Por: Libertad León González
Salutación
En representación del Comité Académico de la Cátedra Libre Mario Briceño Iragorry del Ateneo de Valera y el Laboratorio de Investigación Arte y Poética del Núcleo Universitario Rafael Rangel de Trujillo (ULA-NURR) saludo y expreso mi gratitud a la Universidad de los Andes, nuestra alma mater; a la Vicerrectora Académica, Patricia Rosenzweig Levi, a los dignos representantes de la Academia de Mérida, Dr. Álvaro Sandia Briceño y Profesor Freddy Torres; al maestro Dr. Víctor Bravo, artífice de grandes encuentros y de un legado escritural encomiable, a la Dra. Mery Margarita López de Cordero, Decana de la Facultad de Humanidades, al Profesor Víctor Daniel Albornoz, Director de Cultura de la ULA. Saludo con especial admiración a Doña Beatriz Briceño Picón, embajadora infalible del legado intelectual de su padre, Don Mario Briceño Iragorry, formador de conciencias. Saludo a los estudiantes y profesores de las facultades de Humanidades y Arte de nuestra universidad, a los actores, artífices de esta puesta en escena, a todas las instituciones unidas de Mérida y Trujillo y a ustedes público presente por hacer posible este encuentro a partir de la solidaridad brindada en esa esencia de la Venezuela cultural de hoy, levantada desde las alianzas. Este homenaje a Don Mario Briceño Iragorry, como Trujillano Universal y Rector Honorario[1] de la Universidad de Los Andes, autor de una obra densa con especial dedicación a los valores de la venezolanidad, se configura en expresión genuina que alcanza la sensibilidad y la reflexión de su mensaje escritural en las nuevas generaciones.
Introitus (Introductorio)
Madre Chía que estás en la montaña, con tu pálida luz alumbra mi cabaña.
Padre Ches, que alumbras con ardor, no alumbres el camino al invasor.
Oh Madre Icaque: manda tus jagüares, desata el ventarrón y suelta tus cóndores.
Canto guerrero de los Cuicas
(Traducción de R.M. Urrecheaga)
Fuerte es el árbol que resiste al viento;
fuerte es la roca que resiste al río;
fuerte es la nieve de nuestros páramos que resiste al sol.
Canto guerrero de los Timotes
(Traducción de Don Tulio Febres Cordero)
Ambos poemas traducidos, respectivamente, de la lengua aborigen por el sabio trujillano, Rafael María Urrecheaga (1826-1907) y el ilustre merideño, Don Tulio Febres Cordero (1860-1938) constituyen en esta tarde referencias obligadas. Don Arturo Cardozo (Betijoque, Trujillo, 1916-1999) en su lúcido estudio: Proceso de la Historia de Los Andes (1965) presenta ambos cantos guerreros como el ápice del muestreo infalible sobre los orígenes enlazados de los estados Mérida y Trujillo en los que: “estaban asentados grupos étnicos perfectamente definidos, a los cuales se da el gentilicio de Timoto-Cuicas” (p.9). Pertenecemos a una misma raíz étnica: “descendientes de los muiscas y, a mayor distancia, de los mayas.” (Ibíd.). En este encuentro de reflexiones en torno a la figura altísima de Don Mario Briceño Iragorry resulta ineludible abrazar los lazos históricos que, en la vida del Maestro Universal, nacido en Trujillo tuvieron en sus añoranzas lugareñas, las ciudades de Trujillo y Mérida.
Extensive. (Extenso)
García de Paredes funda a Trujillo bajo los techos de Scuque y
la ciudad primogénita de Los Andes nace errabunda:
sus Alcaldes la trasladan y le cambian el nombre a su capricho,
pero en aquel peregrinaje, va regando aldeas como semillas.
Arturo Cardozo
Evocamos en la extensa obra de Don Mario Briceño Iragorry la categoría hermenéutica de la actualización de la tradición[2] como posibilidad interpretativa del paso de la Historia en la apremiante necesidad de reconocernos en nuestras raíces espaciales y temporales. Con respecto a la noción de tradición Don Mario nos señala:
Tradición no es como entienden muchos, un concepto estático que lleva a mirar ciegamente hacia valores y sistemas pretéritos. Tradición es, por el contrario, comunicación, movimiento, discurso. […]Tradición como transmisión de los valores formados por los antepasados. (Briceño Iragorry, 1989, p.305-306)
Así la tradición lleva implícitos el valor y la conciencia del pasado, entre otras constantes de esta tradición el discurso ensayístico de Don Mario expresa su justa valoración de los hombres de la América libre como Martí, Urdaneta, Miranda, Bello. Valora el ideario político del Libertador, en su ensayo La hora undécima (hacia una teoría de lo venezolano) (1953) expresa:
[sus ideas]no llegan a desarticular el mínimum fundamental que sirve de esencia a lo bolivariano; el espíritu de in desviable sacrificio y el propósito permanente de servir a la causa del hombre libre. (Briceño Iragorry, 1990, p. 80).
La palabra briceñiana da importancia a la tradición familiar, a la patria chica y a la patria grande, a las bondades del suelo fértil, a las costumbres imborrables de la convivencia entre amigos y maestros en todo el tránsito vital: Mi infancia y mi pueblo (1952), Alegría de la tierra (1952) y Pequeño anecdotario trujillano (1953) sean quizás algunas de las mejores demostraciones de este mensaje evocador de pertenencia e identidad local. Recrea el idealismo del Quijote en la figura sin par de Alonso Andrea de Ledesma a través de su apología al héroe inmolado expresado en El caballo de Ledesma (1942). Da importancia Don Mario a los hombres de buen o mal talante que influyeron antes y en la gesta independentista, tales sus respectivos ensayos Casa León y su tiempo. (Aventura de un anti héroe) (1946) y El Regente Heredia o la piedad heroica (1947), el primero, denuncia del mal, el segundo, panegírico del bien, anverso y reverso de una realidad heredada desde los tiempos de las provincias de Castilla, desencadenan la larga lucha y definición de la autonomía de las naciones americanas dependientes de la corona de España. En la estirpe de los Casa León prevalece la ambivalencia en las ideas acomodadizas al poder y las lisonjas, mientras para José Francisco Heredia: “Los hombres de uno y otro bando son para él lo mismo, así no fuesen, como en realidad lo son, hermanos en la gran fraternidad de lo español y lo cristiano. Son hombres.” (Briceño Iragorry, 1990, p. 382).
[1] Rectores Honorarios de la Universidad de Los Andes: Cardenal José Humberto Quintero, Mario Briceño Iragorry, Caracciolo Parra Pérez, Julio César Sardi y Mariano Picón Salas. El sexto espacio lo ocupa el Dr. Pedro Rincón Gutiérrez que, aunque no es honorario se decidió esa ubicación. El acto se realizó en el último rectorado del Dr. Pedro Rincón Gutiérrez (1984-1988). (Información suministrada por Doña Beatriz Briceño Picón en conversación el 30 de agosto de 2023).
[2] Para Ricoeur: “Tradición no es la transmisión inerte de un depósito ya muerto, sino la transmisión viva de una innovación capaz de reactivarse constantemente por retorno a los momentos más creadores del quehacer poético. El historiador es movido por el deseo de hacer justicia al pasado. Su relación con el pasado es sobre todo de una deuda impagada.” (Ricoeur, 1985, p.220).