Más cerca de Dios en ti

Vida universal

 

La palabra del Cristo de Dios, dada a la humanidad en agosto del 2.005,a través de su profetisa y mensajera Gabriele, para todos los seres humanos que tienen añoranza de Dios y de una vida plena, feliz y en libertad.
El camino hacia el interior, hacia Dios en ti, te dará una y otra vez más fuerza para cuestionar tus pensamientos, palabras y actos, para purificar aquello que contienen, que es lo que todavía te hace tan humano. Quien se propone cada día esta tarea, cambia de forma positiva su retrato moral.
En la esperanza se encuentra contenida la confianza. La confianza puede ser denominada también paciencia, el tener la esperanza de que Dios, cuando llegue el momento, es decir, cuando el tiempo esté maduro, dirigirá todo para bien.
El entendimiento de una persona no es suficiente para indagar lo que a ella, el ser humano, le pueda venir en el transcurso de la vida, es decir, lo que le traerá el futuro. La incertidumbre es un estado de espera. Para muchos, la incertidumbre raya en lo insoportable. Si la persona está fortalecida en la fe y en la confianza, se aferrará a la solución más inmediata para resolver lo más rápidamente posible lo que la mueve, lo que le ha ocurrido, anímica o físicamente. En ese momento de la decisión, en el que el miedo y la incertidumbre son la fuerza dominante, él está convencido de que lo que ha previsto es lo mejor para él; sin embargo, el que haya logrado alcanzar fortaleza en Dios, sabe que la esperanza, o sea, el confiar, significa examinarse a uno mismo. Los momentos de cambios trascendentales en la vida terrenal de una persona le muestran si solo aparenta estar en el camino hacia una vida más elevada y hasta qué punto la persona es fuerte en fe, confianza y esperanza o cuán rápidamente busca una solución mundana, porque se le hace demasiado largo esperar hasta que Dios la pueda conducir. Este modo de sopesar y medir, con mucha frecuencia hace que en el campo no trabajado del mundo de ideas humanas la esperanza muera.
Tarde o temprano, más de uno se dará cuenta de que aquel camino que había tomado, la solución que había buscado, solo satisfizo por poco tiempo su esperanza y de que él solo recibió de su campo no trabajado de ideas pecaminosas y demasiado humanas. Dicho de forma simbólica, esto significa que fueron piedras en lugar de pan. A quien está atrapado en esa red de puntos de vista que están lejos de Dios, a menudo le cuesta volver a la fe y a la confianza, pues sobre la equivocación -al elegir la solución que no resultó ser tal- se encuentra la decepción, que muchas veces es tan grande que la confianza en Dios solo puede volver a ser restablecida con un esfuerzo extremo.
Las personas que se alejan decepcionadas del camino hacia Dios, porque esperan de Dios, el Eterno, que Él se comporte y resuelva las cosas así como ellas las ven y les gustaría que fueran, huyen de vuelta a su vida diaria. Se dan por satisfechas con lo tradicional, por cuya razón la esperanza en el Espíritu que ayuda a menudo muere. En algún momento la vida cotidiana saca a la luz del día las perversidades de la naturaleza humana. Las personas que no confían en Dios se vuelven miedosas, malhumoradas, amargadas y quisquillosas. Este comportamiento tan demasiado humano y falto de paz en la vida diaria acelera el proceso de envejecimiento y conduce a depresiones, enfermedades y eventualmente incluso a una muerte prematura.

Salir de la versión móvil