En estos días que celebramos a María Auxiliadora. Lo hacemos siempre con el cariño que nos da la devoción y la ternura que despierta en nosotros la figura de la Madre
Según las enseñanzas recibidas como ex Salesianos, Don Bosco la propuso como modelo y figura para sus muchachos, los más necesitados. Y no es casual que quisiera que la invocaran como Auxiliadora. Esos jóvenes precisaban de ayuda, de compañía, de escucha, de referencia, de auxilio. ¿Quién mejor que una mamá para dar juntos todos estos valores?
Cuando parece que muchas veces las sombras le ganan a las luces, donde podemos pensar que como todo está en movimiento faltan puntos sólidos, donde el cambio se presenta como lo esencial, la fluctuación como lo permanente… también ahora necesitamos de la ayuda, la compañía, la guía, la confirmación, la conciliación y el auxilio. Si esta ayuda viene de lo Alto, es aún más bienvenida y valorada.
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Pero la compañía de la Auxiliadora nos lleva y nos invita, como hacía Don Bosco, a ir más allá. María Auxiliadora nos recuerda con su cetro en un brazo y el Jesús niño en el otro, que desde esta mezcla de fortaleza y ternura está el hecho el amor de Madre y de anunciadora de la Palabra.
Sintiéndonos renovados por la compañía de nuestra Madre y llamados a celebrarla en cada familia en oración con fe en la reconciliación y el perdón, tal como lo comulgó Don Bosco a comunidad salesiana como trasmisor de la palabra de Dios.