como las Águilas Blancas de Don Tulio, con muchas Caribay dispuestas a obtener sus mágicas plumas y caballeros valientes e hidalgos, decididos a reconstruir, desde el conocimiento, una mejor sociedad. ¡Feliz cumpleaños Mérida Preciosa!
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