Mario Maldonado, una memoria que se niega al olvido | Por: Pedro Frailán

 

Siempre son las minorías activas las que hacen la historia. No nos engañen entonces las apariencias del libro cuando dice que todo Israel combatió con Josué. El libro de Josué cuenta los hechos pequeños que construyeron una gran historia. (1990: 214).

Son muchas cosas que se pueden recordar desde mi infancia recorriendo todas las etapas de mi vida. Parto justamente en la Laguneta, mi memoria sigue presente. En un punto de partida que aún tiene vigencia porque, ahí pernoctó el día a día, son tantas las cosas a recordar. La Laguneta es un sector de la Parroquia La Unión, mejor conocida como El Alto de Escuque, un lugar de la montaña trujillana que es protegida por Santa Rosalía.
Recuerdo que en La Laguneta existía vida propia de una economía local, existían dos o tres bodegas en las que se encontraba de todo. Ahí mismo mataban cochinos, todas las semanas pesaban vacas para el suministro de las proteínas de las familias de la comunidad, lo mismo sucedía con los pollos, gallinas y huevos que se conseguían en las bodegas o en las casas de familia.

La gente tenía vacas, conseguíamos la leche, crema, cuajadas, mantequilla, eran productos artesanales de muy buena calidad. Comprábamos melcochas, cocadas, suspiros y pan criollo salado y dulce. Disfrutábamos de muchas naranjas, duraznos, guayabas, limones, mandarinas y por supuesto el café, porque es una zona cafetalera.

Recuerdo la Escuela Esteban Rasquin, la plaza Bolívar, como un punto de encuentro de la comunidad, las fiestas patronales en honor a Santa Rosalía de Palermo, en donde participaban la banda, orquestas, la elección de la reina. Se me viene a la memoria con mucha insistencia el Centro La Unión, en donde se celebraban las fiestas de Antonio Nicolás Pérez, otras actividades fiesteras importantes eran los carnavales y personajes como Rómulo Pérez, monseñor Salvador Barazarte.

Para bajar a Valera existían unas camionetas de pasajeros Apache Chevrolet. Los domingo salíamos a pasear a las aguas termales de Motatán, temprano salíamos desde La Laguneta, llegábamos a Sabana Libre, cruzábamos el pueblo, seguíamos bajando hasta llegar al Baño y cumplir con el disfrute de bañarnos en estas fuentes medicinales; todo este recorrido ida y vuelta lo hacíamos a pie. Otro punto a recordar es cuando visitábamos al peluquero, nos entretenían brindándonos chicharrones mientras nos cortaba el pelo.

Nuestros juegos eran los runches, trompos, papagayos, la fabricación de carros con los potes de leche, los teléfonos hechos con hilo de coser y vasos diexe, incluso las niñas jugaban a bautizar sus muñecas. Nos llegábamos al parque infantil, montábamos a caballo, mulas, columpios, ruletas.

Ya más adelante, en Valera, recuerdo que en la escuela Eloísa Fonseca para salir a descanso tocaban el Conticinio de Laudelino Mejías, era directora la maestra Aura Salas Pisani, prevalecía mucho el orden. El transporte urbano de la ciudad eran los carritos, llamados carritos a medio, por lo general nosotros siempre caminábamos.
Siempre íbamos al cine a ver películas como el Llanero Solitario, el Sueño Americano, Tarzán, el Avispón Verde. También películas mexicanas de Jorge Negrete, Javier Solís, Pedro Infante, los Aguilar, Libertad Lamarque, la doña María Félix. Las funciones eran los domingo, a las 11:00 a.m. y 3:00 p.m.

En la heladería Los Tres Continentes comprábamos las barquillas, recuerdo la primera tienda por departamento de Valera -VAN-, ubicada en el Centro Comercial Las Acacias, con una promoción: sea gerente por nueve días. En Las Acacias estaba una redoma, que en navidad, se partía desde allí a patinar, hasta llegar al Mercado Municipal, a comer empanadas temprano, comenzando el día.

Al pasar el tiempo estudié en el Liceo Rafael Rangel, un icono de la educación media en Valera. Luego me trasladé hacia la ciudad de Mérida a estudiar Economía en la Universidad de Los Andes. Logré graduarme en este ámbito profesional, donde he desarrollado mi vida tanto pública como privada.

En muchas actividades de mi vida ha estado la política, siempre he sido partidario del pensamiento político demócrata cristiano, razones de familia y tradiciones venezolanas. En Copei forjé mis luchas estudiantiles en el liceo, en la universidad y en mi filosofía de vida. Un gran partido de buena formación ideológica. Tuve la fortura de conocer y compartir con grandes personalidades como: Arístides Calvani, Rafael Caldera, Lorenzo Fernández, Luís Herrera Campíns, Eduardo Fernández, Oswaldo Álvarez Paz y muchos grandes momentos de mi vida.

Otra actividad que he realizado a nivel empresarial es en la radiodifusión, hace 28 años fundé con mi familia Radio Tiempo 91.5 FM, una emisora líder en Trujillo, con un área de influencia en los estados Lara, Zulia y Mérida. Desarrollándose en tres tiempos: una radio para recordar, una radio diferente y sonando fuerte hoy presente en Trujillo.

(*)p.frailan@gmail.com

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