El municipio La Ceiba se encuentra desguarnecido, no hay autoridad que haga cumplir la ley y resguarde a los ciudadanos de las manos hamponiles que hacen vida en la jurisdicción. La intervención realizada semanas atrás a la Policía Municipal del territorio portuario del estado Trujillo, deja en vilo y como zona de libre albedrío a uno de los lugares que conforman la denominada Zona Baja.
Ahora, los grupos delictivos que allí operan se encuentran en una situación en la cual podrán hacer de las suyas sin que los cuerpos de seguridad actúen. Son muchas las denuncias de familiares que ha recopilado el equipo reporteril del Diario de Los Andes, donde los afectados comentan que los grupos armados se pasean tranquilamente a bordo de camionetas tipo Pick Up portando armas largas. Siguen temiendo por su vida.
La muerte los buscó
Marlon Alfredo Benítez Pérez (23) partió de su casa el domingo a las 7:00 pm, le dijo a su familia que iría al bar Brisas del Puerto, ubicado a un par de kilómetros de su hogar. A la taberna se desplazó solo; allá se encontraría con sus amistades para compartir tragos y charlar en medio del goce y la música.
El establecimiento licorero, ubicado en el sector Centro, vía principal de la parroquia Santa Apolonia del municipio La Ceiba; se encontraba repleto de personas como cada fin de semana. A las afueras de la tasca, un numeroso grupo de hombres y mujeres conversaban en un bulevar; de repente, a lo lejos, el sonido y la aproximación de varias motocicletas, los alarmó.
Cerca de las 10:00 pm, cuatro hombres fuertemente armados abordaron a los ciudadanos allí reunidos, estos se trasladaban en cuatro motocicletas portando pistolas y armamento de alto calibre. Los individuos increparon a los moradores y los adentraron a la fuerza, bajo amenazas, al interior del bar donde estaba Marlon. Algunos sabían que algo malo iba a pasar.
Cerca de 50 personas que compartían en el bulevar fueron adentradas al establecimiento y sometidas por los vándalos, quienes los obligaron a pegarse a la pared. Sin oponer resistencia cada uno se colocó en la posición exigida por los sujetos, algunos pensaban se trataba de un procedimiento policial, ya que dos de los motorizados portaban chalecos alusivos a la Guardia Nacional y al Cicpc.
Pero no era así, el motivo por el cual los colocaron de esa manera fue para robarlos y despojarlos de sus pertenencias; bolsos, carteras, joyas, dinero en efectivo y demás objetos de valor fueron sustraídos por el cuarteto delictivo. Una vez con el botín en las manos, los cuatro sujetos dirigieron su mirada hacia Marlon Alfredo Benítez Pérez (23) y tres adolescentes; dos de 17 años y uno de 15.
Cuádruple homicidio
Los cuatro delincuentes armados colocaron a Marlon y a los tres adolescentes en medio de la pista de baile, ante la mirada inerte y expectante de las personas que estaban allí. Estos los apuntaron y sin mediar palabras, descargaron sus armas contra la humanidad del joven de 23 años; a quien acribillaron con disparos de pistola y escopeta. Destrozándole el cuerpo y dejándolo prácticamente irreconocible. Recibió cerca de veinte tiros.
Tras el ensañamiento que tomaron contra él, fueron por los otros tres muchachos a quienes les atinaron cuatro detonaciones. Marlon quedó sin signos vitales de inmediato, el ataque fue mortífero. Los adolescentes de 17 y 15 años también fallecieron en el acto, pero uno de ellos seguía con vida. Tras la balacera, los pistoleros subieron a sus motocicletas y huyeron en dirección a La Ceibita, vía Puente de Hierro, como yendo a Mene Grande, estado Zulia.
Autoridades presentes
Luego de haber cumplido su cometido, escaparon; los testigos presentes no pudieron observarles el rostro, ya que los cubrían con pasamontañas para evitar ser identificados. Un tío de los jóvenes, ex funcionario policial, comentó que dos de ellos traían consigo un chaleco antibalas de la Guardia Nacional y otro del Cicpc, pero éste presume lo usan para que las personas no muestren resistencia y se sientan “seguras” al ser abordadas por estos.
Una comisión de la Guardia Nacional Bolivariana y de las Fuerzas Armadas Policiales del Estado Trujillo (Fapet) se desplegaron al lugar, momentos después arribó la División del Eje de Homicidios del Cicpc Subdelegación Sabana de Mendoza a realizar las experticias y recolectar evidencias de interés criminalístico para así iniciar las investigaciones del primer cuádruple homicidio del mes de diciembre.
Eran compañeros de trabajo
Marlon Alfredo Benítez Pérez (23) era amigo de dos de los jóvenes que perdieron la vida junto a él en la masacre suscitada en el bar Brisas del Puerto. Estos hacían vida laboral en una finca de la parroquia Santa Apolonia, pero Benítez trabajaba también como obrero en camiones que transportan cargamentos de plátanos, tenía seis años dedicándose a eso.
Benítez poseía residencia en el sector La Florida del municipio La Ceiba, dejó dos hijos en orfandad y una esposa con la cual contrajo nupcias hace más de cinco años. Familiares de dos de los jóvenes asesinados brindaron detalles de lo ocurrido al equipo reporteril del Diario de Los Andes, estos aseveraron que no concebían motivos para tan brutal y vil ataque del que fueron víctimas.
“Ellos eran trabajadores, no se metían en problemas, se mantenían al margen. Se dedicaban era a trabajar, nos ayudábamos como una familia”, declaró una tía de uno de los muchachos de 17 años. Parientes aguardaban a las afueras de la morgue del Hospital Central de Valera esperando a que les fuesen entregados los cuerpos de sus seres queridos para así darles cristiana sepultura.
Cuarta víctima
Se conoció que la cuarta víctima del feroz ataque falleció la madrugada de ayer en el Hospital “Dr. José Vasallo Cortez” de Sabana de Mendoza, municipio Sucre, donde arribó de emergencia con signos vitales, pero posteriormente perdería la vida. Ninguna de las víctimas poseía antecedentes policiales. La venganza cobra fuerza como posible detonante del hecho, pero los motivos aún no han sido esclarecidos. Cicpc investiga.