MARIO BRICEÑO IRAGORRY TAMBIÉN ES UN POETA  | Por: Dalis Coromoto Valera

 

Dalis Coromoto Valera

 

La  mirada reflexiva y amorosa ante las distintas acciones humanas propician el auto reconocimiento y abre perspectivas sobre el Ser y la Cultura en cualquier ámbito de la sociedad, lo que permite el desarrollo cultural y la grandeza de una nación.  Don Mario Briceño Iragorry con su humanidad y su pensamiento, se constituye en una fuente permanente de virtudes  para la grandeza de nuestra patria en tanto que desde su formación inicial, nombra de manera poética y reflexiva el terruño que lo vio nacer y crecer en formación, para trascender sus umbrales y universalizar su pensamiento.

En este insigne trujillano universal  hay un permanente deseo de propiciar la autenticidad; hecho que se gesta en la primera infancia,  con el deseo de beneficiar la siembra de valores en todos los niveles del caminar humano y que lo recibió como legado amoroso de su padre. “Continuamente me hablaba ( se refiere a su padre) de que el hombre valía no por el poder, ni por el dinero, sino por la fuerza de una bien cimentada cultura” El respeto por el otro y lo otro, la solidaridad, la ética, el sentido de pertenencia; en fin, el actuar de la persona como proyección hacia el despertar del sentido de nacionalidad, el encuentro con las propias raíces y la consciencia de aprendizaje hacia la construcción de un futuro prominente en cultura para todas las generaciones.

Mario Briceño Iragorry ha sido considerado como uno de los intelectuales  de mayor prestigio por su destacada acción y expresión del pensamiento tanto en la pedagogía, la política y en el mundo social. La escritura ha resaltado su nombre dentro de la historia, la narrativa, el teatro y el ensayo por la diversidad de temas que aborda y los planteamientos que destaca. Sin embargo, dentro de la escritura de Don Mario Briceño Iragorry, hay una mirada que se expande en toda la obra y que debe ser apreciada por la sublime y a la vez contundente profundidad en el uso del lenguaje. Se trata de la escritura poética.

Los escritos poéticos, forman parte de esas primeras inquietudes con las  que nuestro insigne escritor diera inicio a su tarea de esparcir amor y consciencia con su palabra.  A pesar de que en su adolescencia tenía inclinaciones por las matemáticas, lo que lo llevó a querer estudiar ingeniería, no perdió su inclinación literaria. “Mi  buena madre se empeñó en robustecer por medio de mil sacrificios la inclinación literaria ya prendida en mi ánimo infantil”, expresión que complementa el valor de la familia en su la formación. Primero la continua palabra del padre para cimentar el valor cultural con la lectura; luego, el fundamento de la madre en la continuación de riego permanente a la semilla germinada para iniciar el camino.

Cuando tuve doce años sentí bullir en mi mente vocación para las letras. Primero, el periódico manuscrito; más tarde —en 1911—  la hojita volandera impresa en letras de molde. Me eche a la mar de la literatura como barco sin gobernalle y sin buen lastre. (Tomado del prólogo a Obras selectas)

 

Vemos entonces a un Mario Briceño Iragorry adolescente con su inquietud literaria modelada en poemas en verso y en prosa publicados entre 1911 y 16 en periódicos como El Provinciano, Azul, el Rehabilitador, Ariel, el Bohemio y el Deber de Trujillo. Igualmente en la prensa valerana tales como Mercurio, Laurus, Páginas, Génesis. Más adelante, en su primera juventud pudiera decirse, ya con 20 años continúa su escritura poética publicada también en Alquimia, Albores, Ecos andinos de la ciudad de Mérida.

En la primigenia creación poética de Don Mario Briceño Iragorry, se encuentra inquietudes y sentimientos que destacan el amor, como uno de los   núcleos temáticos de su obra y que son el reflejo de la querencia por su patria y su gente. Temas como lo sublime, la contemplación, la soledad, la nostalgia, la melancolía circundan los actos del “Yo” poético de su obra. Así está moldeada en su escritura  en prosa y verso como en obras  que no se identifican dentro del género lírico tales como Alegrías de la Tierra y Mi infancia y mi pueblo por señalar dos ejemplos.

Muñoz Arteaga(2002) en un acercamiento a la cuentística de nuestro poeta, refiere la escritura de Mario Briceño Iragorry como el agente fundamental para propiciar el diálogo entre la juventud, reconocida para entonces como la generación del 18; de igual manera, entre los promotores del modernismo y de la unidad latinoamericana. Esta misma generación, apoyada en el romanticismo, gravita entre el idealismo, el ensueño y los estados de la subjetividad. Albert Béguin, citado por Muñoz Arteaga (ob.cit) señala  lo siguiente:

Los románticos se apoyan en una metafísica idealista o en una experiencia inmediata que concuerde con ella, y llegan a afirmaciones del todo opuestas: para ellos, son precisamente el sueño y los demás estados «subjetivos» los que nos hacen descender en nosotros mismos y encontrar esa parte nuestra que «es más nosotros mismos» que nuestra misma conciencia.

 

De allí que encontramos en Mario Briceño Iragorry elementos característicos que lo destacan como un inquieto por la necesidad de expresar sus sentimientos; un joven poeta apegado al idealismo romántico, que sueña con la amada, que idealiza a la mujer, que sufre ante las indiferencias femeninas; en fin,  que muestra con nobleza y contemplación las imposibilidades amorosas que circunda su mundo. Ejemplo de ello lo tenemos en muchos de sus composiciones poéticas tanto en verso como en prosa. En uno de ellos, titulado “Deseos” expresa:

“¡Si pudiera mi frente yo inclinar/ en ese pecho que guarda el corazón/…” “./¡Si pudiera ser yo la mariposa/ que liba dulce néctar en las flores…” . (Tomo 13 de obras completas. P.29)

 

El poeta Briceño Iragorry presenta la combinación retórica para mostrar con admiración, la grandeza de lo sencillo pasmada en la belleza de la amada que no logra alcanzar y que lo podemos apreciar en gran parte de los poemas en verso del poeta. En cuanto a los poemas en prosa, se puede referir Confidencial; un conjunto de cuatro poemas (TU NOMBRE, TUS OJOS, TUS CABELLOS, TU CUERPO) que muestra  una clara admiración por la belleza de la amada a la vez que dibuja con su lenguaje, expresiones de adversidad. La sublimación de la mujer en Mario Briceño Iragorry es una constante que se puede apreciar en su escritura poética (y la de “sus congéneres del 18” como lo señala Muñoz Arteaga (ob.cit)); sublimación que simboliza sus experiencias iniciales en el campo de la escritura.

Dentro de la obra de este ilustre escritor, el amor está presente desde distintas configuraciones y se extiende en forma secreta o expresa en toda su obra para desarrollar en el pensamiento del lector, una contemplación de hondo sentimiento hacia su poética. En el Prólogo a Obras selectas se puede apreciar cuando señala:

 En el camino de las letras me apareció el campo histórico cuando, según lo pinto en mi libro Tapices de Historia Patria, tropecé con el presunto hiato que  separa la República de la Colonia. Entonces me di al estudio metódico de nuestro pasado. De aquella época (1925-33) son mis trabajos sobre Etnografía, Lingüística y Arqueología aborigen. Luego concreté por entero mis esfuerzos al estudio de la época colonial. Mi modesta labor ha servido en parte para desbrozar tinieblas en el orden de los problemas históricos.

 

La manera de mostrar al lector sus inicios en la escritura histórica está impregnada de expresiones metafóricas que cautiva al lector y lo conduce al conocimiento de su obra.  Frases como “En el camino de las letras me apareció el campo histórico”, “tropecé con el presunto hiato”, “desbrozar tinieblas en el orden de los problemas históricos” marcan en el discurso de Briceño Iragorry un sublime sentido lírico.

Más adelante en 1934, le correspondió el discurso de Orden en el Colegio San Ignacio con motivo de la distribución de premios correspondientes al curso académico. Refiere con pesar, la desigualdad en la formación académica entre las generaciones del momento histórico ante las que emite su discurso y las épocas anteriores. Sin embargo el momento le inspira decir. Cito in extenso:

Cuando veo la multitud que hoy orientan el pensamiento y fortalecen la voluntad bajo la sabia dirección de los hijos de San Ignacio, pienso, como contraste, en nuestras pasadas generaciones, desafortunadas en su formación a quienes no fue dado recibir las enseñanzas que hoy tiene cátedra luminosa, tanto en este ya ilustre colegio caraqueño como en lo que con sabia intención modeladora dirigen en la República otras egregias congregaciones religiosas…

 

Más adelante continúa…

 

Este sentimiento nostálgico, sin embargo, se desvanece preso ante la certidumbre halagadora de que el riego benéfico que faltó a muchos, es hoy regalo que penetra, con huellas indelebles, en la conciencia de nuestros jóvenes; porque en el seno de estos beneméritos institutos encuentra la juventud, junto al pan depurado del saber, la inapreciable razón moral que reclama el hombre para el delineamiento armónico de la personalidad.

 

El inicio del discurso evidencia un destacado lenguaje que ejemplifica su profunda preocupación por los hechos desiguales en la educación y que lo expresa con vehemencia. Así se pudieran enumerarse cualquier cantidad de textos que no son escrituras en verso, que tampoco están definidos como prosas poéticas, pero que contienen la elocuencia lírica en sus contenidos. Palabras de ternura, miradas de recogimiento que conducen al lector no solamente a leer el texto, sino a sentir,  tal cual lo concibe el propio autor que exterioriza  ante el espectador/ oyente/ lector una cierta elevación ante la imagen.

Señala Edgar Morin (1998:59) que

El lenguaje humano no responde solamente a necesidades prácticas y utilitarias, responde también a las necesidades de comunicación afectiva. El lenguaje humano permite decir palabras amables, permite también hablar por hablar, decir cualquier cosa por el simple placer de comunicarse con el otro.

 

Mario Briceño Iragorry, el poeta adolescente, tuvo la fortuna de poder decir, de combinar sus inquietudes, su formación inicial y sus vivencias, el pensamiento y la poesía; sus creencias y sentimientos para instaurar una obra con la expresión de la palabra reflexiva, aleccionadora, elegante, sentida,  y conducir al lector por distintos caminos del conocimiento humano.

No se encuentra el hombre entero en la filosofía – señala Zambrano, (2001:13); no se encuentra la totalidad de lo humano en la poesía. En la poesía encontramos directamente al hombre concreto, individual. En la filosofía al hombre en su historia universal, en su querer ser.

 

Si bien Mario Briceño Iragorry desarrolló un poder con firmeza de palabra y sentimiento profundo por su patria, también  deslizó su mano de artesano poético y para encarnar al hombre total, al humano ser que desde distintas formas de expresión, creó una obra para que el lector, permanente aprendiz, pueda unirse a él,  para sentir, soñar  y aprender.

PD.

 

Ciertamente que para conocer en profundidad a un escritor de la talla de MBI es muy ardua la tarea a realizar porque siempre es posible que a lo largo de los años, aparezcan textos inéditos en cualquier momento.

 

 

Referencias bibliográficas

 Morin, Edgar (2001) Amor. Poesía. Sabiduría. Magisterio. Colombia.

Muñoz A. Valmore(2002) Una revisión al pensamiento de Mario Briceño-Iragorry. Utopía y Praxis Latinoamericana. Año 7, No. 17, pp. 53-63

Zambrano, María. (2001) Filosofía y Poesía. Fondo de Cultura Económica. México

______________  (2001). El hombre y lo divino. Fondo de Cultura Económica. México

 

 

 

 

 

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