Mercado inmobiliario está paralizado

“Muchos de esos jóvenes que se han ido, ya se han estabilizado con trabajos rentables (…) Sus ingresos en el exterior no les dan para invertir en otros países, pero al transformar esas divisas en moneda nacional, pueden adquirir bienes acá”: Miguel Gutiérrez. Gráfica: Archivo Digital DLA

Jóvenes inmigrantes envían remesas a Venezuela para completar el proceso de alimentación de sus familiares, pero además ya están comenzando a preguntar sobre cómo adquirir bienes inmuebles, dice Gutiérrez  

Miguel Gutiérrez, presidente de la Sociedad de Ingeniería de Tasación de Venezuela (Soitave) seccional Trujillo, informó que la entidad y el país experimenta una “etapa totalmente paralizada” en la venta de inmuebles, aunque los costos de éstos hayan bajado en el “mercado subterráneo” valorado en dólares. Añade que lamentablemente los precios de los inmuebles en moneda nacional han subido desproporcionalmente.

El también miembro de la Cámara Inmobiliaria del estado Trujillo comentó que han realizado sondeos en el mercado, encontrando así la existencia de personas naturales que han ofertado apartamentos en distintas zonas residenciales de Valera por 40 y 50 mil dólares, y hoy esas personas piden por ese mismo inmueble entre 20 y 25 mil dólares.

Las razones

“Esto pasa por varias razones, la primera es la enorme distorsión que hay dólar-bolívar, y luego la migración de grupos familiares, la cual es gigantesca y están vendiendo sus activos – incluyendo su inmueble – y en su desesperación por irse del país, han bajado el valor de su vivienda en dólares. Eso no sólo ocurre en Valera, sino en todo el país”, explicó Gutiérrez.

Preferencias

El ingeniero califica la situación del mercado inmobiliario como muy compleja, a su criterio las personas que poseen dólares para comprar, no lo hacen en Venezuela, prefieren adquirir un buen apartamento de 40, 70 y 100 mil dólares – por ejemplo – en Miami para alquilarlo. “Allá – en promedio – un alquiler está en 800 dólares, y ese dinero traído al país – al cambio del mercado paralelo – te da para vivir cómodamente”.

Costos de alquileres, un dolor de cabeza

En el caso específico del alquiler de inmuebles, Gutiérrez señala que las empresas inmobiliarias sobrevivientes a la crisis nacional, se han encontrado con una presión tanto del dueño del local comercial, como del arrendatario, porque ante la inflación, el dueño aspira revisar cada dos o tres meses su alquiler, y eso está contra la Ley de Arrendamientos y Locales Comerciales.

“Esta Ley establece que el canon de arrendamiento debe ser revisado anualmente en base a los índices de inflación del renglón bienes y servicios emitidos por el Banco Central de Venezuela (BCV), el detalle es que el BCV tiene tres años sin dar esas cifras, y además la hiperinflación que estamos viviendo es tan grande, que mantener un canon fijo durante un año le produce enormes pérdidas, y el inquilino – que entiende la situación – puede pagar un aumento módico, porque las ventas le han bajado como consecuencia de la soledad en los establecimientos comerciales no alimenticios sobre todo, producto de la hiperinflación. La gente ante los menguados ingresos que tiene, invierte estos en alimentación y transporte”.

Variaciones

Para Gutiérrez, la economía en el mercado inmobiliario está totalmente desfasada y colapsada. Dice estar haciéndose presente un fenómeno en el sector arrendatario donde se están llegando a acuerdos en base a un costo fijo anual, pero con un pago adicional que varía de acuerdo a las ventas. “Si estas suben (y no porque vendan más sino porque todo sube de precio), el alquiler valdrá más, y si baja, pues será menos”.

Los emigrantes, la esperanza 

A pesar de este panorama nada alentador, hay razones para pensar en una recuperación en el corto o mediano plazo. Gutiérrez es de la idea que aunque resulte paradójico, de Venezuela se sigue yendo mucha gente, y a pesar de estar convirtiéndose Venezuela en un país de viejos y de niños, “esa gran masa de jóvenes emigrantes que nadie ha calculado formalmente – algunos hablan de dos y tres millones de ellos – se marcharon descontentos del actual sistema de gobierno, y son precisamente esos jóvenes los que en el corto plazo pudieran reactivar la economía”.

“Muchos de esos jóvenes que se han ido, ya se han estabilizado con trabajos rentables, están comenzando a enviar remesas para sus familiares en Venezuela. Envían dinero para remodelar la vivienda de sus madres, de su hermana, incluso ya están comenzando a adquirir viviendas acá en Venezuela para sus familiares, o para tener una pequeña inversión en su terruño en caso de regresar. Sus ingresos en el exterior no les dan para invertir en otros países, pero al transformar esas divisas en moneda nacional, pueden adquirir bienes acá”.

Distorsión cambiaria ayuda a comprar desde afuera

El representante inmobiliario dice haber casos valeranos donde han vendido – en el “mercado subterráneo” – apartamentos en 2 mil dólares. “Esa cantidad de dinero se la gana un muchacho fácilmente en un mes de trabajo en los EEUU. Un apartamento pequeño en La Beatriz – por ejemplo – se está cotizando entre 200 y 250 millones de bolívares. Eso al cambio de moneda – en el mercado paralelo inflado – implica mil 500 dólares”.

Gutiérrez es optimista al pensar que en el corto plazo, se va a producir un pequeño auge en el mercado inmobiliario, cuando esos jóvenes que han emigrado y se hayan estabilizado, comiencen a enviar remesas a sus familiares. “El país se va a convertir – en poco tiempo – en algo parecido a México y otros países centroamericanos, inclusive Colombia y Ecuador que reciben importantes cantidades de dinero de emigrantes de estas naciones. En países como El Salvador, las remesas que se reciben superan el PIB de esa nación”.


Muchas cosas han cambiado  

El ingeniero Miguel Gutiérrez detalló que el sector inmobiliario tuvo su auge cuando se aprobó la Ley de Política Habitacional, la cual permitió acceder a préstamos con intereses muy bajos, tanto para el constructor como para el adquiriente. “Eso fue hace 15 años atrás, para la época los ingresos familiares daban para acceder a una vivienda que estaba a unos precios estables, con una economía medianamente estable y con un sistema bancario que permitía dar créditos hipotecarios que eran factibles de pagar. Lamentablemente todo esto se distorsionó”.

Agrega que en Venezuela se hicieron leyes que fueron contra los inversionistas, como la Ley de Estafas Inmobiliarias, la cual – a su juicio – prácticamente acabó con los empresarios en el campo de la construcción. “Además la inflación ha sido tan enorme que los créditos que actualmente se dan a través de la banca pública o privada supuestamente para adquirir una vivienda, solamente alcanzan – si a caso – para hacer la cocina de una vivienda”.

Salir de la versión móvil