Ya en 1572, el papa Pío V ordenó que en todo el mundo se rezara en las letanías: “María Auxiliadora, rogad por nosotros”
El primero que llamó a la Virgen María con el título de “Auxiliadora” fue San Juan Crisóstomo, en la Constantinopla del siglo IV. Él dice: “Tú, María, eres auxilio potentísimo de Dios”. Años más tarde, en 749, San Juan Damasceno fue el primero en propagar la jaculatoria: “María Auxiliadora, rogad por nosotros”. Y repite que la Virgen es “Auxiliadora para evitar males y peligros y para conseguir la salvación”.
Ya en 1572, el papa Pío V ordenó que en todo el mundo se rezara en las letanías: “María Auxiliadora, rogad por nosotros”. El año anterior, una liga de reinos de Europa occidental había vencido frente a la invasión del ejército otomano en la famosa batalla de Lepanto. Los fieles católicos de la época vieron en ese triunfo militar el apoyo de la Virgen yendo en “auxilio” de los cristianos.
Finalmente, en 1814, estando el papa Pío VII prisionero de Napoleón, prometió a la Virgen que el día que llegara a Roma en libertad lo declararía fiesta de María Auxiliadora. Inesperadamente, el pontífice llegó a la ciudad italiana el 24 de mayo.
Otros papas también cultivaron una especial devoción por la Auxiliadora. Juan XXIII, la proclamó Patrona del Concilio Vaticano II. San Juan Pablo II solía acudir a la iglesia de los salesianos de Cracovia, Polonia, donde oraba en la capilla de María Auxiliadora. Allí, el 3 de noviembre de 1946, celebró una de sus primeras misas como sacerdote. Y el papa Francisco, en su paso por la obra salesiana de Ramos Mejía, aprendió a amar a la Virgen. Como arzobispo de Buenos Aires, cada 24 de mayo rezaba la misa central de la fiesta de la Auxiliadora en la Basílica de Almagro
Bendición María
SOMOS SALESIANOS, SOMOS FAMILIA