Maradona, el fútbol y la pelota en un mito

Buenos Aires, 25 nov (EFE).- La vida de Diego Armando Maradona tuvo mucho más que fútbol pero su mito empieza desde la pelota: levantó el Mundial’86 un par de partidos después de marcar el llamado gol de siglo contra Inglaterra, dejó la ciudad de Nápoles como máximo ídolo y los rivales todavía buscan sus regates en Barcelona y Buenos Aires.

Y esa carrera, la de uno de los mejores futbolistas de la historia, fallecido este miércoles a los 60 años, arrancó con un nombre tan particular como el de Los Cebollitas, el combinado con el que dio sus primeros pasos, sus primeros toques vestido de corto más allá de los alrededores de su casa de Villa Fiorito, en la provincia de Buenos Aires.

 

EL FUTURO DEL FÚTBOL GAMBETEABA EN UN BARRIO DE BUENOS AIRES

Los Cebollitas, donde Maradona jugó de los 10 a los 14 años, arrasaron durante varios años en sus presentaciones, y fue donde los primeros entendidos vieron el tipo de futbolista que se cocía, cuando algunos medios locales se hicieron eco de que el futuro del fútbol podía estar allí, en ese mediapunta de cabello alborotado.

Se llamaban así porque en los torneos infantiles argentinos los equipos profesionales no podían enviar representación, pero la realidad es que tras ellos se encontraba el club Argentinos Juniors, cuadro en el que pronto se integró Maradona y en el que debutó en Primera con 15 años, en 1976, un año antes de estrenarse con la camiseta celeste y blanca de Argentina.

Allí, en el barrio porteño de La Paternal, donde jugó hasta 1981, hoy todo es Maradona: los grafitis de las paredes con el diez vistiendo el color rojo de «El Bicho», la decoración de los bares y hasta el estadio de Argentinos Juniors, que en la actualidad tiene el nombre Diego Armando Maradona.

 

PASO FULGURANTE POR BOCA Y CAMINO A EUROPA

A pesar de marcar sus primeros 116 goles como profesional de clubes en Argentinos, «El Diego» solo ganó su primer título, una liga argentina, cuando pasó a Boca Juniors, uno de los cuadros más grandes del país y otra de las que pasaron a ser casas deportivas de Maradona, recordado por multitud de aficionados con la camiseta azul y oro.

El primer paso del Pelusa por Boca duró apenas una temporada, ya que después de sus 28 goles y 17 asistencias, el Barcelona se llevó a Maradona a Europa por 1.200 millones de pesetas, unos 8,5 millones de dólares que por aquel entonces eran cifra récord en el fútbol.

En la capital catalana, la suerte deportiva del astro argentino dio sus primeros reveses, que le impidieron rendir al máximo como futbolista azulgrana: sufrió una hepatitis y una recordada patada del defensor vasco Andoni Goikoetxea, que en 1983 le lesionó de gravedad el tobillo con el coste de apenas una tarjeta amarilla.

La sonrisa se la devolvió a Maradona el cariño que se ganó en Nápoles, donde estuvo siete temporadas. Con toda probabilidad, Nápoles es el lugar del mundo en el que más se llora la muerte del Pelusa junto a Buenos Aires.

 

UNA COPA DEL MUNDO QUE LO CORONÓ

Desde allí maravilló al mundo con sus mejores años a partir de 1984, con 115 goles que año tras años los afortunados napolitanos vieron en directo y que valieron dos títulos de la Serie A y una Copa de la UEFA, el máximo título continental que consiguió el argentino, que nunca levantó la Champions League o la Copa Libertadores.

Pero nada de ello importa a la hora de estudiar su figura futbolística, porque el trofeo dorado que llevó al cielo del mexicano Estadio Azteca en el Mundial de 1986 le consagró entre los más grandes futbolistas de la historia tras una final que el combinado argentino ganó a Alemania por 3-2.

En los cuartos de final, Maradona había anotado los dos goles de la victoria argentina contra Inglaterra: en una revancha de la Guerra de las Malvinas de 1982, facturó dos tantos con nombre propio.

Primero anotó el conocido como «La mano de Dios», un gol con la mano que subió al marcador, y después se sacó de la chistera una jugada individual en la que regateó siete veces a sus rivales antes de marcar, un episodio antológico cuya narración radial por parte del uruguayo Víctor Hugo Morales, que le había bautizado como

‘Barrilete Cósmico’, fue retransmitida este miércoles por medios de todo el planeta.

 

CUANDO A DIEGO LE CORTARON LAS PIERNAS Y CUANDO ÉL SE LAS CORTÓ

Maradona reconoció que consumió droga por primera vez en su época en el Barcelona, y él mismo calificó ese momento como «el error más grande» de su vida.

No fue hasta 1990 cuando su problema con la cocaína se maximizó y recibió una suspensión de 15 meses por parte de la FIFA tras un positivo por cocaína con el Nápoles.

«Porque se equivoque uno, no lo tiene que pagar el fútbol. Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha», declaró en un homenaje en «su» Bombonera, la cancha de Boca.

Cuando venció la sanción, sus últimas aventuras deportivas en el Sevilla, Newell’s Old Boys y su despedida en Boca Juniors en 1997, con su adiós oficial al fútbol en un partido contra River Plate en el que fue sustituido por un joven Juan Román Riquelme.

Más allá de sus problemas con las drogas, que persistieron durante años tras su retirada, Maradona siempre sostuvo que la otra gran sanción que marcó su carrera futbolística, fue injusta.

«Me cortaron las piernas», dijo ‘el Pelusa’ en referencia a la FIFA sobre la ocasión en la que le impidieron finalizar el Mundial 1994 por un positivo por una sustancia estimulante llamada efedrina que lo tuvo otros quince meses alejado de los terrenos de juego, en los que en total marcó 346, 34 de ellos con la selección.

Veintiséis años después, quienes se han quedado sin piernas han sido los millones de argentinos que lloran la muerte del futbolista con el que crecieron.

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