Bajo este título, el Embajador y Catedrático Jorge Valero, nos acaba de entregar el último libro salido de su veta de creador literario. Libro en el cual Jorge hace gala de ser poseedor de una prodigiosa memoria. Los relatos que lo conforman son una suerte de biografía de la vida vivida y soñada; y, la vida de militante revolucionario. Simbiosis que, ni con el uso del más moderno bisturí es posible diseccionar. Y, no es posible hacerlo porque, cuando el acto humano está guiado por principios éticos, nada logrará sacarlo de la ruta emprendida.
MEMORIA INMORTAL. Homenajes, es una hermosa rapsodia de su extensa obra literaria. En ella habla el Jorge Valero profundo. Aquel que se siente poseído, por la firme creencia de que aún falta mucho por hacer para alcanzar la justicia social en los pueblos del mundo; y, es poseedor, de una indeclinable convicción de que ese es el sino de la Revolución Bolivariana. Que el legado de Fidel Castro, Ernesto “Che” Guevara, Hugo Chávez, José Vicente Rangel, y tantos otros emblemas de dignidad revolucionaria, siguen guiando la hermosa utopía de construir un mundo mejor. En él, Jorge nos reafirma que el camino trazado para alcanzar la felicidad de los venezolanos, más allá de sus imperfecciones como toda hechura humana, es el camino DE LA ESPERANZA. Esperanza que estamos obligados a hacer realidad para cumplir con el juramento hecho a los COMULGANTES DE UN MISMO SUEÑO.
MEMORIA INMORTAL. Homenajes, es –asimismo- una crónica del amor sentido y del amor profesado. Ser FRUTO DEL AGUA Y DEL CABALLO, es una clara confesión de amor puro; de amor, profundamente libre de toda impureza. Entregado sin mirar para los lados, ni exigir recompensa. Es amor salido de lo más profundo del corazón; por el cual, pueden ser derramadas todas las lágrimas que el sentimiento cobije.
MEMORIA INMORTAL. Homenajes, hemos dicho que es una hermosa rapsodia. Rapsodia “andariega” que anda por muchos mares; pero, con rumbo definido. Zarpa de su Valera natal, montado en una “piragua” desde la que, noche tras noche, contempla extasiado el “relámpago del Catatumbo”, sin que hasta ahora haya soltado anclas. Y, en ese andar, dialoga con los JUGLARES EN EL CIELO. Aquellos Camaradas y Amigos que decidieron un día, sin consultárselo, dejar de ir a las tardes, y noches, de juglaría. En ese andar, de navegante con destino, se ha encontrado, asimismo, con los IMAGINEROS DE LA FORMA. Y, esos diálogos y encuentros, han labrado en su corazón y sentimiento profundas HUELLAS DEL ALMA.
Razones me sobran para celebrar con Jorge este diamante literario que hoy nos entrega. Largos y continuos fueron los días y las noches en que me invitó a conversar y “discutir” sobre los textos del mismo. En muchos de esos encuentros, poseídos de desbordante emoción reímos y cantamos; en otros, la nostalgia y el dolor, que causa la ausencia de quienes se nos han marchado, se apoderó de nosotros; y, sin darnos cuenta, con las lágrimas que recorrían nuestras mejillas regábamos el amor profesado hacia ellos.
MEMORIA INMORTAL. Homenajes, es, como hemos dicho al inicio de este texto, un conjunto de recuerdos y vivencias que Jorge ha extraído de su memoria y les ha dado forma de ensayos breves y cantos poéticos. Aunque, a decir verdad, la profundidad reflexiva de su escritura les otorga la condición de un largo poema, escrito en varios momentos y en distintos escenarios. La rigurosidad en la selección de los mismos se hace evidente en la relación simbiótica, en la coherencia y complementariedad entre la palabra y el actuar, que definen su vida, como una vida guiada por nobles principios.
Compromiso vital que le otorga a su escritura una suerte de carácter mágico. En cada palabra, en cada idea, en cada frase Jorge está presente. Y, su presencia está representada por una hermosa constelación de seres humanos y seres míticos, que son parte fundante del simbolismo que le han dado fuerza a su vida y a su creación literaria. Allí están sus ancestros. Muy cerca de él se ven sus camaradas y amigos. Sobre su espalda descansa la espesa neblina del Guaramacal. Saludando Momoyes, recogiendo piedras, y deleitándose con una infusión de “díctamo real”, prepara su “mudanza del encanto”. Por ello, nada resulta más difícil que intentar establecer una suerte de frontera, entre el Jorge Valero humano, que habita y actúa en un tiempo y espacio determinado; y, el Jorge Valero escritor, cuya prosa (oral o escrita) esta poseída por una inagotable intencionalidad de hacer del buen uso de los recuerdos y vivencias, una infinita e insustituible fuente, para el relacionamiento del ser humano con sus semejantes y con la naturaleza.
Gozoso, levanto mi copa para celebrar el éxito de tu obra.
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