«La Escuela Filarmónica de Trujillo como el Proyecto Musical Académico en 1908»
José Thomas Torres López
Septiembre, 2025
…y son interminables tantas historias vivas que desde esa cascada inmaterial de las palabras en ese viaje del tiempo y sus frutos, nos entregara una cosecha de luces y pasiones, encarnada en un puñado de seres extraordinarios que bordaron al Trujillo musical, sonoro, pensante de siempre, con finos trazos de luz y sentido que bañan aún la vida creadora de nuestros artistas que siguen naciendo.
Las diferentes miradas al pasado sólido que nos muestran grandes símbolos de nuestra esencia cultural, prefiguran en fundamental categoría al Presbítero y Maestro «Esteban Rasquin». Él sin duda, legó a Trujillo el camino de la «Música Académica”, erigió los ideales del futuro musical en la juventud de 1908, sumando además, un conjunto de intérpretes sazonados en aquellos tiempos de comienzos y misterios, abre las puertas del encuentro y se va tejiendo los sueños del porvenir artístico en el alma de un joven llamado «Laudelino Antonio Mejías».
Todo esto comenzó bajo la sombra de un árbol de verdades, una casa grande donde se educó el carácter que transforma sus primeras notas. Es, Don «Aparicio Lugo», su padre, un músico «Clarinetista» consumado para la época, reunidos en torno a la «Banda Vazquez», formato instrumental constituido con el cual la experimentación de formas, ritmos y géneros musicales tuvo en esta agrupación de los «Hermanos Vazquez» esa luz histórica fundamental con ideales vivos cargados de pasión por el arte.
El tiempo y sus misterios se empiezan a revelar en la década de 1900, y hoy podemos precisar que fue la escuela filarmónica un proyecto modulador, dimensionando el pensar y el hacer de la vivencia instrumental, visto desde la formación, práctica y ejecución. El hecho musical ha trascendido en las manos que tocan la vida y sus colores, razón incuestionable del matiz nuestro en la lírica constante y su verso de metáforas sonoras que hablan de lo hermoso que se desprende en nuestro canto.
Las distintas obras e instituciones musicales en la primera mitad del siglo XX en Trujillo, fueron sin duda el cimiento de todo lo que suena hoy en esta tierra del vals. Se han venido encadenando al tiempo, los sueños impostergables de un montón de actores de nuestra realidad cultural, que en el devenir de las décadas fueron edificando esa gran obra que habla de la música Trujillana, en contexto, la hoy banda oficial de conciertos «Laudelino Mejías», es una muestra de que tan sólidos han sido los sueños que nos abrazan. Son instituciones centenarias, crecientes, que siguen vivas, renovadas y con proyectos en desarrollo para la siembra del mañana de tantos, de todos los que habitan la cultura Trujillana en los espacios infinitos del arte.
Es Trujillo una muestra nacional de la tradición musical en el país, figurando así en los grandes momentos estelares de la sinfonía social venezolana grabando con luz propia la esencia noble y creadora. Esa fotografía inmensa de la Cultura Trujillana nos coloca en el cielo de la gente. Una retrospectiva a la obra literaria, plástica, artística, musical, popular y escénica, muestra a Trujillo como el lugar de todos los lugares. Nuestra geografía es tierra fértil y nuestra historia es un ser que bendice la magia consciente del artista, que así lo refleja.
El Trujillo histórico, sustenta los frutos del tiempo transitado. Son los pasos de tantos buscadores que siguen el horizonte de las cosas nuestras, las cosas simples, los valores humanos que hacen en la inevitable interacción de ésta diversa modernidad, las grandes estructuras para la creación artística y a su vez, la producción de bienes culturales para la vida.
Las diferentes miradas en el quehacer cultural Trujillano, proponen pintar con fuego propio renovadas ideas que, como un río de esperanzas tocan la vida en el medio de esa otra historia, que se escribe en pro de las nuevas generaciones y su porvenir.
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