París, 7 nov (EFE).- Con la decisión de Didier Deschamps de descartar a Kylian Mbappé para los dos próximos partidos de la Liga de las Naciones y la ausencia expresa de explicaciones, el seleccionador francés ha abierto una polémica que coloca al delantero del Real Madrid en una situación incómoda y enturbia su reputación, ya dañada, en el país.
Como públicamente el técnico no ha querido explicitar los motivos para privarse de su capitán, todas las interpretaciones están encima de la mesa, aunque Deschamps ha puesto dos límites: Mbappé, de 25 años, autor de 48 goles en 86 partidos con la selección francesa, sigue siendo uno de los suyos y su decisión nada tiene que ver con la investigación abierta por la justicia sueca el mes pasado por una supuesta violación en un hotel donde se alojó el futbolista.
Pero incluso en ese contexto, la impresión que deja la decisión es que ahora mismo convocar al delantero del Real Madrid acarreaba más problemas a la selección que afrontar los duelos contra Israel (14 de noviembre) e Italia (17) sin su máximo goleador.
«He mantenido varias conversaciones con él, he reflexionado y he tomado esta decisión porque creo que es lo mejor», dijo Deschamps, consciente de que el nivel de explicación «no es suficiente» pero de que prima el interés general al personal.
Deschamps ha querido preservar al grupo de todas las polémicas que arrastra el jugador, tanto por su caída de rendimiento deportivo con el Real Madrid como por el ‘caso Estocolmo’ y por su mal explicada ausencia en la anterior convocatoria.
Para un equipo que busca contra Israel en el Estadio de Francia garantizarse la clasificación para la siguiente fase de la Liga de las Naciones y frente a Italia en Milán la primera plaza del grupo, el barullo que ahora arrastra Mbappé podría haber sido negativo.
Reputación dañada
Porque su imagen en Francia no ha hecho más que deteriorarse. Su salida abrupta del París Saint-Germain, entendida por muchos como un menosprecio del fútbol de su país, y su papel discreto durante la pasada Eurocopa sentaron las bases de esa pérdida de prestigio.
En septiembre pasado, el delantero, que se estrenaba con el Real Madrid, pareció incómodo en la primera convocatoria de Francia de la temporada. El diario L’Équipe reveló que no quería acudir, pero que sus padres le convencieron en aras de preservar su buena imagen en el país.
En sus declaraciones públicas, el jugador apareció distante con el compromiso con la selección en plena lucha por la Liga de las Naciones: «No sé lo que significa esta competición, ya la hemos ganado, no me supone una emoción particular».
Un mes más tarde, tras una lesión en los isquios, Deschamps le dejó fuera bajo el argumento de no correr riesgos y tras haber consultado con el cuerpo médico del Madrid.
Pero la prudencia del seleccionador quedó en mal lugar cuando Carlo Ancelotti, entrenador del Real Madrid, le sacó en el segundo tiempo frente al Lille, un día antes del anuncio de la lista del seleccionador, y le colocó de titular frente al Villarreal dos días más tarde.
En la afición francesa anidó la duda sobre el diferente compromiso del jugador con la selección y con el club, una imagen que se vio dañada aún más cuando la prensa rosa aireó que, mientras los ‘bleus’ se entrenaban, él se iba de fiesta en su avión privado a Estocolmo.
Por si fuera poco, en la capital sueca emergió una misteriosa acusación de violación, desvelada por la prensa escandinava y que todavía está siendo investigada por la Fiscalía de ese país. A falta de informaciones oficiales, el posible papel del futbolista en ese escándalo sigue siendo un misterio.
En paralelo, el contencioso con su anterior club, el PSG, al que reclama 55 millones de euros de salarios impagados, mantiene abierto otro frente extradeportivo.
A todo eso se suman los problemas de adaptación que está teniendo el jugador en Madrid, un club que pasa por un momento delicado y que mira con recelo a su nueva estrella, de la que esperaba mucho más.
«Ahora atraviesa un momento de menor eficacia y es lógico que sea juzgado por ello», reconoció el seleccionador.
Deschamps tenía la posibilidad de convocar a su delantero más prolífico, pero quizá temió que con ello importaba al grupo todas las polémicas que ahora mismo arrastra. Por el bien de la convivencia, ha preferido, por ahora, declararle ‘persona non grata’.
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