Memoria en tres tiempos en Doña Inés contra el olvido de Ana Teresa Torres / Por Libertad León González

Sentido de Historia

Foto: Tomada de Internet

 

 

 

 

La memoria puede por eso encontrar los días,
sus bellas mariposas disecadas,
sus apagados cirios olorosos.

Luz Machado

 

 

La dualidad complementaria y contradictoria que se produce entre la memoria, como recurso primordial de la Historia y el olvido, estudio fundamental de las ciencias de la psiquis humana y, en muchos casos, evasión de episodios de la llamada historia oficial, confluyen en la novela histórica, en general, a partir de esa línea definitoria que oscila entre la memoria y el olvido. La novela histórica, entonces, se hace selectiva, al presentar las vicisitudes de elementos tomados de los hechos del pasado dispuestos en el relato ficcional que, aunque supedita lo real a lo ficticio, también actualiza al lector en el recorrido de los acontecimientos históricos, en eso que María Cristina Pons (1996) ha llamado, “el encuentro entre lo convencional y no convencional del género.” (p.112).

En esta ocasión, el escenario narrativo se presenta en tres tiempos, recorridos gradualmente, entre los períodos de la colonia, la independencia y la república, específicamente, los siglos XVIII, XIX y XX, en nuestro país. Sea la novela histórica, Doña Inés contra el olvido (1992) de Ana Teresa Torres (Caracas,1945), la oportunidad de mostrar estos tiempos históricos con referencias marcadas y, al mismo tiempo recreadas, sobre el pasado alusivo. ¿Cuántas veces cualquier mantuana ‘bien casada’, habitante de la colonia pudo pronunciar las siguientes palabras que dan inicio a la novela Doña Inés contra el olvido de Ana Teresa Torres?:

Mi vida fue atravesar mañanas lentas, días largos que el tiempo recorría despacio. Vigilar el trabajo de las esclavas, verlas barrer las lajas de los patios, dar lustre a las baldosas y azulejos que hice traer de Andalucía, recoger las hojas sueltas del limonero y regar el guayabo del corral; bordar algún punto de un mantel, o darme una vuelta por la cocina para probar la sopa y procurar que todo estuviera de acuerdo antes de que llegara Alejandro, y durante el almuerzo, preguntarle qué se había discutido en el cabildo, a cómo estaban los precios del cacao o si se había hundido el barco que lo transportaba. (p.3).

La novela se plantea como ejercicio de la memoria de Inés Villegas y Solórzano, las vivencias de diferentes épocas de la sociedad caraqueña, el punto de partida serán las injusticias del poder, en torno a la mujer, guardadas en silencio, sin derecho a réplica. La voz de la narradora se pronuncia, desde el ámbito de la muerte, rememora las vejaciones y los sufrimientos padecidos por ella y los personajes, antes, durante y después de la guerra: “Sólo veo los mismos rostros, los mismos cuerpos, los mismos nombres de mi memoria, los siento y los huelo, me acompañan, me acosan, no me dejan ni un momento quieta ni me permiten descansar.” (p.4).

Inés Villegas de Solórzano revive entre ingeniosas imágenes del pasado, busca respuestas a tanta incertidumbre, entre la vida y la muerte. Menciona, por un lado, la decadencia económica que se origina con la guerra, desde el más ponderado terrateniente y, por el otro, el progresivo deterioro de su vida en procura de resolver un largo litigio sobre los documentos y los títulos de propiedad de las tierras. Estas se constituyen en las inquietudes constantes alrededor del discurso de la narradora protagonista: “Ahora debo buscar mis títulos, los nuestros, los que confirmó mi padre en 1663, para componer mi historia.” (p. 4). Corrían los años de 1728, de 1731, de 1742, entre sentencias y alegatos al Rey Felipe Quinto, Carlos III, Carlos IV y de todos los sucesores de la corona para obtener y lograr el otorgamiento de la Real Cédula a su favor. Hecho que se repetiría entre apelaciones, por años y años, hasta el siglo XX. El relato transita la recuperación de la historia de doña Inés, de su descendencia y del país durante tres siglos. La voz de doña Inés se transfigura de sujeto individual a la voz del sujeto colectivo de los mantuanos de la colonia:

Aquí, Carlos Cuarto, casi nada es pecado. ¿No sabías que las autoridades confesaban que a pesar de las vivas diligencias para la exterminación de los levantados y castigar los insultos y enormes excesos que han cometido, no ha sido posible conseguirlo porque los montes donde habita esa gente malévola son impenetrables y sólo ellos pueden traficarlos, por haber sido criados en dichos montes y éstos ser muy dilatados? (p. 25).

Susana Zanetti en su ensayo “Memoria y memorial en Doña Inés contra el olvido” (2005) dirá al respecto: “un alegato sobre la propiedad de la tierra y un alegato en una dimensión simbólica por la preservación de la memoria colectiva contra las políticas de la desmemoria que se nos presenta sólidamente ligado al primero.” (Zanetti, 2005, p.189). No hay documento ni escritura que valga ante el abuso del poder y el desacato a los derechos adquiridos legítimamente.

Por su parte, Antonio Isea en la edición número 86 de Letralia, reconoce el recurso metaficcional del narrador – cronista que constantemente alude a su labor escritural historiográfica, en tanto, discurso híbrido entre la autobiografía y la crónica historiográfica. En este sentido diremos que, la novela histórica actualiza la Historia cuando se atreve a ofrecer posiciones que la cuestionan o dilatan.

La oportunidad de contar lo vivido, lo imaginado, lo pensado desde los límites del personaje protagónico y el resto de los personajes plantea lo que pudo ser y no fue. El relato se desdobla en múltiples escenarios vividos y posibles. El salto en el tiempo de la narración se amplía, vendrán los años de la guerra de independencia, de la fuga y liberación de los esclavos, de la emigración a Oriente comandada por Bolívar:

¡Viva su majestad Fernando Séptimo, ¡Viva el General Boves, mueran los blancos, los negros vivan, saca la machaca, corta la cabeza, pa’semilla!” (…). Mira los muertos que van quedando en la emigración, los cuerpos confundidos en la tierra y el fango, las mujeres que se han quedado en el monte para enterrar a sus hijos.” (p.36 – 37).

El recorrido de ‘las voces’ a través de los siglos sigue diferentes períodos, la novela evoca: el fin de la guerra de Independencia, los horrores de los tiempos del liberalismo de Ezequiel Zamora, Cipriano Castro y Joaquín Crespo hasta Gómez:

Después que gritaron Tierras y hombres libres, ¡Abajo la esclavitud, ¡Viva la Federación, Mueran los blancos y los que saben leer y escribir!, vino Guzmán que resultó un ilustrado y dijo: ¡Viva la Regeneración!, y Crespo un legalista y Castro un restaurador, y propuso: Nuevos hombres, nuevos ideales y nuevos procedimientos, y Gómez un rehabilitador y estableció Unión, Paz y Trabajo. No nos han faltado las consignas, lo malo es que siempre llueve, y será por eso que sabiamente se borran. (p.66).

El esposo y pariente de doña Inés, Alejandro Martínez de Villegas y Blanco tendrá un hijo con una esclava de su hacienda a quien llamarán, Juan del Rosario. El mismo que se hiciera llamar dueño de las tierras de Curiepe de doña Inés, al punto de procurar derechos de propiedad ante la corona española; así, también, se lamenta con indignación por el decreto de expropiación de Joaquín Crespo, del 5 de junio de 1884, sobre las tierras de Curiepe para ser entregadas a los holandeses:

Anota, escribano: el general Joaquín Crespo le debe a doña Inés Villegas y Solórzano unas tierras y valle nombrado Curiepe, que están dos leguas más arriba del Cabo Codera en la ensenada que llaman de Higuerote. Cuando yo encuentre mis títulos, hasta el último centímetro de tierra, ¿me oyes, Joaquín Crespo?, hasta la última paja del polvo que se levanta en mis posesiones, volverá a ser mía. (p.67).

La decadencia de los fulgores de la vida se instala en el discurso de la narradora protagonista. La vida cede el espacio a la muerte: “Yo debo permanecer aquí, escondida en el cuchitril que es ahora mi cuarto, cubiertos mis huesos descarnados con los harapos que restan de lo que fueron mis sábanas de hilo.” (p.54). La voz de la protagonista convalida los sucesos de la decadencia del país propiciada por la barbarie. La de Andrés Cayetano, hijo de Julian Cayetano, mayordomo cacaotero y abuelo de Dominguito, todos soslayando los pesares de la esclavitud. La de Belén, esposa de Domingo Sánchez Luna quien prefiere salir de su monótona vida de mujer casada al servicio de la caridad de los más necesitados aventurándose en un idilio con el expatriado joyero judío, León Benelac.

Doña Inés contra el olvido se configura en la secuencialidad histórica de períodos y acontecimientos políticos y sociales, propiciados por circunstancias nacidas de la ambición y el poder a ultranza que, en la mayoría de los casos, ocasiona el deterioro de la calidad de vida de la población, por décadas y décadas:

Murió el general Gómez, Alejandro, y el país se puso de fiesta. Abrieron las cárceles y parecía que había más gente adentro que afuera, destaparon los periódicos y nunca se derramó tanta tinta, levantaron las tarimas y nunca se pronunció tanto discurso. Y era que el general Gómez no nos dejaba entrar en el siglo XX (p.101).

El mito de Sísifo se repite, como eterno retorno en la Historia trágica de los países de Nuestra América. El vasto recorrido histórico sobre Venezuela se muestra en la novela de Ana Teresa Torres, tal y como lo apunta la mirada crítica de Luz Marina Rivas:

privilegia la visión de una mujer, que a pesar de pertenecer a una poderosa clase social, ha debido someterse a la obediencia al marido y ha permanecido recluida en su casa, en el desván de la historia. Sólo después de muerta puede hablar, y lo hace con una contundencia que pasa por el humor agudo, la mordacidad, la nostalgia y el asombro, a través de una prosa ágil, de altísima calidad narrativa.

La voz de doña Inés se pronuncia a través de la escritura como expresión del ser, de su capacidad de pensar, como acto de voluntad y principio racional de la acción fuera del tiempo de su existencia. La escritura se configura en testimonio que transforma el silencio en palabra (dixit Anna Pagés, 2021), desde el espacio de la otredad de la muerte y propicia la develación del pasado.

En cuanto a la autora, el punto de partida de su escritura, pudiera estar resumido en la siguiente frase que en una entrevista le hicieran y en la que declaraba con relación a su narrativa: “Creo que esa posibilidad de ver lo que ocurre, pero como un poco de lejos me ha acompañado a lo largo del tiempo. Fue poder ver al país dentro y a la vez en perspectiva.”

Retomar el significado de esta novela, reeditada (Caracas, Monte Ávila,1992 y 1998; Caracas, Alfa, 2008 y 2022) y traducida a varios idiomas, como demarcación inicial reconocida ante la crítica desde su aparición, transcurridos treinta y tres años, se ha configurado junto al resto de las novelas y los ensayos de Ana Teresa Torres como expresión de una narrativa y escritura crítica fundamental de la Venezuela contemporánea, en la que se da un sitial protagónico a la voz femenina que mira su rol en la sociedad más allá de la familia y la casa que resguarda y, al mismo tiempo, la limita. En los últimos dos años, ha sido incluida para ser analizada en el Seminario de escritoras venezolanas que coordina la Profesora Marisol García Romero desde la Fundación Bordes y la Maestría de Literatura Venezolana y del Caribe de la Universidad de Los Andes en San Cristóbal. Este Seminario ha dispuesto, hasta ahora, en su canal de YouTube dos sesiones para el estudio de la narrativa de Ana Teresa Torres, la primera de estas emisiones estuvo dedicada a la novela que hoy nos ocupa, con la presencia de destacadas voces de la crítica literaria en Venezuela. En la segunda edición, dedicada a su ópera prima en el género de la novela, El exilio del tiempo (1990). Allí, Ana Teresa Torres expresa a la reconocida ensayista, Luz Marina Rivas la síntesis de su producción narrativa cuando afirma: “Hay un proyecto bastante coherente en mi narrativa (…) busco que se produzca una intersección entre la vida pública del país y la vida privada del personaje.”

Ana Teresa Torres perpetúa, a sus recién cumplidos ochenta años, la escritura de una narrativa que procura lo que ella ha llamado la construcción del sujeto femenino. Esa intención que se vislumbra en la narrativa de Teresa de la Parra (1889-1936), particularmente Ifigenia (1924) y de Ada Pérez Guevara (1903-1997) en su novela Tierra talada (1937), muy a pesar de la tímida rebeldía que muestran sus personajes y que Margara Russotto llama la identidad femenina en construcción. En definitiva, el mundo interior de lo femenino se entrecruza como compromiso inevitable y perdurable en la narrativa de Ana Teresa Torres, con referencias históricas individuales y sociales sobre la realidad del país; ambos, principios estructurales recurrentes de su impronta novelística.

 

Referencias:

Fundación Bordes. Encuentro con Ana Teresa Torres, 23 de julio de 2025. En:

Isea, Antonio (2000). “En torno a algunos rasgos definidores de la narrativa histórica contemporánea en Doña Inés contra el olvido”, En: Letralia, edición Número 86, 07 de febrero de 2000, Cagua, Venezuela. En:
https://letralia.com/86/en01-086.htm

Pons, María Cristina (1996). Memorias del olvido. La novela histórica de fines del siglo XX, México, D.F.: Siglo XXI.

Rivas, Luz Marina. “La voz desde el desván de la historia.” En:

La voz desde el desván de la historia

Torres, Ana Teresa (2002). “Autorepresentación literaria y espacio público en las narradoras venezolanas (1935-1955)”, En: Revista Venezolana de Estudios de la Mujer. Centro de Estudios de la Mujer. Universidad Central de Venezuela. Caracas, enero/junio. Vol 8/No. 20/2003: 57-85. En:

Autorepresentación literaria y espacio público en las narradoras venezolanas (1935-1955)

______________(1992). Doña Inés contra el olvido, En:

Doña Inés contra el olvido

Zanetti, Susana (2005). “Memoria y memorial en Doña Inés contra el olvido de Ana Teresa Torres”, En: Revista Iberoamericana, Volumen LXXI, Número 210, enero-marzo 2005, pp.189-201. En:
https://www.researchgate.net/publication/45381436_Memoria_y_memorial_en_Dona_Ines_contra_el_olvido_de_Ana_Teresa_Torres#read

 

 

Salir de la versión móvil