Biografiarlo se hace ameno (y seguramente tendrá biografía autorizada), pues nada habría que inventar de un hombre construido felizmente por sus propios actos, por la obra sin tacha, por el hacer sin tregua; por una vida plena y capaz de persistir como presencia, no obstante la fatal ocurrencia de la muerte que, sin embargo, en su caso, no es sinónimo de olvido
Elvins Humberto González
elvins2020@hotmail.com
HISTORIAS DE VIDA
Del Dr. Mario Briceño Perozo, viva esta su expresión comprensiva; su amplitud ante la irreverente humorada que dijo no hallar mal. Hoy es tiempo de volver a sentir su huella, de asir el don de una elevada lámpara.
Bajo el ramaje de soñar el viento, junto a la voz de fecundar semillas, su presencia creció, se volvió no solo de Trujillo sino de toda Venezuela, su pulso antiguo de redimir las sangres olvidadas y del hondo color de la memoria que le resplandecía en las palabras.
Biografiarlo se hace ameno (y seguramente tendrá biografía autorizada), pues nada habría que inventar de un hombre construido felizmente por sus propios actos, por la obra sin tacha, por el hacer sin tregua; por una vida plena capaz de persistir como presencia, no obstante la fatal y ocurrencia de la muerte que, sin embargo, en su caso, no es sinónimo de olvido.
Abogado, periodista, historiador, poeta y en su quehacer intelectual, vigiló, resguardo del acervo patrio, fue guardián de nuestra historia.
Mario Briceño Perozo dirigió por más de 30 años el Archivo General de la Nación, pero siendo todavía niño, en Trujillo, andaba entre libros, hurgando legajos históricos. Y esa pasión venía de su padre, el académico de la Lengua y de la Historia. De Magín Briceño que fue Registrador Principal del Estado Trujillo y un lector impenitente, heredó sus hábitos por la investigación bibliográfica y su preocupación por estudiar la historia. En la biblioteca de su hogar trujillano, seguro leía los primeros textos de reseña histórica y casi todos los clásicos de la literatura española.
Luego, en la escuela aprendería la Historia Universal de Martiniano Martínez y Ramírez. Inició en los resúmenes históricos venezolanos de Marcial Hernández, Hipólito Cisneros, Alejandro Fuenmayor y Nectario María.
La familia
Mario Briceño Perozo, nace en Trujillo un 22 de julio de 1917. Heredero del matrimonio formado por, Eustoquia Perozo y el General Magín Briceño quien fue Registrador Principal de Trujillo, oriundo de Carache.
La familia era numerosa, la conformaban siete hermanos: Ramón se destacó como maestro, catedrático, investigador científico, descubrió el Oxígeno 4, presidente del Centro Historia de Mérida, murió el 28 de febrero de 1984 en Mérida.
Su hermana, Amparo (según información suministrada por la doctora, Diana Rengifo), está registrada en la historia como la primera maestra graduada en Trujillo, una educadora a tiempo completo, de grande sabiduría, se mantuvo activa por más de 40 años para formar a la juventud trujillana, murió en Trujillo. Ángela, Francisco, Josefa y Emilia completaron la familia Briceño Perozo.
Se casó con Clara Reyes Añez; y juntos procrearon tres hijos: Vladimir, Clarita y Dimitri.
Su educación
Realizó sus primeros estudios en Trujillo, en las escuelas «Cristóbal Mendoza» y «Guzmán Blanco»; la secundaria en el Colegio Federal de Varones, que era dirigido por Claudio Llavaneras, Antonio Ramón Iriarte, con los profesores; Tobías Valera Martínez, Dr. Andrés Lomelli Rosario, Br. Neptalí Valera Hernández, entre otros.
Estudió en la Escuela Normal de La Grita, en Táchira. A nivel universitario se orientó en la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Los Andes. Fue colaborador.
Un inquieto investigador
Allá en su lar nativo, al niño le crecen las alas, es así como la vieja carretera trasandina, único medio de comunicación existente para la época entre los estados Mérida y Trujillo, ve pasar al joven rumbo a Mérida, para ampliar todo ese mundo de conocimiento que su curiosidad y la pasión por la lectura, le habían transmitido su hogar y la escuela.
Luego el niño apasionado por la historia, llega a hombre con un título de abogado de la Universidad de Los Andes y un diploma de maestro de educación primaria. Ejerce como secretario de Juzgado, se hace después Juez Civil y Penal, se desempeña como profesor de Geografía e Historia en varias escuelas, asume la dirección de los liceos Peñalver de Ciudad Bolívar y Jáuregui de La Grita. Pero su verdadera inquietud es la investigación archivológica. Y en el camino tantas veces recorrido de las indagaciones históricas, llega el 28 de abril de 1959 al Archivo General de la Nación.
Desde joven ya había ido muchas veces a la casa entre Carmelitas y Santa Capilla, sobre su escritorio quedó desplegada su propia historia. Conocía bien esos rincones y ansiaba meterse un poco más entre los documentos del pasado. Así sustituía al doctor Héctor García Chuecos, quien había sido jubilado. El Archivo era el mismo antiguo local, desprotegido de efectiva ayuda oficial, de espaldas a la evolución de la archivología. Había mucho por hacer. Pero para el Dr. Perozo representaba una ilusión y un reto. Así que se metió en esas viejas paredes coloniales y comenzó a trabajar. Y allí se mantuvo por más de tres décadas desentrañando historia, siempre entre libros y documentos.
Un detalle
A los 26 años me gradué de doctor en Ciencias Políticas, después de seis años de estudios que era el tiempo exigido para concluir los estudios de esa disciplina. Poco tiempo después recibí el título de abogado en la Corte Suprema del estado Mérida
Su vida misma es como un gran libro. Porque este hombre acucioso, perspicaz, vivió siempre, entre textos y documentos.
Frase inmortal
“La historia no es un pozo sino un río cuyas fuentes es necesario conocer y resguardar”
Esta frase del hondo contenido, recibe y motiva a todo el que se acercaban hasta el Archivo General de la Nación. Al releer la citada frase nos sentimos doblemente orgullosos de este ilustre trujillano y que gracias a sus memorias y huellas sigue vigente. Mario Briceño Perozo condujo y guardó con celo las fuentes de ese río.
Florecen de nuevo los bucares
Al recordar al Dr. Briceño Perozo, florecen de nuevo los bucares, la exaltación heroica llega hasta la púrpura de los floreados; estamos al pie de un recuerdo que mueve otras gloriosas memorias; y queremos asumir su presencia.
Hoy convocamos el pasado, no para que nos consuele de lo que hemos perdido sino para que siga siendo pasado, vale decir, precedente necesario de cuanto vamos siendo. Mario Briceño Perozo falleció el 19 de noviembre de 1995 en Caracas.
Fuentes y Consultas:
Archivos Diario de los Andes, Valera, 1978-1995. Boletín del Archivo Histórico de Miraflores, números 150-153, 1997-1999. Los Briceños, Entronques Familiares, Pedro José Casas Briceño Tomo I-II, 1998. De Letras Venezolanas, Carlos Murciano,. Academia Nacional de La Historia, 1985. Don Cristóbal Mendoza, Abogado de la Libertad, Mario Briceño Perozo, 1986. Mario Briceño Perozo o el imposible olvido, Luis Alfonso Bueno, 1996. Trujillo 100 años de imágenes, Luis González, 1987. Testimonio del Periodismo Trujillano, Luis González, 1987. Folleto, Tópicos de Maravén, 1980 Cruz Carrillo y Mario Briceño Perozo, 1953. Archivo Diario Panorama, junio 1978. Testimonios de Luis González, Periodista, Historiador y Cronista, 2017. Dr. Diana Rengifo, historiadora y yerna del Dr. Briceño Perozo. Testimonios de Julio César León, amigo personal de Mario Briceño Perozo, 2016. “Gente de Venezuela” de Jorge Maldonado Parilli.