Mayuli Núñez se muere de mengua con sus hijos

Esta madre de ocho hijos, hubo de abandonar la casa que ocupaba donde una amiga en el sector “Los sin techo” de La Floresta, motivado a no contar con recursos económicos para poder llevar comida, ni pagar una renta que le permita la tranquilidad de un hogar digno.  Esta sufrida mujer, clama llorando por una casa digna y trabajo al gobernador Gerardo Márquez.

Señora Mayuli Núñez: “ No quiero privilegios, solo un techo seguro para mis ocho hijos”

 

El humanista y “apóstol de la paz”, Mahatma Gandhi decía que “Siempre que la pobreza, la injusticia y la desigualdad existan en nuestro mundo, ninguno de nosotros podrá realmente descansar tranquilo”; esta parece ser la reflexión aplicada al drama que una madre valerana vive junto a sus hijos en las calles de nuestra urbe, una mujer que muere irremediablemente de mengua ante la mirada indiferente de quienes tienen en sus manos la protección social de la familia trujillana.

Se trata de la señora Mayuli Núñez, una mujer de origen zuliano que desde muy joven fue cautivada por nuestras tierras trujillanas y por un amor que le prometía un mundo de felicidad en su camino sentimental, como toda joven que aspira un hogar y una familia.

Como muchos casos parecidos en esta “Viña del Señor”, Mayuli se enamoró y se vino definitivamente a vivir en Valera, donde creyó que iba a encontrar esa felicidad que tanto anhelaba; sin embargo, tras parir a sus cuatro primeros hijos todo comenzó a desmoronarse.

Fue abandonada por su marido, de quien no quiere recordar nada y de allí comenzó su calvario con un “cuadro de muchachos” y nada de recursos para vestirlos o al menos alimentarlos medianamente, comenzando su caída estrepitosa como ser humano con todos sus derechos y deberes.

En cualquier esquina de Valera está pasando sus días esta familia valerana.

 

De pobreza en pobreza

Luego de ir pasando de casa en casa donde le han dado alojamiento momentáneo, la crisis total y el colapso le llegaron a Yuli de un solo golpe, al quedar desamparada del último hogar donde le brindaron abrigo y techo para sus hijos; la casa de una amiga, ubicada paradójicamente en el sector “Los sin techo” de La Floresta.

Allí estuvo por espacio de varios años hasta que la propietaria, en vista de que no podía costear los gastos de su propia familia y ayudar a Yuli, le pidió que desalojara el cuarto donde convivía y dormían todos.

Ocho hijos, cuatro de los cuales la acompañan, ente ellos los pequeños Luis, Jamilton, Mayuli y Aurora su más pequeña, quien es una lactante,  en las noches frías donde pernocta y los acalorados días que tiene que soportar debajo de alguna sombra,  en “estas calles” de la urbe de doña Mercedes Díaz.

Conversamos brevemente con la señora Mayuli para conocer más de su drama personal y tratar, a través de nuestro medio, hacer eco en los organismos competentes de la región, esencialmente en la Oficina de Atención Social para llamar su atención sobre este caso de abandono que pisotea todo principio de los Derechos Humanos fundamentales como lo son un techo, alimentos, educación y salud.

Al principio se mostró reticente, por aquello de no pasar a ser parte del sensacionalismo, ni de que nos aprovecháramos de su precaria situación para hacer periodismo barato y exagerado. Nada de eso…le explicamos nuestro propósito y luego de profundizar sobre su situación, accedió a hablar lo relativo a su tragedia personal.

 “En muchas oportunidades he salido a buscar a alguna persona que me ayude a buscar una casa, aunque sea un rancho, pero que sea un techo propio. La gente en su mayoría solo llega a averiguar lo que me ocurre y después no vuelvo a verlos más nunca. Sí ha habido personas buenas, comerciantes, amas de casa y hasta algunos funcionarios que me regalan un pan, algo de alimentos y hasta ropita para mis hijos, pero nada definitivo que mejore nuestra grave situación”- dijo muy triste.

Recientemente fue desalojada de una residencia en “Los sin techo” por no poder pagar la renta.

 

No hay lugar para ellos

La señora Mayuli pernoctaba con sus muchachos  en la casilla habilitada para la policía en la avenida 11 con calle 13, pero los funcionarios le participaron que allí tampoco podía quedarse porque les llamarían la atención.

Así mismo dijo que decidió dormir un día en una esquina y otro donde Dios le repare, ya que ha perdido la esperanza y solo le entrega todo a Dios Todopoderoso.

Como comunicadores sociales que ejercemos el rol de salir no solo a informar de manera oportuna y veraz, sino a defender a quienes no tienen voz para reclamar sus derechos inalienables como ciudadanos venezolanos, hacemos con el debido respeto, el llamado al ciudadano gobernador Gerardo Márquez, quien en su corto período al frente del Ejecutivo Regional, ha dado muestras que querer trabajar y hacer bien las cosas, para que tome en cuenta este grave caso de una familia totalmente abandonada.

“No quiero que me regalen comida y me resuelvan las cosas como una persona incapaz; solo aspiro una casa digna para mis hijos y un trabajo para yo misma atender a mi familia. Espero que haya alguien que tome en cuenta lo que usted va a decir por la prensa señor”- dijo en tono de duda sobre nuestra intención informativa.

Rostros tristes y de verdadera incertidumbre.

Desde nuestra perspectiva, creemos que este caso es el ideal para hacer valer el articulado de la propia Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que muy claramente dice en su artículo 82 que “Toda persona tiene derecho a una vivienda adecuada, segura, cómoda, higiénica, con servicios básicos esenciales que incluyan un hábitat que humanice las relaciones familiares, vecinales y comunitarias. La satisfacción progresiva de este derecho es obligación compartida entre los ciudadanos y ciudadanas y el Estado en todos sus ámbitos. El Estado dará prioridad a las familias y garantizará los medios para que éstas, y especialmente las de escasos recursos, puedan acceder a las políticas sociales y al crédito para la construcción, adquisición o ampliación de viviendas”.

Así mismo, agregamos que el Estado garantizará el alimento para los niños, niñas y adolescentes en situación de pobreza, especialmente los de más precaria situación como en el caso de la señora Mayuli…Ojalá y así sea.

 

 

 

 

 

 

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