Médicos Sin Fronteras cumple medio siglo de un idealismo que logró el Nobel

París, 21 dic (EFE).- Hace 50 años trece médicos franceses decidieron sumar sus fuerzas y crear una organización humanitaria de intervención en casos de urgencia. Eran jóvenes e idealistas y el fruto de esa unión, Médicos Sin Fronteras (MSF), ha crecido hasta alcanzar el tamaño de una multinacional de unos 64.000 empleados.

«Teníamos ganas de aventura. Queríamos otra vida que la de ir a la universidad o abrir un gabinete», recuerda a EFE Xavier Emmanuelli, uno de esos cofundadores a los que Cruz Roja «no quería ni ver» y que apostaron por ir por libre para tener más margen de acción y de palabra.

El nacimiento formal se produjo el 22 de diciembre de 1971. Sus integrantes, «más bien de izquierdas, pero también conservadores», habían intervenido en el pasado en los conflictos de Biafra o Pakistán Oriental y su primera misión oficial tuvo lugar en Managua, ciudad devastada por un terremoto que en 1972 provocó entre 10.000 y 30.000 muertos.

«No éramos colonizadores ni soldados, sino humanitarios que aportábamos soluciones», señala Emmanuelli, a quien los 23 años que estuvo en MSF y el descubrimiento «de los campos de refugiados y de la muerte masiva» asegura que le estructuraron «el alma y el corazón».

Las discrepancias entre quienes abogaban por que se mantuviera como un pequeño comando de médicos de emergencias y quienes deseaban una mayor estructura acabaron fisurando la ONG y derivando en 1980 en la creación paralela de Médicos del Mundo con el futuro ministro Bernard Kouchner al frente.

«Todas las asociaciones acaban por tener luchas fratricidas», admite Emmanuelli, que a sus 83 años se sorprende todavía de que aquellos «marginales» de los inicios lograran el premio Nobel de la Paz en 1999 en reconocimiento a su pionera labor humanitaria.

 

PRESENCIA INTERNACIONAL

MSF estuvo presente en 2020 en 88 naciones. La República Democrática del Congo fue su primer país de intervención con un presupuesto de 114 millones de euros de un total de 1.680, seguido por Sudán del Sur (78 millones) y Yemen (74).

Afganistán, Etiopía, Siria y «Oriente Medio en general», según explica a EFE el presidente de MSF Francia desde 2013, el franco-libanés Mego Terzian, son otras de las prioridades de la ONG, que en su amplio espectro de operaciones trata desde niños malnutridos hasta mujeres víctimas de violencia sexual.

«Estos últimos años la evolución más importante en la medicina humanitaria para MSF ha sido el desarrollo de las actividades quirúrgicas, incluidas las especializadas», señala este pediatra de formación.
Intervienen en general con el acuerdo de los gobiernos locales, pero la urgencia en determinados países, como en Siria, les ha llevado también a actuar sin el aval de las autoridades centrales porque «atender a poblaciones en peligro es la prioridad».

«Paradójicamente, a veces hemos podido hablar con grupos radicales en varios países y ha sido muy difícil negociar con gobiernos, incluso los considerados laicos, como por ejemplo el sirio», sostiene Terzian.

 

PRECAUCIÓN Y RIESGOS

La precaución no siempre ha evitado el peligro. Desde 1980, según las cifras de la organización, 160 de sus integrantes han muerto en «circunstancias violentas».

«Pero insistimos en que no enviamos personal humanitario para que sean mártires. Nuestra prioridad es su vuelta a casa sanos y salvos. Si a veces estimamos que su seguridad no está para nada garantizada y que el grado de peligro es muy elevado, preferimos abstenernos, no estar presentes».

Aún así, la razón de ser de la ONG en este medio siglo, a juicio de Terzian, no ha cambiado: «Seguimos trabajando en zonas de guerra y de crisis y respondiendo a epidemias tan importantes como la de ébola en 2014 y 2015 en África occidental».

Otras pandemias más recientes, como la de la covid, han servido de punto de inflexión. Los bloqueos al transporte de recursos humanos, material y medicamentos debido a los cierres de fronteras en distintos países evidenció las limitaciones de su acción.

«Nos ha demostrado que tenemos cosas por aprender, que al final no somos más que una pequeña asociación de médicos, incluso si tenemos 50 años», apunta su presidente en Francia, según el cual por primera vez en países como España o Bélgica se puso su experiencia al servicio de la población autóctona y no de los refugiados allí.

¿Cuál sería el mejor regalo para este aniversario? «Que se siga teniendo confianza en nosotros», desea Terzian. «Sobre todo los donantes, porque sin ellos no podemos garantizar las operaciones de emergencias», concluye.
Marta Garde

 

 

 

 

 

 

 

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